¿Hay 2019?: Conversaciones de microclima
Por Mariano Osuna*
A un año de las elecciones ejecutivas en Argentina, oficialismo y oposición buscan reconstruir las mayorías necesarias que permita ganar los comicios. Las encuestas, que uno siempre desconfía, hoy aseguran que Macri gana en un balotaje, escenario no muy distinto al de 2015 cuando un sector que hoy se disputa la herencia de Perón decidió jugar casi abiertamente con Cambiemos. Es claro que el kirchnerismo hoy solo no gana las elecciones, que el peronismo no k menos y que existen obstáculos ideológicos y prácticos que imposibilitan ampliar esa convocatoria. La situación en Entre Ríos no es muy distinta, donde el electorado no peronista reivindica la gestión del gobernador Gustavo Bordet, mientras que en las bases del peronismo repele la posibilidad de votarlo.
En Cambiemos la situación es más de protagonismos que de diferencias doctrinarias insalvables. La UCR, a veces menos cómoda y en otras oportunidades más a gusto, busca consolidar una figura nacional con chances de meterse en la arena electoral, mientras en Entre Ríos resurgen algunos nombres y aparecen otros para disputarle al PRO la principal candidatura en la provincia. ¿Cuánto hay de puesta en escena y cuánto de una nueva correlación de fuerzas?
El escenario del peronismo no era muy distinto en 2017. En aquel momento, salvo en Buenos Aires, Salta, Santa Cruz, Tierra del Fuego y San Luis, las referencialidades cercanas al kirchnerismo fueron de la mano de los gobernadores y también de un sector peronista no representado ni por el kirchnerismo ni por el massismo. En Entre Ríos esa foto incluso juntó a Bordet, Busti y Urribarri. Sólo Barreto y Solanas armaron una propuesta aparte.
En el radicalismo la situación no tuvo fisuras. El PRO, la UCR con sus múltiples internas e incluso el GEN, que responde a nivel nacional a Margarita Stolbizer, fueron parte del esquema vencedor de las elecciones. El desenlace electoral fue claro, los sectores que caminaron por el medio de la grieta mediática entre el macrismo y el kirchnerismo perdieron sus respectivos territorios. El socialismo de Santa Fe, el raro peronismo cordobés, Urtubey en Salta, Bertone en Tierra del Fuego y Bordet en Entre Ríos. Solo Verna fue la excepción. Por su parte, Cristina Fernández, quien también perdió las elecciones en Buenos Aires, sigue siendo la dirigente que más mide, no sólo del peronismo sino de la oposición. El problema es que con sus votos no alcanza para ganarle al macrismo y que los demás dirigentes de la oposición ni siquiera los tienen para llegar a un balotaje con el oficialismo nacional.
Cambiemos tiene tres espadas electorales importantes, además del viento a favor de la porteñización de la campaña y de ser Gobierno. Ellas son María Eugenia Vidal, Mauricio Macri y Horacio Larreta, en ese orden de popularidad. Sólo la situación social y económica que se atraviesa, la agilización de las causas judiciales (como hicieron en Brasil) o la fragmentación de la oposición garantizan el triunfo indiscutido de Cambiemos el año próximo.
La oposición y sus laberintos
Aunque eso luego no se traduzca en posibilidades ciertas de propuestas electorales, en el escenario nacional se visualizan al menos cuatro sectores que conforman la oposición: el peronismo que conduce Cristina Fernández, o que por lo menos visualiza a la ex Presidenta como síntesis histórica del peronismo de los años 40 o que por fuera del propio peronismo (comunistas, socialistas y radicales) reconoce el rol que ocupa la actual Senadora nacional; el peronismo que proclama una unidad de los distintos sectores del justicialismo que excluye al kirchnerismo de ese armado (palabras textuales de Pichetto en Gualeguaychú) y ve en algunos gobernadores la nueva representación generacional; la izquierda tradicional que tiene actualmente en Bregman y Del Caño tal vez sus mayores referencias; y un sector de centro más arraigado a la socialdemocracia, y por definición antiperonista, que ubica al socialismo, al GEN, libres del Sur y algunos sectores radicales no alineados con la conducción del partido. En la calle la unidad es mucho más natural que en las mesas de microclima de la dirigencia, y eso se notó en movilizaciones donde por ejemplo convergen Barrios De Pie (Libres del Sur), Ctep (Movimiento Evita), CCC (PCR), Camioneros, docentes y el movimiento de mujeres.
En Entre Ríos no está del todo claro esos armados opositores, sus contenidos y sus alcances. Aunque si nuevamente en la calle se dieron instancias que en la mesa de las cúpulas dirigenciales parecen imposibles. La movilización contra la reforma jubilatoria el año pasado que encabezó ATE, UPCN, Agmer, los movimientos sociales y el movimiento de mujeres, visibilizó ese punto de encuentro en las bases (casi nunca interpretado en las dirigencias).
Gestos de microclima
En un contexto de fotos, redes sociales y niveles de audiencia porteña, San Luis fue el primer gesto de esa aclamada unidad en la ciudadanía, repetida en la dirigencia, pero pocas veces practicada. En la ciudad gobernada por el puntano Alberto Rodríguez Saa, único gobernador que no firmó el Pacto Fiscal y que dio aumentos en paritarias que oscilan entre el 25% y el 40%, estuvieron referentes del kirchnerismo, del Frente Renovador, de sectores que acompañaron a Florencia Randazzo en la última elección y del sindicalismo encabezado por Hugo Moyano. En esa reunión también se los vio al ex Gobernador de Entre Ríos Sergio Urribarri y a la ex intendenta Blanca Osuna.
El sábado 17 de marzo la UCR tuvo su plenario provincial en la capital entrerriana, donde determinó la creación de un bloque propio del partido centenario en la Cámara baja. La decisión, impulsada por Atilio Benedetti, trajo la respuesta de la Liga de los intendentes, de Sergio Varisco y de Ricardo Troncoso (y en silencio también de Frigerio). ¿La discusión se remitió a la presidencia del bloque o sólo fue una batalla más por el candidato a gobernador del año que viene? Benedetti cree que le corresponde luego de dos triunfos como candidato a legislador nacional y la chance demolida por el PRO en 2015 de ser nuevamente la propuesta a Gobernador. Del otro lado, Frigerio y Macri, que buscan candidatos propios en los territorios, aprovechando que por primera vez un partido gobierna el país, Buenos Aires y Capital Federal.
En la mañana del 24 de marzo, en la Escuela Normal de Paraná, el intendente de Resistencia Jorge Capitanich visitó la provincia bajo la consigna “Hay 2019”. Ante un panel compartido con el ex gobernador Sergio Urribarri, el ex vicegobernador José Cáceres, los diputados nacionales Juan Manuel Huss y Julio Solanas, los diputados provinciales Emilce Pross, Pedro Báez, Gustavo Osuna y Gustavo Guzmán y de la ex intendenta Blanca Osuna, Capitanich criticó los discursos de “gobernabilidad” y alertó que la línea se divide en leales y traidores. Fue la primera vez que se vio el actual Presidente de la Cámara de Diputados en un panel donde el orador criticó, aunque sin nombrarlo, a los gobernadores con posturas similares a Bordet.
Este 6 de abril, se dio otra cumbre en Gualeguaychú, aunque encabezada por Miguel Pichetto, el presidente histórico del bloque justicialista del Senado nacional. En ese encuentro estuvieron Diego Bossio, Daniel Irigoyen, Graciela Camaño, Marco Lavagna, Pablo Kosiner y Oscar Romero. Por Entre Ríos participaron Mayda Cresto, Pedro Guastavino, Juan José Bahillo y Sigrid Kunath. En ese encuentro plantearon de modo textual que la unidad es sin Cristina Fernández ni La Cámpora. El gran ausente de todos estos encuentros, más cercanos a Cristina o más opositores, fue el intendente de Gualeguaychú, Martín Piaggio.
En esa línea de gestos y fotos, el presidente del bloque del FPV, Agustín Rossi, estará en Paraná este viernes 13 de abril en el Unión Árabe. En el medio, la Cámara de Diputados de Entre Ríos organizó un ciclo sobre agroquímicos, que junto a la convocatoria sobre el puente Paraná – Santa Fe, se meten en la arena electoral. El bloque del peronismo, en la voz de Urribarri, anunció que no apoyará la legislación sobre el uso de fumigaciones y contaminantes, lo cual tampoco fue una decisión casual.
Unidad para qué
Una de las palabras que atraviesa la oratoria de la dirigencia es unidad. A veces los planteos son de microclima, en otras ocasiones coyunturales, pocas veces prográmaticos, casi siempre electoral. Las cartas (o fotos) repartidas hoy hablan de internas a veces insalvables, aunque un año atrás el escenario dijo lo contrario. ¿Será parte de un nuevo entramado en la correlación de fuerzas o simplemente divisiones ocasionales que el año próximo volverán juntas? ¿Qué divide y que une en este contexto?
En Cambiemos no parece que las diferencias, e incluso la voluntad de Benedetti por imponerse a Frigerio, logre romper la fórmula que los llevó a ser Gobierno a nivel nacional en 2015, y que revalidó en muchos puntos de la Argentina en 2017. ¿O acaso el oficialismo nacional no busca que este triunfo, el tercero en fila, sea la pieza clave para desterrar con el voto popular lo que no pudieron desde el escritorio (como si en Brasil y Ecuador)?
Mientras las conversaciones de microclima continúan, la única unidad que se visibiliza en el territorio es el empujado por el movimiento de mujeres. Un solo ejemplo es la olla popular que organizó la Asamblea Participativa en Paraná, donde logró instalar la problemática estructural de los contratos de obra, algo que ni el sindicalismo ni el peronismo pudieron.
El movimiento de mujeres, los espacios vecinalistas y organizaciones de derechos humanos, marcaron ese camino de unidad. No solo tensionaron las prácticas y las formas de construcción, sino también la concepción de unidad, donde confluyen diversas experiencias e historias y donde instalaron un plan de acción entre sectores que electoralmente jugaron bastante distinto pero que ven en Macri su principal contradicción.
En Paraná eso se vio con fuerza. La agenda ciudadana no fue marcada por dirigentes opositores ni por partidos políticos ni por sindicatos, aunque hayan sido parte de ella. La agenda la instaló el movimiento de mujeres, sectores vecinales, espacios de la cultura y organismos de derechos humanos poniendo en escena los temas que no salen en la agenda mediática porteña ni tampoco en las proclamas de los gobiernos. ¿Será todo un proceso hacia repensar nuevas formas de organización o simplemente la revuelta que los resultados electorales hicieron con ellos? ¿Es el punto de quiebre hacia resignificar la correlación de fuerzas o es la búsqueda de estrategias hacia la construcción de nuevas mayorías para el 2019? Sin declaraciones proféticas que nada aportarían al debate, el único camino hacia esas respuestas es el recorrido cotidiano. Lo claro, es que hoy la desesperación la tiene el Gobierno nacional pero más aún la oposición que debe buscar por fuera de esas conversaciones de microclima los contenidos de una unidad que hoy se no tiene.
*Miembro del portal Agenda Abierta de Paraná y colaborador en Entre Ríos de la Agencia Paco Urondo.