Por Perón, por Evita, por Trelew
Por Alberto Camps*
Se cumple el segundo año desde aquella madrugada del 22 de agosto de 1972. Como toda conmemoración, pensar en aquel 22 es pensar cuáles fueron las condiciones que produjeron ese hecho y en el camino recorrido desde entonces hasta ahora. En todo enfrentamiento se reconocen políticas que representan intereses contrarios. En nuestro país hace muchos años que se enfrentan dos políticas, la de la Nación y la del imperialismo, y en aquel agosto en la base Zar estuvieron presentes provocando esa masacre.
Pero sabemos que no fue la primera; podemos reconocer antecedentes en la Patagonia ensangrentada por el Coronel Varela, en los basurales de José León Suárez, como su continuidad el 20 de junio en Ezeiza y en los atentados diarios a los militantes populares. Los compañeros muertos en Trelew eran parte del pueblo en lucha por su liberación, y los asesinos Bravo y Sosa representantes fieles de la Marina y de aquellos que nos quieren vender la dependencia, con su bota de miseria y humillación, con el nombre de Gran Acuerdo Nacional. Porque ese GAN, que tuvimos que destrozar en las urnas, hostigar con las armas, y repudiar en las movilizaciones, era, en síntesis, el intento de dar continuidad a la política de la Revolución Argentina, proimperialista y, por correlato, antipopular. Necesitaban cambiar las formas, se veían necesitados de lograr un aval político y en la Argentina el aval político que permite vehiculizar un proyecto, pasa por el peronismo. Porque dieciocho años de resistencia peronista demostraron claramente que sin la participación del pueblo es imposible implementar un proyecto político con estabilidad social, sin tener que recurrir de manera sistemática a la represión.
De ahí los intentos de «integrar» al Movimiento Peronista a su política; pero el pueblo peronista no apoya ni apoyará, porque contraría todos sus intereses, proyectos que no conduzcan a la liberación nacional y social. Muchas fueron las formas con que intentaron doblegar la voluntad popular, como después del 55, prohibiendo por decreto el peronismo, porque la política proimperialista reconoció en él al hecho maldito y en Perón a su más importante enemigo. De allí que siempre le asignan importancia estratégica a la destrucción del Movimiento Peronista, y aún hoy es su objetivo más codiciado. Para ello no se ahorraron represión, que es el correlato necesario de la política proimperialista que niega las reivindicaciones populares; porque el reclamo vuelve necesario una política de liberación que cuestione la explotación a la que nos somete el imperialismo, y éste en su intento de perpetuarla, debe recurrir de manera cada vez más sistemática a todas las formas de represión.
Por eso en el GAN, como en cualquier proyecto proimperialista, no existe la representación popular y sí la represión al pueblo.
Apelaron en la última etapa de la Revolución Argentina a trampas legales inventadas por Mor Roig, el ballotage y la cláusula del 25 de agosto, pensados especialmente para proscribir la postulación de Perón a la presidencia. Otros gorilas como Mor Roig, pero dentro del Movimiento, harán el juego al GAN saboteando la política de Perón. Era la burocracia sindical que propugnaba fórmulas que implicaban la autoproscripción. El ejército torturaba, la marina asesinaba, mientras Villar robaba cadáveres y la partidocracia liberal avalaba con su silencio cómplice.
A todo esto respondió Perón, como lo hizo el pueblo, repudiando la masacre de Trelew, la política sanguinaria de las Fuerzas Armadas. A su vez, este pueblo sintetizaba en su lucha por el retorno del General Perón la opción irrevocable por una política de liberación.
Todos sabemos cómo con la conducción de Perón y el esfuerzo del Pueblo, con sus organizaciones político-militares, destrozamos el Gran Acuerdo Nacional.
La política imperialista sufrió una importante derrota, había perdido una batalla, pero no estaba vencida. Se retiraban en el momento oportuno para retomar la iniciativa. Lo harían encubriéndose en circunstancias dolorosas y en los traidores a la causa popular.
Muchos han sido los hechos importantes desde el 22 de agosto del 72, pero los déficits que surgen después de la muerte del General Perón nos marcan en toda su dimensión la importancia de su presencia para llevar adelante este proceso. Y la importancia de su herramienta fundamental, el Movimiento Peronista.
Las estructuras del Movimiento se encuentran hoy frente al riesgo de ser vaciadas de contenido, de ser vaciadas de representatividad popular, es decir, el riesgo de muerte. El proceso de lucha y desarrollo de nuestro Movimiento exigía transformaciones, la muerte de Perón las vuelve indispensables y urgentes.
Sólo él podía poner y sacar un delegado personal como Paladino cuando comenzara a hacer el juego a los intereses del enemigo. Era él quien velaba para que ese movimiento en su unidad con contradicciones avanzara en pos del objetivo de Liberación. Muerto Perón no hay persona capaz de reemplazarlo; sólo la participación popular dentro de las estructuras del Movimiento puede garantizar que se cumpla ese objetivo.
El imperialismo tiene bien presente el importante papel que juega el Movimiento Peronista dentro del campo de la Nación; es por eso que sus personeros dentro del movimiento, el vandorismo y el lópezreguismo, se han lanzado a la ofensiva para adueñarse de las estructuras del Movimiento. Ofensiva que se gestó durante la vida del general Perón, pero que se desencadenó recién después de su muerte, porque él significaba un freno fundamental. Esta ofensiva tiene como objetivo principal las estructuras del Estado y del Movimiento. Hoy, ya alcanzados muchos objetivos de esta ofensiva, nos quieren vender un resucitado GAN con el nombre de Unidad Nacional, porque un peronista y un oligarca no se pueden unir jamás, al menos que el oligarca deje de serlo o, como pretenden ellos, el peronista deje de ser peronista. Por eso velaron al ministro político de Las Fuerzas Armadas en el lugar donde deberían haber rendido cuentas de sus actos. Nos las quieren hacer ver como intérpretes de la voluntad popular, cuando el pueblo recuerda muy bien que no respetaban más voluntad que la de sus intereses. Otros permiten esta política olvidándose del mandato popular. Como aquellos que, cuando votan en las cámaras el presupuesto militar, pagan los sueldos de los asesinos Bravo y Sosa, de los torturadores y verdugos de Brandazza, que forman parte de las FF.AA. deshonradas, porque no hay mayor deshonra que atentar contra el pueblo, guardando en su seno a criminales y torturadores. Ya deberán responder a nuestro pueblo de esa complicidad. Por eso aquellos que se comprometieron a investigar crímenes y no lo han hecho, hoy lo permiten con su indolencia. Como el caso de los atropellos de Villar, por los que nunca respondió; como cuando allanó la sede del Partido Justicialista para robar los cuerpos de los compañeros allí velados. Y hoy insiste en su manía: el profanador de sepelios, ayer usaba tanquetas; hoy utiliza grúas, pero la política es la misma y actúa con igual impunidad. Como aquellos que repudian la violencia, pero la violencia popular, que repudian la muerte de Mor Roig, pero callaron y siguen callando frente a Trelew.
Nuestro pueblo votó por sus. tres banderas, por la patria justa, libre y soberana, y aquellos que hoy no hacen justicia sientan bases para la opresión, y con opresión no hay soberanía. La ausencia de Justicia para Trelew es un indicador más de esa continuidad, otro indicador de la represión y la tortura toleradas, porque la ofensiva se da en todos los terrenos, debemos oponernos a ella apelando a todas las formas, buscando que ellas se complementen, teniendo en cuenta que hay terrenos en los que no podemos perder la batalla. Una de ellas, la más importante, está en dar al Movimiento Peronista la democratización necesaria para que represente a su único heredero: el pueblo peronista. Porque esto es determinante de su existencia y esta existencia es determinante de la posibilidad de concretar un Frente de Liberación Nacional en corto plazo. Esta, compañeros, es una batalla que no podemos perder, cueste lo que cueste, y caiga quién caiga. Esa es nuestra tarea y sabremos cumplirla.*
*Nota publicada en la revista La Causa Peronista el 20 de Agosto de 1974.
Las imágenes pertenecen al archivo personal de Roberto Baschetti