100 años: por qué queremos tanto a YPF
Por Federico Tártara
En 2012 algo que ya sabíamos tomó forma en una encuesta: 9 de cada 10 argentinos respaldan la presencia estatal en YPF. Es altísimo. Ese número enorme pintaba un estado de situación emparentado con una manera de ver la vida que aparece como el mejor dique para detener la derecha neoliberal. Se trata de ese imaginario, de esas imágenes memorables del Estado de Bienestar, del peronismo, de las primeras vacaciones en Mar del Plata, de los trenes, aerolíneas, el Estado presente, y la felicidad. Todo eso se llama Peronismo. YPF forma parte.
El origen de YPF es antiimperialista. Ninguna potencia mundial quería que la Argentina pueda determinar su política petrolera. Esa línea independentista en materia de hidrocarburos se potenció con su inclusión en la Constitución del `49, recursos naturales estratégicos administrados por el Estado.
Y después la carretera del Estado de Bienestar hasta la década del `90, porque sí que esos brazos estatistas corrieron como río de sangre más allá de las bombas en Plaza de Mayo, y los trabajadores desaparecidos, asesinados y torturados. Se necesitaron dos mazazos, dos explosiones: la dictadura genocida y el neoliberalismo del menemato, y aún así Macri no se animó con YPF, justamente por la resistencia del Movimiento Obrero, y luego el Pueblo en su conjunto. Entonces, esos brazos todavía recorren los ríos de la Patria.
Cuando sucedió la expropiación a Repsol se argumentó mucho, desde España (¡Por favor busquen y relean lo que vaticinaba el diario El País!) y desde La Nación y Clarín, que estábamos presos de la nostalgia y que petróleo en Argentina nunca se extrajo, nunca se buscó y nunca fue redituable. Así que YPF, sus rutas y sus puentes, sus ciudades enteras creadas en el interior del país (Tartagal y General Mosconi, Plaza Huincul y Cutral Có) o, mejor, las seis provincias petroleras que hoy la controlan junto con el Estado nacional... como sino hubiesen existido.
YPF está batiendo records en Vaca Muerta, y brinda felicidad. Sin embargo, el plus está más allá de los barriles: lo más importante es cuando YPF aparece como única opción en el último pueblo del Norte Argentino, o cuando es la salvación en una larga carretera de la Patagonia y, por supuesto, más que nada existe cuando acompaña a la Selección Nacional de Fútbol en todos los partidos, y en el Mundial, porque ahí juega lo cultural, el encuentro, la satisfacción de identificarse y sentirse parte cuando todo “eso” está junto, y más cuando corre Messi rumbo al gol.
Esa tarde de la liberación, CFK tenía una especie de tubo de lapicera que levantó como un cetro, en esa escena tan linda que se daba en aquellos tiempos en Casa Rosada, mesa larga, los gobernadores amontonados a la derecha y muchísimo jóvenes de mangas de camisa agitando por la Patria y la Liberación. Parece que fue ayer. Era el 16 de Abril de 2012. En ese tubito tenía el primer petróleo que salió de nuestra Patria y, dijo mirando al público, "que se lo había regalado la familia Bernal". Federico Bernal es el bisnieto Enrique Martín Hermitte, "pionero de la investigación minera y geológica argentina, y motor de las exploraciones que permitieron dar con los primeros pozos petroleros –en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, y, posteriormente, en Plaza Huincul, Neuquén". Su nieta, Gabriela, junto a Gonzalo Ronda escribieron un notón sobre el tema justamente para este Dossier de APU sobre la empresa estatal de hidrocarburos.
En la actualidad la nave insignia, a juzgar por los números, es inobjetable. Primera en el ranking de extracciones en Vaca Muerta con casi 140 millones de barriles, y el total acumulado es de 200 millones. Es decir que se queda con el 70 % de la extracción, según consigna en los registros oficiales de la Secretaría de Energía de la Nación.
Se ha dicho tanto sobre YPF, le han decretado tantas defunciones. Lo siento mucho, YPF cumplió 100 años. Mordisquito: ¡a mi no me la vas a contar!