¿Remus Tetu era peronista?
Por Diego Kenis
La historiografía oficial asocia al nazi rumano Remus Tetu con el peronismo. Razones no faltan, ya que Tetu ingresó al país a comienzos de los años ’50, luego de abandonar su Rumania natal tras la caída de la dictadura aliada al nazismo, de la que había sido juvenil dirigente. Poco después, en 1953, comenzó sin aval académico alguno su carrera docente en el Instituto Tecnológico del Sur que daría base a la Universidad Nacional del Sur (UNS). Dos décadas más tarde, durante el tercer gobierno peronista pero con Juan D. Perón ya fallecido y José López Rega y Oscar Ivanissevich en pleno ascenso, Tetu fue designado rector interventor de la UNS. Desde ese cargo, financió y dirigió la versión bahiense de la Triple A junto al sindicalista Rodolfo Ponce, por entonces diputado nacional del FREJULI.
Sin embargo, es igualmente cierto que fue también un gobierno peronista el único que decidió una cesantía en su condición de docente universitario. Ocurrió en octubre de 1973, a poco de la asunción de Perón, y por impulso de la Asamblea de Estudiantes de Humanidades, en cuyo Departamento se desempeñaba. Una lectura de los documentos de época permite conocer la opinión de la militancia estudiantil y abrir el análisis histórico a una nueva perspectiva.
Los servicios de la inteligencia policial infiltrados en la asamblea del 28 de agosto de ese año lo dejaron consignado en un parte recuperado por la Comisión Provincial por la Memoria. Durante el mitin, que reunió una convocatoria de 400 personas, “se lo atacó (a Tetu) por llamarse peronista, siendo que estuvo durante los últimos 16 años al servicio de organismos militares (y) citando al editorial local (sic) La Nueva Provincia, del cual fue en el año 1956 corresponsal en Europa por los méritos logrados en esa empresa”. El informe de inteligencia agrega que la Juventud Universitaria Peronista, que había convocado a la asamblea junto a organizaciones estudiantiles comunistas, “desautorizó al profesor en cuestión como peronista”. En el mismo sentido se expresaría, menos de dos años después y ante otra asamblea de gran concurrencia, David "Watu" Cilleruelo, militante de la Federación Juvenil Comunista asesinado días más tarde por los matones que respondían al recién asumido interventor. Los espías navales apuntaron que "Watu" acusó a Tetu de actuar al servicio del Imperialismo “con el apoyo de la Marina, que era la única arma que había bombardeado al pueblo indefenso”.
Similares antecedentes se mencionan en el volante adjunto al parte de inteligencia policial de agosto de 1973. Titulado Por qué queremos destituir al profesor Remus Tetu y circulado antes y durante la asamblea, el documento denuncia el bajo nivel pedagógico demostrado por sus clases y la falta de acreditaciones académicas respecto de su formación. Tetu, que en 1949 había escapado de Europa declarando el oficio de mecánico, se atribuyó en Argentina grados académicos que decía haber obtenido en Rumania pero nunca certificó. La ausencia de acreditaciones fue eximida como requisito para una nueva contratación docente del nazi rumano, en 1968. Quien autorizó la excepción fue el radical Roberto Etchepareborda, interventor del Departamento de Humanidades por la dictadura de Juan Carlos Onganía.
El volante estudiantil también recuerda los “servicios como editorialista y comentarista” de Tetu en el diario La Nueva Provincia, de furiosa prédica antiperonista. Además, el documento recalca que en 1956 se desempeñó como corresponsal del matutino en Europa. El énfasis que la juventud militante puso en la fecha no es casual, ya que el interventor aludía “haber sido separado de su cargo (docente) en 1955 por su militancia peronista”.
En la década siguiente, apunta el informe estudiantil, Tetu se desempeñó como profesor en la Escuela Nacional de Guerra, durante la ya mencionada dictadura de Onganía, ante quien llegó a exponer la primera parte de su Atlas de Desarrollo y Seguridad, en el acto de clausura del Curso de Defensa Nacional. Dos años más tarde dictó clases en el Seminario de Intereses Nacionales, al que la militancia juvenil universitaria agregó con razón el prefijo “anti”. El recuento de antecedentes indica que el vicealmirante Jorge Duyós, comandante de la siempre antiperonista Aviación Naval, lo felicitó por su carrera y le prometió que lo tendría en cuenta para colaborar con el Consejo Nacional de Seguridad (CONASE), del que era secretario.
En la misma época, Tetu colaboró con la oficina de investigaciones económicas de la Corporación del Comercio y la Industria de Bahía Blanca. La entidad retribuiría esos servicios con el expreso respaldo institucional a su intervención universitaria, tal como se lee en el parte oficial de prensa de la UNS del 11 de marzo de 1975.
La información detallada en el volante de la Asamblea de Estudiantes de Humanidades ofrece un panorama más completo respecto de las fuerzas sociales que sostuvieron a Tetu en épocas en que incluso estaba prohibido nombrar a Perón. También permite estimar su capacidad de supervivencia política, que ostentaba ante los y las estudiantes que lo sufrieron en los años previos a su jubilación. Cuando un grupo ingresó al aula para recriminarle su accionar, Tetu se jactó de haber sido “peronista con los peronistas, radical con los radicales y, de haber nacido en Suecia, seguro socialdemócrata”.
El episodio ocurrió en 1984, cuando la renacida Federación Universitaria del Sur reclamó a la gestión normalizadora del radical Pedro González Prieto la expulsión del nazi rumano. Soplaban vientos primaverales, pero no fueron suficientes para desterrar el añejo pasado: González Prieto, que había sido interventor de la UNS durante la dictadura iniciada en 1955, dejó morir el pedido estudiantil pese a detallar el accionar criminal de Tetu en un minucioso y preciso informe de sesenta y seis puntos. De ese modo, el antiguo líder de la Triple A bahiense pudo volver a su Rumania natal. Allí murió en 2003, libre y jubilado como docente, un oficio para el que nunca acreditó formación alguna.