Nuevas alianzas, nuevas tareas, nuevos objetivos
Como dijo Cantinflas (y aquí Gerardo Sofovich le hizo decir a Alberto Irizar sin mencionar la anterior autoría): “Antes de hablar, quisiera decir unas palabras”.
Aquí van.
Lo que los argentinos estamos viviendo es, lisa y llanamente, una contrarrevolución. Las fuerzas de la reacción, es decir la coalición de agroexportadores, grandes productores agrarios, el capital imperialista, el gran capital argentino transnacionalizado, bajo la dirección del capital financiero, ha tomado el poder político del estado nacional y se dispone, en la medida de lo posible, a disolver toda resistencia nacional a su dictadura. Los estados nacionales, tal como han sido conocidos desde su constitución al inicio de la Edad Moderna, son el último obstáculo para la completa hegemonía de la expresión más parasitaria y voraz del capitalismo, el capital financiero.
Es esta etapa aún más brutal en sus objetivos que la dictadura de Videla y Martínez de Hoz y sus sucesores. Aquella, pese a sus criminales métodos, estaba limitada en sus objetivos por un elemental nacionalismo militar que le permitió, por ejemplo, lograr el ciclo completo del uranio enriquecido para nuestras centrales nucleares o que, paradójicamente, cerró su ciclo con una guerra de histórica reivindicación nacional, la Guerra de Malvinas.
Esta etapa no tiene ninguno de esos frenos inhibitorios. Al frente del Poder Ejecutivo hay una persona que carece de toda noción de Patria, de pertenencia a una comunidad nacional, a un acerbo histórico, cultural, artístico común. Vive en las estrechas y arbitrarias leyes de un video-juego manejado desde Silicon Valley, solloza ante símbolos religiosos y culturales extraños, habla como un autoproclamado profeta en la reunión de los hombres más ricos del planeta y se emociona ante un expresidente proteccionista, antiglobalizador y enfrentado a Wall Street, defendiendo, en su reunión, el libre comercio, la globalización y los principios que rigen a Wall Street.
Los resultados inmediatos
Milei es presidente porque el conjunto del PRO, tanto el de Macri, como el de Bullrich o el de Larreta, lo votó en el balotaje. En realidad, la puja entre Macri y Bullrich (Larreta quedó totalmente fuera de juego con el resultado de las PASO) era sobre la manera en que uno u otro podían hacerse cargo de ese gobierno. El propio Macri definió el rejunte libertario de Milei como “un partido fácilmente infiltrable” y se dio el lujo de citar al presidente electo a su propia casa para discutir la formación de un gabinete. Bullrich, con menos llegada a la cúpula del establishment, eligió un camino más melifluo y sinuoso, poniéndose a disposición de Milei, lo que obtuvo reiterados elogios del libertario, que se sentía “apampado”[1] por la posición en que la elección lo había dejado: ser Presidente de la República.
El terrorífico e inútil plan de ajuste lanzado por la dupla Milei – Caputo, sumado a una, involuntaria o voluntaria, incapacidad de administración del aparato del estado ha generado, además de una inflación que supera la de Venezuela -- un país con una economía bloqueada por la principal superpotencia occidental --, un total desbarajuste del sistema político institucional de la Argentina. A ello debe sumarse la caída del consumo de alimentos y de remedios, por la inaccesibilidad de los precios y la total ausencia de control estatal,
- Se han roto el sistema previsional (una pérdida del 28% de los haberes) y los servicios de la obra social de los jubilados (el ANSES), mientras se pretende convertir a los jubilados por las moratorias en receptores de un plan social.
- Se ha desfinanciado totalmente el sistema educativo público del país, a la vez que se ha encarecido astronómicamente la educación privada (pudorosamente llamada pública de gestión privada).
- Se ha desfinanciado a las provincias, llegando, en algunos casos, a una abierta provocación.
- Se ha clausurado la obra pública.
- Se ha quebrado el pacto federal que, desde 1853, ha sido el eje de nuestra organización nacional.
- Se ha intentado soslayar la función del Poder Legislativo y se ha promulgado un DNU cuyos alcances políticos, económicos e institucionales aún no han llegado a establecerse.
La magnitud de los objetivos que esta contrarrevolución se propone son tan magnos y letales que la primera reacción institucional – después de la gigantesca reacción social protagonizada por el movimiento obrero el 24 de enero de 2024 – de la República de 1984 (que aunque manca y coja, es una continuidad de la de 1880) ha sido la rebeldía de las provincias gobernadas por el partido del establishment económico liberal, el PRO.
El movimiento obrero, por primera vez desde los tiempos de la CGT liderada por Saúl Ubaldini, ha ocupado el centro de la escena política, convirtiéndose en la cabeza de la oposición social, de los sectores sociales enfrentados a este proyecto y a los cuales este proyecto condena a la marginalidad. La sucesión de conflictos parciales derivados de la discusión salarial en las paritarias, el cierre de fuentes de trabajo, la caída del consumo y de la producción industrial se han agudizado en estos últimos 30 días. Otro paro general de la CGT -seguramente también con movilización- ya ha sido virtualmente establecido y faltaría solo ponerle fecha.
Pero, a su vez, el PRO, que aparecería como socio del gobierno de Milei, está sufriendo una fuertísima crisis interna, con una virtual ruptura entre el sector, minoritario, liderado por la ministra de Seguridad y el sector mayoritario – que tiene mayor cantidad de gobernaciones, intendencias y miembros del poder Legislativo – liderado por Mauricio Macri, con quien el presidente mantiene una sorda hostilidad, correspondida, a fuer de verdad, por el expresidente.
La desfinanciación del sistema federal, a través de la negativa a enviar los fondos de la coparticipación federal y la oscura maniobra usurera con la provincia de Chubut permitió que Mauricio Macri, jefe político del gobernador Ignacio Torres, maquinase un enfrentamiento que el chubutense supo presentar, en su discurso ante el poder Legislativo provincial, con habilidad y con poderosos argumentos. Y quien salió a enfrentar a Torres, con lenguaje y argumentos propios de un viejo comisario de provincia, no fue otra que Patricia Bullrich, ex candidata presidencial de PRO. “En Chubut no vive nadie, hay nada más que un millón de guanacos” disparó en La Nación+, ante la mirada bovina de los dos paniaguados que la entrevistaban.
Rato después, el gobernador Axel Kicillof, en una conferencia de prensa, expuso la situación de su provincia y se solidarizó con lo dicho por Ignacio Torres. Una por una, las provincias patagónicas primero y el resto de las provincias, después, se sumaron a lo denunciado. Hasta los más remisos, como Pullaro, de Santa Fe, o Frigerio, de Entre Ríos, formaron parte del reclamo.
En el caso de Kicillof, digno es de destacarlo, el gobernador tuvo una prudente respuesta a la pregunta sobre la posibilidad de emitir dinero propio. Sin descartar ninguna medida, advirtió del peligro balcanizador que ese tipo de decisiones implicaban y puso en prioridad la unidad del estado nacional argentino.
Pero el conjunto de los gobernadores de UxP han dejado que el enfrentamiento lo lleve adelante Torres, mientras su actitud se basa en bombardear, en la medida de sus posibilidades legislativas, el DNU en ambas cámaras del Congreso.
Las intenciones de Macri
A esta altura resulta evidente que Mauricio Macri es el motor impulsor de estos reclamos provinciales y de algunas renuncias de funcionarios de segundo rango en el gobierno nacional. En la medida que su plan inicial de “infiltrar” el gobierno de Milei le resultó difícil y viendo el deterioro de la imagen presidencial como consecuencia de su obstinación opuesta a la negociación política, comenzó a acercarse a una solución que implicase el alejamiento del presidente, por renuncia, por juicio político o lo que fuere, y su reemplazo por la vicepresidente Victoria Villarruel, una señora conservadora y representante gremial de los ancianos militares sentenciados y presos con largas condenas. La carencia de un equipo político por parte de la hija y sobrina de militares represores y condenados por sus graves crímenes ilusiona a Macri, deseoso de poner sus Dietrich, Iguacel y demás secuaces en el gobierno.
Esta alternativa que, insisto, Macri mira con delectación tiene tantas dificultades como las que tiene la presidencia de Milei.
La política llevada a cabo por este gobierno hacia las FF.AA. no ha podido ser más nefasta para ellas. Desde la situación salarial, donde un comisario gana más que un general, hasta la genuflexión al Reino Unido por parte del presidente y su canciller, la ínclita señora Mondino, y la claudicación explícita al reclamo de soberanía de Malvinas no le han dado mucho aliento a Milei en el seno de las FF.AA. Por otra parte, existe en ellas un rechazo profundo a involucrarse en asuntos de seguridad interna, como puede ser la lucha contra el narcotráfico. Son conscientes que un cambio en la relación de fuerzas, que saben inestable, los puede poner nuevamente en el banquillo de los acusados. Además, la experiencia en otros países respecto al involucramiento militar contra el narcotráfico ha tenido más éxito en complicar a sectores de las instituciones militares con el mismo, que en su erradicación.
Un gobierno de Villarruel, con un repudiado Macri manejando los hilos, sería un gobierno altamente irrepresentativo y de una legitimidad muy debilitada. El consabido salir de Guatemala, para caer en Guatepeor.
En concreto, por ahora Milei ha logrado dividir al PRO, es decir, al partido que le permitió ganar las elecciones.
El peronismo se mantiene unido
La coalición encabezada por el peronismo, por su parte, ha mantenido su unidad, solo conmovida por la claudicación del gobernador tucumano, Osvaldo Jaldo. La frágil situación económica de la provincia, la debilidad estructural de la industria azucarera y la amenaza – que seguramente se convertirá en una realidad ya que es parte del núcleo ideológico de Milei – de importarla, lo que dejaría a la provincia en estado de vaciamiento económico, han sido las razones determinantes, aunque no justificatorias, de una deserción repudiada por el conjunto del movimiento nacional.
La representación política de la oposición está haciendo su trabajo en el lugar en donde debe hacerlo: en los gobiernos y municipalidades a su cargo y en el Congreso Nacional. La CGT y el conjunto del movimiento obrero y los movimientos sociales – los trabajadores sin salario – son el centro de la movilización y la fuerza popular que ha permitido y permitirá sostener y fortalecer las posiciones parlamentarias y la lucha de las provincias.
El partido Justicialista, bajo esta nueva realidad, se encamina a su reorganización. Es necesario el surgimiento de nuevas alianzas, de nuevas sociedades y de una nueva representatividad. Ya hemos perdido demasiadas elecciones. El peronismo debe alentar la conformación de un nuevo movimiento nacional que exprese las nuevas realidades sociales de la Argentina, pero también las impostergables tareas que permitan el despegue de la totalidad de nuestras fuerzas productivas.
Si en doce años – un período más largo que el de Perón entre 1945 y 1955 – no pudimos terminar con algunas de las instituciones impuestas por la dictadura y Martínez de Hoz, como la ley de Entidades Financieras, no pudimos romper los límites del “stop and go” del proceso de industrialización y no pudimos diversificar nuestras exportaciones, quitándole al negocio agroexportador su capacidad de chantaje sobre las arcas nacionales, nuestro objetivo para el próximo período debe ser reindustrializar a pleno el país, poner valor agregado a todo lo que se pueda, aumentar y diversificar las exportaciones, incorporando sectores que hasta ahora permanecen dormidos o congelados. Es el deber de esta generación de argentinos explotar toda la riqueza argentina que haya para explotar. No hay razones naturales para el desempleo en la Argentina. Nuestra capacidad productiva es, en cierto modo, infinita. El nuevo mundo de la multipolaridad nos está obligando a hacerlo.
Es imperioso terminar el ciclo de las contrarrevoluciones sin haber hecho ninguna revolución. El Papa Francisco tiró algunas ideas en su mensaje a la reunión de los jueces, comenzando por la de la legitimidad de un gobierno:
“No alcanza con la legitimidad de origen, el ejercicio también tiene que ser legítimo. De qué sirve tener el poder si se aleja de la construcción de sociedades justas”.
“El Estado es hoy más importante que nunca y está llamado a ejercer el papel central de redistribución y justicia social”.
“Les pido firmeza y decisión frente a los modelos deshumanizantes y violentos”
[1] “Apampado” es un término acuñado por Arturo Jauretche, refiriéndose al estado de ánimo de los chacareros en la lujosa oficina de los consignatarios y escribanos del régimen agroexportador: una mezcla de estólida admiración y desconcierto.