24 de Marzo: Si el mundo se mueve, la memoria también

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24 DE MARZO

24 de Marzo: Si el mundo se mueve, la memoria también

23 Marzo 2023

El mundo viene crujiendo y nosotros acá, ante un nuevo 24 de Marzo, tan desolados. Cruje el viejo tablero internacional de aquel mundo unipolar que se llevaba a todos por delante, y nosotros acá, sin saber a ciencia cierta si estaremos a la altura de las circunstancias para ocupar el lugar que nos merecemos como país soberano.

Hay que seguir marchando, pero sin desconocer los cambios que se están operando.

El mundo se mueve permanentemente, la historia se mueve vertiginosamente y el imperio ya no puede impedir que del otro lado del planeta, Rusia y China, esos vecinos tan gigantes y molestos, avancen sobre todos los mares y todos los continentes y hagan trizas la fantasía de “el fin de la historia” que proclamó el neoliberalismo hace apenas tres tristes décadas.

El mundo occidental ve caer a sus bancos, incendiar sus flujos financieros tras años de avaricia por reemplazar la producción, los bienes, el trabajo, las industrias, por el mero dinero que multiplicaron en las guaridas fiscales, esas que todo lo compran, que todo lo lavan. Y nosotros acá, capturando copitos y “monitos”.

Sobre ese mundo crujiente es que llegamos a otro 24 de marzo en la memoria doliente de esta sociedad que somos.

Si el mundo se mueve, que la memoria también.

Quizás por eso todas las miradas se posan hoy en Cristina, como buscando una salida de emergencia para este agobio diario por no poder ver la otra orilla cuando cae la tarde, algunos; otros, para seguir demonizándola a efectos de impedir que ese modelo de país inclusivo pegue la vuelta y reconstruya sus muelles de un país justo, libre y soberano. Esa es la clave para entender su proscripción.

El pueblo tiene la palabra, es él quien tendrá que decidir en qué país quiere vivir y no hay nadie ni nada que pueda reemplazarlo en la tarea que le asigna la historia. Claro que es Cristina la maldita perseguida por las nuevas oligarquías que se quieren cobrar, además, las viejas cuentas que les deben ella y su marido. Son viejas cuentas que, en verdad, los mafiosos del poder las cargan a la espalda de la generación diezmada de la que ellos dos, Cristina y Néstor, son emergentes.

El mundo occidental ve caer a sus bancos, incendiar sus flujos financieros tras años de avaricia por reemplazar la producción, los bienes, el trabajo, las industrias, por el mero dinero que multiplicaron en las guaridas fiscales, esas que todo lo compran, que todo lo lavan. Y nosotros acá, capturando copitos y “monitos”.

Dijo Cristina rindiendo tributo a su gobierno y el de Néstor Kirchner: “No fue solamente la economía, sino lo que pudimos reconstruir en materia de derechos humanos. No nos van a perdonar nunca”

Y trajo a la memoria, como prueba, la confesión del genocida Videla: “Nuestro peor momento llegó con los Kirchner”.

Y entonces, sobre este mundo que está cambiando su eje de rotación, habrá que dimensionar cómo fue que el Estado argentino llegó a pedir perdón por todos los crímenes cometidos durante la dictadura, para luego escribir la más maravillosa música de una política de Estado que se aún se llama Memoria, Verdad y Justicia y se anularon las leyes de impunidad y los indultos y se descolgaron los cuadros de los genocidas y se abrieron las puertas de los tribunales para juzgar los crímenes de lesa humanidad y las puertas de las cárceles para que ingresen, tras un juicio justo, los mayores criminales de la historia argentina…aunque Blaquier se haya muerto impune en libertad.

Sobre esta realidad llegamos a este 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, y en feriado nacional, no laborable e inamovible desde que la promulgó por ley del Congreso el presidente Kirchner. Sobre este mundo llegamos hasta aquí y sobre este país que también cruje por la asfixia a la que lo somete el FMI y sus cómplices de cabotaje, esos que remarcan los precios de los alimentos a cuatro manos, esos que se quedan con la chancha y los veinte del capital acumulado, esos que odian al peronismo pero se valen de él cuando lo ven temeroso y concesivo, esos que achican los salarios como nunca antes, esos que proscriben a Cristina, para abreviar la lista de cucardas que les caben.

La proscriben porque es una forma de muerte silenciosa y porque fallaron en la otra que intentaron con estruendo de bala impactando en su cabeza. La proscriben porque los dueños del poder y de todas las cosas que flotan en el aire, no pueden tolerar que haya dirigentes que pretendan volver a levantar sobre la tierra arrasada que dejó el macrismo, un país de todos y para todos. La proscriben para fusilar de nuevo a nuestros muertos y desaparecidos y terminar de una buena vez, como afirma Macri, con el “curro de los derechos humanos”. ¿Qué es eso de seguir buscando niños y niñas robadas por los dictadores? ¿Qué es eso de seguir pretendiendo reanudar juicios de lesa humanidad para los empresarios que “patrióticamente” dieron su apoyo y su dinero al terrorismo de estado? ¿Qué es eso de salud para todos y todas, educación para todos y todas, trabajo para todos y todas? ¿Qué es eso de volver a anunciar que reconstruirán la UNASUR y la Patria Grande? ¿Qué es eso de volver a tener un país donde se venere a los 30 Mil desaparecidos y lo que es peor, se pretenda continuar con sus sueños de una patria liberada?

La proscriben para impedir que nadie siga su ejemplo, para que nadie dude de que si se atreven a transitar por esa senda, las tapas de los diarios estarán para juzgar, condenar, perseguir, torturar y fusilar mediáticamente llegado el caso. “El miedo sólo sirve para perderlo todo”, alumbró Belgrano para todos los tiempos.

Alguna vez, en plena dictadura y en plena guerra de Malvinas, una Madre de la Plaza fue a marchar con un simple cartel de puño y letra que decía: “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”. Se llamaba Delia Giovanola la madre que interpeló de ese modo tan humilde y contundente, a la dictadura, pero también a la sociedad. Y también fue Hebe de Bonafini y sus compañeras las que marcharon cada 24 de Marzo uniendo la condena a los genocidas y al golpe de estado con el reclamo por la aparición con vida de sus hijos e hijas y el juicio y castigo a los culpables y el repudio al FMI y a la deuda externa y a los medios masivos de comunicación cómplices directos de la dictadura y contra el hambre y el desempleo y abrazando con sus pañuelos blancos a los pibes que asesinan los planes económicos que son planes de miseria para los pobres, y de lujuria y fortuna para los más ricos.

Sigamos marchando por la misma senda que esas Madres nos enseñaron, ni un paso adelante, ni un paso atrás.

¿O acaso los 24 de Marzo fueron alguna vez una cita con la tristeza, con la melancolía, con la derrota, con la resignación? Nunca. ¿O acaso alguna vez esa Plaza de Mayo fue el escenario para aprobar y manifestar a favor de las leyes de la impunidad, el indulto y el 2x1? Nunca. ¿O acaso la Plaza alguna vez fue un lugar donde concurríamos sólo a recordar, sólo a llorar, sólo a detenernos como estatuas de sal mirando el trágico pasado que nos inmoviliza y no nos permite ni la voluntad ni el oxígeno necesarios para seguir protagonizando nuestras luchas colectivas? Nunca.

Así como el golpe de 1976 fue una operación política y asesina de las clases dominantes que venían, según sus proclamas altaneras, a “reorganizar el país” en contra de los intereses nacionales y populares, también la resistencia popular al golpe y a las condiciones socio-económicas que lo enmarcaron, fue y seguirá siendo una resistencia política, más allá y más acá de partidismo alguno.

El 24 de Marzo es un patrimonio de todo el pueblo, ya nos pertenece a todos, pero sobre todo les pertenece a los que ya no están entre nosotros porque fueron desaparecidos físicamente. ¿Y qué quedó en pie entonces? Quedó la energía de aquella juventud que no quería gestionar el sistema, sino cambiarlo. Esa generación diezmada, como la bautizó Néstor Kirchner, es energía pura que debiéramos saber utilizarla para encender todas las antorchas necesarias que alumbren nuestros caminos y los de las próximas generaciones. La memoria sirve para eso, para encender esa energía que nos legaron los 30 Mil; de lo contrario, será pura melancolía y ya se sabe, la tristeza no construye horizontes.

El mundo cruje. ¿Nos damos cuenta que el mundo envejeció hasta volverse inhabitable cualquiera sea el terreno donde posemos la mirada?

La Marcha del 24 de Marzo concentra en un mismo día y en un mismo lugar, en cada provincia del país federal, una energía capaz de transformar la vida como la quisieron transformar los 30 Mil. Eso es lo que tenemos que discutir en serio. Hay que elevar la mirada, entonces, sabiendo además que toda lucha es política y que hoy estamos en peligro de perder la democracia, de verla transformada en su propia mortaja, corrompida por los medios hegemónicos (Clarín, La Nación, y sus repetidoras) y por una mafia judicial que reemplaza a las juntas militares de antaño. Entonces se hace imprescindible dar este debate fraterno para aprender juntos a cuidarnos como pueblo y para poder identificar al verdadero enemigo del pueblo, el poder económico financiero real, evitando la repetición de aquellos que el 24 de marzo de 1976 festejaron el fin del “caos peronista”, sin darse cuenta que los sables golpistas tenían el claro objetivo de proscribir, perseguir, exiliar, encarcelar, torturar, desaparecer y asesinar a nuestros compañeros y compañeras. Hacer memoria es hacer política y la política es lucha, es movimiento y es energía transformadora.

Dicho de otro modo: hacer memoria es marchar por un país y una democracia plena de justicia, porque sólo así construiremos esa victoria que aún les debemos a nuestros 30 Mil.