Haroldo Conti entre nosotros, como un león
Cuando salimos de la cárcel de la dictadura, lo hacíamos con el hambre de aquel que precisa de manera urgente saciar la panza y el alma. Entonces, deleitarse con el guiso maternal y el asado en el patio familiar iba de la mano con el gusto y el placer de reencontrarse con libros de poesías, con novelas antes prohibidas, con ensayos políticos, con revistas y diarios.
Yo dirigí la proa para intentar volver a leer a Paco Urondo, a Rodolfo Walsh, a Roberto Santoro, a Haroldo Conti, y a tantos otros como ellos. Era una manera de volverlos con nosotros y nosotras. Y en ese trance me encontré con Haroldo y su Mascaró, el cazador y La balada del álamo carolina y esa belleza de cuento que es “Cómo un león”.
Este pequeño poema me nació de un trazo, llorando y recordando al compañero preso que en la cárcel de Rawson me hablaba de Haroldo y que lo conoció y que le gustaba el río, igual que le gustaba a Walsh. Y entonces, cuando en 1984 no terminábamos de salir del horror de ver cadáveres y listas de desaparecidos que se iban sumando al horror que ya habíamos sufrido en el propio cuerpo, quise traer a Haroldo entre nosotros, vivo, remando en su canoa, alegre o triste, siempre saltando al camino, como un león.
Quise traer a Haroldo entre nosotros, vivo, remando en su canoa, alegre o triste, siempre saltando al camino, como un león.
Como un león (A Haroldo Conti)
Escribía Haroldo:
“Cruzo las vías y después de vagar un rato entre los galpones y las locomotoras abandonadas me
siento sobre una pila de durmientes como hacia cuando estaba el viejo. Naturalmente, me acuerdo
de él, y después de Tito o de cualquier otro y por supuesto, de mi hermano. De todos los que se
fueron. Es como si estuvieran aquí, a esta hora. Algunos me miran, otros me dicen cosas. Yo les
sonrío y a veces les respondo. Sé que tarde o temprano iré tras ellos. Tarde o temprano la vida se
me pondrá por delante y saltaré al camino. Como un león”.
De aquí hasta el muelle no cabe nada
mas que algún sueño bajo un farol,
Haroldo suma su voz de bruma
parece un cuento y es un león.
Isla sin tiempo para la espera
Haroldo aguarda su propio sol,
hombre de nidos, pinta alamedas
tanta poesía y es un león.
Vuelve del río y la distancia
escribe cartas a un pescador
eleva el ancla de nuestras dudas
cuida el camino, como un león.
De aquí hasta el cielo no cabe nada
mas que la lluvia de este dolor
y nuestro Haroldo que siempre vuelve
nos da la fuerza, como un león.
Haroldo vuelve en un barco viejo
-aquel que lo ha robado no mira más el sol-
Vuelve, guitarra, vino, amigo
Haroldo para siempre, como un león.