Gonzalo Chaves, el poeta

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    Gonzalo Chaves.
    Estación Borges.
HOMENAJE GONZALO CHAVES

Gonzalo Chaves, el poeta

11 Marzo 2024

Gonzalo Chaves, histórico militante del movimiento peronista, quien atravesó distintas épocas, aún las más oscuras, comprometido en la causa por la liberación nacional, junto a su padre Horacio, a su hermano Rolando y tantos otros compañeros quienes dejaron su vida combatiendo dictaduras, junto a la clase trabajadora, y por el retorno del General Perón.

El compañero Gonzalo, militante montonero, un protagonista de las luchas que brotaron en Argentina y el resto del mundo para terminar con la dictadura genocida instaurada en el año 76.

El negro Chaves, a quien hoy estamos homenajeando en las páginas de esta Agencia, y de quien quiero tomar un aspecto tal vez menos conocido para el ámbito militante que siempre lo abraza y lo convoca.

Me refiero a su labor, a su experiencia, a su pasión por la poesía.

Sí, dije bien, el compañero Chaves poeta, que conjuga fragmentos de su memoria con letra convocante y combativa; íntima y reflexiva.

Palabras desde el exilio, o de años posteriores que regresan al exilio, a ciertos patios de Madrid, con aquella "pequeña valija junto a finos papeles de letrista"; y ante el nacimiento de aquella Julieta que nació en abril: "hija del exilio la niña". O aquellos años mexicanos en los que recuerda la Colonia 20 de noviembre y nos acerca al lugar con sus aires cotidianos: "la tortillería está cerca la tienda de abarrotes está cerca", pero también nos trae de golpe a la Argentina lejana: "lo único lejos es el país donde nacieron".

Gonzalo en su escritura comparte experiencia, cercana, cotidiana, sin mayores sobresaltos, en la melancolía o en la resurrección del combate y la lucha de la clase obrera, junto a otros grandes poetas del exilio como Juan Gelman, Humberto Costantini, Jorge Boccanera y Alberto Szpunberg, quien dirá que valió la pena, que la poesía en estado de asamblea permanente fue posible, a pesar de la distancia, la represión y las ausencias, y que no lograron arrugar su frente.

Solo nos estaría faltando sentarnos a tomar un café con Gonzalo y preguntarle qué fue de aquel callejón, de aquella niña, de aquel paisaje, por si acaso el poeta tiene más para contarnos.