Los fusilamientos de José León Suarez y el fin de la leche de la clemencia
Por Aldo Duzdevich
Entre el 9 y 14 de junio de 1956, por orden de Pedro Eugenio Aramburu fueron fusilados 27 compatriotas civiles y militares. El diario socialista La Vanguardia trazo un surco en la grieta del odio con su famosa frase: “se acabo la leche de la clemencia”.
En su edición del 14 de Junio de 1956, el director del diario del Partido Socialista, “Norteamerico” Ghioldi escribió uno de los editoriales mas vergonzantes que se recuerden de la prensa argentina.“Los hechos de la noche del sábado 9 y domingo 10, dentro de su inmensa tragedia, definen circunstancias y posiciones sobre las cuáles parece necesario detenerse a pensar hondamente. En primer lugar, es dato fundamental de los hechos acaecidos, la absoluta y total determinación del gobierno de reprimir con energía todo intento de volver al pasado. Se acabó la leche de la clemencia. Ahora todos saben que nadie intentará sin riesgo de vida alterar el orden porque es impedir la vuelta a la democracia. Parece que en materia política los argentinos necesitan aprender que la letra con sangre entra” (...) “La Revolución Libertadora se inició con un malentendido creado por equivocados consejeros que en una hora en que era necesaria cierta energía, lanzaron la bella frase: “Ni vencedores ni vencidos”. Urquiza la había dicho antes: aunque es necesario recordar con las bellas palabras los rudos hechos de aquellos días. (…) La frase poco puede significar cuando los presuntos vencidos taconean fuerte y se lanzan al asalto. Las jornadas del sábado y el domingo pusieron fin al equívoco. No hay vencidos ni hay vencedores en el sentido personal. Pero la Revolución y la Libertad han triunfado y exigen que los amigos de la dictadura, como agentes de la dictadura, se dobleguen. (…) Ningún argentino puede estar satisfecho después del derramamiento de sangre provocado por el alegre dictador en Panamá. (...) . ¡Que la sangre no se haya derramado en vano y que la revolución cumpla y realice sus ideales!”
En ese momento integraban el Partido Socialista Américo Ghioldi, Nicolás Repetto, Juan A. Solari, Teodoro Bronzini y Jacinto Oddone, Alicia Moreau de Justo, Alfredo Palacios, Carlos Sánchez Viamonte, el historiador José L. Romero, Ramón Muñiz y David Tiffenberg. El Partido Socialista era parte de la Junta Consultiva que en una reunión del 10 de Junio prestó su consentimiento para los fusilamientos. La integraban: por la Unión Cívica Radical: Oscar Alende (fundador del Partido Intransigente, PI), Juan Gauna, Oscar López Serrot y Miguel Ángel Zavala Ortiz ; Partido Socialista: Américo Ghioldi, Alicia Moreau de Justo, Ramón Muñiz y Nicolás Repetto; Partido Demócrata Nacional José Aguirre Cámara, Rodolfo Coromina Segura, Adolfo Mugica y Reinaldo Pastor; Partido Demócrata Progresista: Juan José Díaz Arana, Luciano Molinas, Julio Argentino Noble (hermano mayor del fundador de Clarín) y Horacio Thedy; Partido Demócrata Cristiano: Rodolfo Martínez y Manuel Ordóñez;Unión Federal: Enrique Arrioti y Horacio Storni. Adolfo Mugica, era el padre de Carlos Mugica.
Entre los fusilados estaba el coronel Lorenzo Oscar Cogorno, pariente del entonces joven Jorge Mario Bergoglio, quien veinte años después recordara ante Ana María Aimetta de Colloti “mi familia también fue golpeada por la violencia. Fue cuando fusilaron al coronel Cogorno que era pariente mío, yo sé, lo que se sufre”.
Volviendo al Partido Socialista es importante recordar que fue el entusiasta impulsor de las peores medidas de la autodenominada Revolución Libertadora. Desde La Vanguardia empujaron la derogación de la Constitución de1949. Al respecto, sentenciaba La Vanguardia: “La Constitución del 49 incluyó unas declaraciones se refieren a los decálogos del trabajador y de la ancianidad, dos enunciados de zonceras , sin valor jurídico y que no comprometen nada (…). El segundo grupo de declaraciones confusionistas se refiere a la propiedad y a la explotación nacional de los yacimientos minerales, al valor social de la propiedad y a la prestación de los servicios públicos. Por ello, “no puede haber dudas. La Constitución de 1949 es hija putativa de una constituyente servil, atenta a la voz del amo. Aquella constitución bastarda debe ser derogada y el país retomar el rumbo siempre creado, de Mayo y Caseros”.
El 1º de mayo de 1956 Aramburu decretó “declarar vigente la Constitución Nacional sancionada en 1853, con las reformas de 1860, 1866, 1898 y exclusión de la de 1949”. También La Vanguardia exigía: “Faltaría ahora un decreto que sancione la apología del peronismo, tal como se hizo en Italia respecto del mussolinismo”. Al efecto Aramburu sancionó el decreto Nº 4161, prohibiendo “la utilización de la fotografía retrato o escultura de los funcionarios peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto el de sus parientes, las expresiones ´peronismo´, ´peronista´, ´justicialismo´, ´justicialista´, ´tercera posición´, ´la abreviatura VP´, las fechas exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales ´Marcha de los Muchachos Peronista´ y ´Evita Capitana´ o fragmentos de las mismas” . Violar estas prohibiciones tenían penas de un mes a seis años de prisión.
Según Arturo Jauretche –que llamaba a Ghioldi “Norteamerico” en vez de Américo-, la expresión “Se acabó la leche de la clemencia” parece estar inspirada en una obra clásica de William Shakespeare: “En algunas traducciones de Macbeth, Lady Macbeth impreca a su marido por sus vacilaciones ante asesinar a su rey y amigo y lo acusa de ‘haber sido amamantado con la leche de la clemencia’”
Para el pueblo peronista, para los militantes de la Resistencia, para la nueva generación de cuadros sindicales peronistas que intentaban recuperar los sindicatos, el Partido Socialista, la FUBA, el Partido Comunista, eran la expresión de lo peor del odio gorila. Esto también explica, en parte, el porqué, 15 años después, esos curtidos y ya veteranos dirigentes no recibían con mucha simpatía las consignas juveniles del Perón-Evita-La Patria Socialista. Revisar la historia sirve para comprenderla, y aprender de ella, para evitar los errores pasado y proyectar el futuro.
*Autor de “La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Peron” y “Salvados por Francisco”