No basta con pensar desde nosotros, para nosotros

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PENSAMIENTO NACIONAL LATINOAMERICANO

No basta con pensar desde nosotros, para nosotros

25 Julio 2023

El Congreso de Pensamiento Nacional Latinoamericano comenzó a concebirse el año pasado, a raíz de la iniciativa de un equipo de docentes e investigadores universitarios y otros pertenecientes a diversas organizaciones académicas y metaacadémicas no universitarias. De aquel primer coloquio —de honda significación— emergió la idea de instituir un foro. El presupuesto basal fue el de reunir toda la información posible sobre las actividades que venían realizándose en referencia a ésta matriz de reflexión creativa. 

En su tiempo Nuestros maestros y maestras, nos legaron explícita o implícitamente tal responsabilidad. No obstante cumplir con tal premisa, hasta el momento, no contábamos con un verdadero estado del arte. Ocurrió entonces durante el 2022, que la convocatoria a dicho coloquio constituyó un hecho inédito, ya que participaron una ingente cantidad de organizaciones, incluso algunas que desconocíamos. De la estimable actividad del foro surgió posteriormente la iniciativa de convocar a un congreso el latinoamericano. Asumiendo la iniciativa del primer encuentro, pudimos constatar con gratísima sorpresa el ostensible crecimiento de nuestra matriz, no sólo en nuestro país, sino por el notable desarrollo observado en otros países como Venezuela, Colombia, Uruguay, Cuba, México, Brasil, Ecuador, Bolivia y Guatemala.

Estupor nos generó además la concurrencia, ya que despertados por el interés de un congreso de estas características concurrieron —de manera presencial o desde la distancia— muchos representantes de nuestra América. 

De esta forma, pudimos corroborar que aquello que pronosticaban quienes nos precedieron, floreció y que tal crecimiento fue debido, como sostuvieron en su tiempo, al agotamiento de un pensamiento “infatuado de sabiduría prestada”, de matrices trasplantadas por la fuerza. Como enseñaba Simón Rodríguez, mentor de Simón Bolívar: «el que copia se equivoca», y es por ello que resulta imperiosa la búsqueda de la autenticidad. Si se analiza con detenimiento la historia de la humanidad, todas las grandes culturas y civilizaciones surgieron a partir del autorreconocimiento, de la exploración y explotación de la propia singularidad identitaria. 

En tal sentido, lo que intentamos a partir de este congreso fue indagar sobre el carácter específico de una originalidad americana que —mientras no sea reconocida ni asimilada—  impedirá sin duda alguna atravesar con éxito las circunstancias evolutivas, inherentes a la maduración y a la trascendencia vital de nuestros pueblos.

Cabe señalar que desde diferentes sectores del pensamiento hegemónico suele sentenciarse hasta el hartazgo «copiar experiencias exitosas», como si fuera posible trasladar automáticamente —sin gravosas consecuencias— la experiencia japonesa o la sueca a nuestra américa resultando tal dispositivo, a todas luces, rayano con lo grotesco. Sin embargo, debe reconocerse que la tentación imitativa es seductora en sumo grado: «y bueno, si a ellos les fue bien, ¿por qué no copiar?», insisten. No obstante, sin dejar de lado la indagación sobre la originalidad, el intercambio con otras culturas puede enriquecer en un marco de reciprocidad. Nuestra matriz supone también la adopción crítica —adecuar algo que es útil— y no la copia acrítica que deviene, invariable, en consecuencias disvaliosas y con frecuencia irreversibles. 

Sobre esa tendencia a la imitación compulsiva debatimos en el congreso generando más de setenta espacios de debate, ochenta coordinaciones, cuatrocientas cincuenta ponencias, trescientas exposiciones con la presencia de más cuatrocientos investigadores, veinte talleres, once paneles y la presentación de veinticuatro libros. Hubo exposiciones presenciales, pero también dispositivos «híbridos», que enriquecieron la experiencia permitiendo que muchos compatriotas de otros países latinoamericanos pudieran presenciar los encuentros.

Hay que reconocer de modo explícito que este acontecimiento no hubiera podido llevarse a cabo sin la preclaridad de los fundadores de nuestra universidad: Ana Jaramillo y todo el equipo, ellos crearon el ámbito fecundo para que fuera posible.

Yo recuerdo perfectamente que hace unos veinticinco o treinta años, una iniciativa como esta hubiera resultado imposible: «no, eso ya terminó, ya fue...», esa era la clase de respuestas comunes que obteníamos de distintas universidades. A propósito, vale recordar algunas palabras que —en uno de mis textos anteriores— señalara oportunamente: 

Desde la época en que algunos de nuestros héroes, patriotas, próceres latinoamericanos se imaginaron un destino común, venimos gestando esta unidad con dificultades, con tropiezos; pero me parece que es un devenir constante y este tipo de situaciones habla de la riqueza del pensamiento en toda la región. ¿Qué es lo que podemos rescatar como mensaje genérico? Más allá de que seguramente hay un montón de facetas, existe lo que podríamos llamar «ejes conductores» de lo que está pasando en los distintos países de nuestra región. 

Puedo resumir esta reflexión precedente con una frase de Ana Jaramillo que me parece sustancial: «así como a veces hay que sustituir importaciones, hay que sustituir ideas prestadas». 

Este acontecer se manifestó claramente en el Congreso —en especial en las reuniones con los hermanos de los distintos países— a través de la búsqueda de esos ejes conductores. Somos conscientes que en toda Nuestra América se encuentra agotada la costumbre de copiar, es decir, de importar acríticamente las ideas, sean las que fueran. Así, en su momento, fueran algunos aspectos del liberalismo más clásico, después, de ciertas posturas marxistas muy dogmáticas, características de ciertos progresismos burgueses. 

Es decir, en Nuestra América debe abandonarse la manía de calcar desde el punto de vista epistemológico, desde el punto de vista teórico, teniendo ahora además en especial consideración la irrupción en nuestra región de la textualización de los escritos provenientes de la filosofía andina que —de alguna manera— ya están influyendo en tres o cuatro países, incluso en sus constituciones. América es una civilización, nos guste o no —o les guste o no, para nosotros este mandato es imprescindible— nuestra civilización americana se está terminando de conformar y esta cuestión debe ser aceptada por los filósofos más tradicionalistas. Tienen que aceptar que existe una filosofía latinoamericana, que hay un pensamiento latinoamericano que es complejo e integrador. 

A partir del Congreso, el foro, con la presencia de muchas agrupaciones universitarias y no universitarias se amplió. Todavía no somos del todo conscientes de la trascendencia, la magnitud de esta experiencia, es por ello que designamos una comisión organizadora, porque necesitamos dotarlo una mínima organicidad. Y es llegado a ese punto que surge inmediatamente la idea del Foro Confederal Latinoamericano; porque el sueño de la patria grande hay que intentarlo por otra vía, no exclusivamente por los acuerdos económicos o políticos, sino partiendo del encuentro cultural, del encuentro histórico y, entonces, hacia allá vamos. Verificar entre todos si esta unidad que siempre se intentó desde la superestructura —encarado desde lo estatal— puede lograrse ahora a partir del encuentro científico, académico, paraacadémico, cultural. En eso creemos. 

Las publicaciones del Congreso van a ser de libre acceso, se están procesando todas las ponencias —porque son más de cuatrocientas— más todos los vídeos y van a estar incorporados dentro de las páginas de las instituciones participantes con capacidad de hacerlo. Después, desde luego, los contenidos van a estar compartidos con todas las organizaciones que tengan similar capacidad. Hoy es mucho más fácil hacerlo, así que ya estamos trabajando en eso. Y después, obviamente, vamos a elaborar un documento con esta proposición del confederal latinoamericano. 

Para quienes participamos la actividad fue regocijante el afecto recibido de  los participantes. Una notoria presencia de la dirigencia sindical, inclusive de pequeños empresarios, de todo un universo reflexionando que hay que pensar diferente, que tenemos que ser auténticos completa el espíritu del encuentro. Finalmente no basta pensar desde nosotros, para nosotros. Es preciso que esa reflexión se oriente a establecer claramente cuáles son nuestros intereses; acá están en juego los intereses. Estamos muy entusiasmados y, en verdad la sorpresa transmuto en potencia.

 

*Francisco José Pestanha es abogado, docente y ensayista. Profesor titular ordinario del seminario Pensamiento Nacional y Latinoamericano de la Universidad Nacional de Lanús. Actualmente se desempeña como director del Departamento de Planificación y Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Lanús. Colaboró Pablo Núñez Cortés.