Analizar a Venezuela en el marco de una región que ha disputado su independencia
Por Luis Wainer *
A la hora de analizar el devenir de los países latinoamericanos, sobre todo Venezuela, debemos hacerlo sin perder de vista un corrimiento regional iniciado en el último tiempo. El ciclo de gobiernos progresistas comenzado con Hugo Chávez en 1999, encontró una decáda y media después, una serie de intentos sincronizados, por parte de las derechas continentales, de reagruparse. Estas confeccionaron acciones que buscaron articular presión judicial, económica y mediática para desmontar la centralidad del Estado en los asuntos económicos, los altos niveles de popularidad de algunos dirigentes, distintas políticas en materia de soberanía y, sobre todo, una inédita elaboración de instituciones de cooperación regional no neoliberal, que encontraron su punto más alto en una CELAC que tuvo a Cuba en su presidencia.
Indicadores del corrimiento del escenario regional.
La parálisis de organismos supranacionales como Unasur frente al golpe de Estado en Brasil, la crisis que presentó Mercosur en torno a la posición –fundamentalmente- por parte de Argentina, Brasil y Paraguay buscando expulsar a Venezuela, o el avance por parte del gobierno argentino en cuanto a “quitar obstáculos” que impidan la explotación de hidrocarburos en las Islas Malvinas, son indicadores de dicho corrimiento. El caso del golpe a Rousseff ilustra el modo en que las derechas continentales, en clara sintonía con el gobierno-sector privado estadounidense, buscaron ganar tiempo impidiendo a Venezuela asumir la presidencia pro tempore que le correspondía. Con Michel Temer como nuevo presidente, dejaron al organismo sin política, determinando en el corto plazo la expulsión definitiva de Venezuela y en el mediano el retorno del Mercosur a su base librecambista.
Asedio sincronizado y sostenido. En el caso de Venezuela, el escenario desde hace algunos meses, ha sido de una violencia organizada incesante y una sincronía internacional de desestabilización vía comunicacional, política y económica, pocas veces vista; junto con las declaraciones permanentes de tono injerencista de organismos supranacionales como la OEA, los socios fundadores del Mercosur –convirtiendo al organismo en un órgano de persecución a Venezuela- y los principales dirigentes norteamericanos en una avanzada en materia de sanciones y amenazas injerencistas.
Se develan así las diferentes dimensiones y estrategias que operan en conjunto: presión política vía organismos internacionales y diplomacia; presión económica y desabastecimiento criminal; acciones de sabotaje; intento de juicio político por acusación de abandono del cargo; montaje de escenario violento en las calles; intento de sedición en las FFAA; seguido de amenaza de intervención en caso de “mayor inestabilidad”. Mientras la violencia aumentaba y la guerra económica ahogaba a buena parte de la población, bandas organizadas expresaron incesantes situaciones de terror, buscando mostrar al mundo una situación ingobernable, susceptible de ayuda humanitaria y de intervención. Las últimas semanas de campaña hacia la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) contaron con el recrudecimiento de las amenazas (sanciones) por parte de Estados Unidos y el inmediato cumplimiento de países como Argentina, Brasil, México, Colombia, Chile, Perú, Panamá y Costa Rica a los postulados del norte.
La ANC, una institución sui generis que conmovió el mapa político. Ese escenario hacía difícil un acompañamiento masivo a la ANC el pasado 30 de julio. Pero la ANC permitió la emergencia de nuevas dirigencias de base, con propuestas ancladas en sus sectores y territorios y una campaña montada sobre la necesidad de paz, acompañada por una parte significativa de la población. Si la ANC triunfaba, debíamos esperar una violenta reacción en términos regionales y mediáticos: la elección puso en discusión la vocación de la oposición por solucionar los problemas que aquejan a la población venezolana. Luego de la demostración, al menos temporalmente, que la ANC calmara las calles y desarmara, una vez más, anhelos urgentes de la oposición local, entonces la disputa se concentraría en el ámbito internacional. Hace algunas semanas, en San Pablo, vimos como los socios fundadores del Mercosur, finalmente cumplieron su cometido: desarmar -ahora oficialmente- un Mercosur que desde 2015 ya no miraba hacia América Latina: esta vez el argumento fue la avanzada de Venezuela en cuanto a la elección de la ANC.
Entonces, más sanciones. Estuvo el vicepresidente norteamericano Mike Pence recorriendo algunos países de la región celebrando el cambio de rumbo y pidiendo concesiones programáticas, de cara a venideras inversiones extranjeras. Una de ellas, acentuar la política anti Venezuela. En un contexto donde distintos dirigentes opositores estaban reunidos en Miami junto a funcionarios norteamericanos, pidiendo la profundización de la injerencia, se solicitó la aplicación de nuevas sanciones contra Venezuela, las cuales fueron rápidamente cuestionadas por países como Rusia, China, India o Irán, socios del país bolivariano.
Recordemos que las sanciones económicas implementadas, tal como lo esperábamos, pasaron de aquellas dirigidas puntualmente a funcionarios del gobierno bolivariano, a otras denominadas de “amplio espectro”, que buscan afectar al petróleo y ahogar financieramente al país. Aun cuando sobre esto no existe unanimidad, debido a dos motivos: el potencial daño para la propia economía estadounidense, ya sea por el aumento del precio del petróleo como consecuencia de las sanciones o; los necesarios cambios en cuanto al reemplazo del crudo venezolano por otros que requieren de otra tecnología distinta a la adaptada. Tal como afirmara la analista Silvina Romano, las sanciones se suman al recorte/suspensión de préstamos o a la suspensión de exportaciones e importaciones de productos fundamentales para la economía, buscando generar aislamiento, incertidumbre y desconfianza de la población frente a las medidas del gobierno.
Desafíos. El Consejo Nacional Electoral convocó a las elecciones regionales para el próximo 30 de octubre, situación que puso a la MUD frente a la decisión de participar o no de las mismas, dado que durante largos meses han sostenido que la batalla era por medio de la violencia de calles. Podemos imaginar que esta decisión –además de la derrota que les significó la elección de la ANC- trajo nuevas fracturas a la oposición traducidas en los 196 candidatos que se han inscripto para competir en los 23 Estados del país, buscando no perder capital político y territorial.
En paralelo, la flamante ANC decidió poner el foco en dos ejes: el económico, a los efectos de buscar nuevos motores para contrarrestar la dependencia del petróleo y las sanciones, al mismo tiempo que profundizar su relación con los socios mencionados; y el comunicacional, dándose una nueva estrategia en el plano nacional e internacional, como hemos visto la pasada semana en la ronda de prensa simultánea con comunicadores de una vasta cantidad de medios extranacionales.
* Sociólogo UBA-UNSAM. Coordinador del Área de Estudios Nuestromericanos - Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (AEN-CCC)