Néstor y la revalorización de la democracia, por Héctor Amichetti

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20 AÑOS DE KIRCHNERISMO

Néstor y la revalorización de la democracia, por Héctor Amichetti

22 Mayo 2023

La dictadura genocida no solo dejó con nuestros desaparecidos y muertos una herida abierta, dolorosa y difícil de cicatrizar con el paso del tiempo, dejó también un panorama desolador en lo económico, con el Estado y un aparato productivo debilitado, desindustrialización deliberada  y especulación financiera en auge, concentración económica y fundamentalmente una enorme deuda externa que se constituiría de allí en más en el mayor condicionante para los gobiernos democráticos que se sucedieron a partir de 1983.

Desde la recuperación de la democracia con la elección de Raúl Alfonsín como Presidente y durante 20 años seguidos, el pueblo argentino fue espectador y víctima de políticas que no respondían a sus intereses sino a los designios de los acreedores y de los intereses imperiales que, de manera extorsiva, empujaron a los gobernantes elegidos por el voto popular a la claudicación y el repudio popular.

Duros períodos alternados de hiperinflación y de relativa estabilidad, preanunciaron la furiosa tormenta  que habría de estallar en el país hacia fines del año 2001, con un helicóptero despegando presurosamente desde la terraza de la Rosada y sangre derramada en la plaza y en las calles; como respuesta al  desesperanzador grito “que se vayan todos” vino  -apenas un año y medio después- un flaco del sur que registraba en su currículum una buena gestión como Gobernador de Santa Cruz durante aquellos años previos, democráticos pero tumultuosos.

Con el respaldo de poco más de 4 millones de ciudadanos y ciudadanas, menos del 23% de los votos emitidos, y sin la oportunidad de ampliar su apoyo en una segunda vuelta, Néstor Kirchner se convirtió en Presidente de la Nación Argentina con un escenario devastado, donde reinaba la desocupación y extrema pobreza.

Su desafío fue enorme, su coraje mayor.

Como militante estudiantil durante aquellos últimos años en que la Resistencia Peronista le ponía punto final a la prolongada proscripción y como activo protagonista de la acción colectiva de una juventud maravillosa en la vuelta de la democracia y el retorno de Juan Perón a su patria, Néstor forjó ideales que supo mantener con coherencia a través del tiempo.

“Formo parte de una generación diezmada. Castigada con dolorosas ausencias. Me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a los que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”, fue parte de su juramento que supo cumplir sobradamente durante sus cuatro años de mandato.

“Vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades. No es rencor ni odio lo que nos guía, sino justicia y lucha contra la impunidad”. La derogación de las leyes de obediencia debida, de punto final y el fin de los indultos, significaron un paso fundamental en la valorización de la democracia permitiendo el arraigo definitivo en el pueblo argentino de una conciencia colectiva mayoritaria en torno a los valores de Memoria, Verdad y Justicia.

Néstor recuperó los principios fundamentales del ideario peronista, restauró las paritarias que durante una década se habían mantenido congeladas, se apoyó en la fuerza del movimiento obrero organizado y volcó los recursos provenientes de la riqueza nacional para apuntalar la reactivación productiva recuperando millones de puestos de trabajo y bajando a la mitad los índices de desocupación durante su gestión.

Néstor priorizó la redistribución de la riqueza, objetivo que luego profundizaría Cristina durante sus dos mandatos de gobierno, lo que en la Argentina y en gran parte del mundo actual representa una realidad efectiva poco menos que revolucionaria.

Aunque debemos reconocer que la mayor decisión en defensa de la soberanía fue, sin lugar a dudas, desandar el camino del endeudamiento externo y sacar al Fondo Monetario Internacional de nuestro país, despejando terreno hacia adelante para poder proyectar con independencia el destino de nuestra nación.

Su actitud patriótica adquiere gigantesca vigencia en estos días en que nuevamente el FMI, traído por los recurrentes cipayos de turno, vuelve a determinar desde sus oficinas en territorio del Imperio las medidas de ajuste que golpean al pueblo, apretando para quedarse con nuestros recursos y mantener nuestro status de país semicolonial.

Poco antes de morir, Néstor Kirchner decía: “El que es extremadamente educado, modosito, se porta muy bien y se inclina siempre frente al poder determinado y no defiende los intereses que tiene que defender, termina de rodillas y arrodilla al país”.

Su mensaje sacude a propios y extraños, si se pretende hacer honor a la auténtica democracia es preciso retomar ese rumbo iniciado hace ya 20 años.