"Del FMI viene…lo que al FMI va", por Guillermo Moreno
Por Guillermo Moreno, Pablo Challú, Walter Romero y Marcos Von Ifflinger*
Salvo en los orígenes mismos de nuestra nacionalidad (siglo XVII), la existencia de dos “visiones económicas”, en apariencia antagónicas, “entre lo agropecuario y lo industrial”, ha sido el conflicto central imperante al momento de definir los instrumentos que propicien el crecimiento, el empleo y la distribución progresiva del ingreso al interior de la sociedad.
La excepción podría ubicarse en el periodo 1607-1768, cuando en los treinta pueblos que constituían las “Misiones de Indios Guaraníes”, la innovación tecnológica no solo permitió el sembrado, producción y exportación de la Yerba Mate bajo el rotulo de “Té del Jesuita”, sino también el eficiente manejo de las “vaquerías” con la manufactura de sus subproductos: carne, cebo y cuero.
A partir de allí, los esquemas contrapuestos estuvieron siempre presentes:
• por un lado el agropecuario-exportador, aupado en la decisión estratégica Británica de disminuir agresivamente (en su mercado) el precio de los alimentos1, al importarlos de terceros países2, y
• por el otro, el de sesgo industrial, que estimulaba la actividad manufacturera al protegerla de la competencia extranjera incentivando la sustitución de bienes importados. Argentina: sobre la expansión de la frontera agropecuaria y productividades dispares.
A diferencia de lo ocurrido con la “conquista del oeste” en Estados Unidos, la expansión de la frontera agropecuaria, en estas tierras, incorporó aquellas de menor productividad a las preexistentes.
Ello conllevó que el incremento de los “costos primos”, en los nuevos espacios económicos, aumentara el precio de venta final para el conjunto de la producción alimenticia.
Fue así que en la “zona núcleo” de la Pampa Húmeda, a partir del “arrendamiento rural” 3, emergió un “beneficio redundante, generado en el mercado, independiente del trabajo humano y obtenido por el ejercicio exclusivo de la explotación de algún recurso natural”, denominado “renta extraordinaria”.
La “tasa de acumulación de capital”, que deviene de ese modo de explotación del “recurso tierra” (que se asemeja al del “Señor Feudal”, pero sin incurrir en sus costos), generó un símil de la “enfermedad holandesa”4 al interior del aparato productivo argentino, que minimizó la rentabilidad del sector industrial (dificultando su consolidación y expansión) si no se lo “cobija” bajo el “manto protector” de las políticas públicas.
En este marco, el debate al interior de la sociedad, tal cual se expusiera en “Desarrollo Industrial, el Aluminio Argentino” (BAE Negocios 20/12/2021), quedó subsumido en derredor de dos conceptos claves:
• El de la "competencia" (ordenadora del comportamiento individual para obtener el "punto óptimo" del funcionamiento social), que se vale de la apertura indiscriminada del mercado doméstico a los bienes importados, menospreciando sus consecuencias negativas, productivas y sociales, so pretexto del paradigma de la "destrucción creativa"5,
• El de la "mancomunidad" (entre personas físicas o jurídicas, para la "realización" particular y comunitaria), que propone al interior de la empresa un plan de negocios (amén de que maximice la rentabilidad) con una finalidad superior: la búsqueda del bien común.
Llegado este punto, la confrontación “inter modelos” alcanzará su máximo grado de difusión pública, en las próximas semanas, entre:
• los que demanden un Tipo de Cambio Competitivo ($/U$S), {complementado con Derechos de Exportación, Ley de Arrendamientos en la Pampa Húmeda, y un “Bono Compensador de Largo Plazo” para los Terratenientes alcanzados, tal cual se desarrolló en “Hay que acordar con el FMI, pero ¿cómo?’ (BAE Negocios 13/12/2021)} y la Administración del Comercio Exterior (ACE) {que facilite la consolidación de las unidades industriales locales en el mercado interno y su expansión sobre los externos}, para hacer rentables las actividades manufactureras, y aquellos que hagan suyas y defiendan las características intrínsecas que presentará el “Contrato de Mutuo”, que oportunamente se firmará con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para renegociar, a partir de un Acuerdo de Facilidades Extendidas, la deuda exigible.
El FMI y los “modelos en pugna”
Hace muchos años anidó, en la “conciencia popular”, un dicho (en referencia a declaraciones papales sobre la coyuntura local) que rezaba: “del Vaticano viene lo que al Vaticano va”.
La presente negociación con el Organismo Multilateral de Crédito, también se podría encuadrar bajo los mismos decires.
El actual oficialismo, continuador del esquema económico de la administración anterior sostiene, en los hechos, desde sus visiones Socialdemócratas (en consonancia con las Neoliberales) y actualizadas en las ideas Globalizadoras del Consenso de Washington, que los Países Hispanoamericanos deben “renunciar” a pretender alcanzar un sector industrial relevante, al interior de su entramado productivo, e irrumpir decididamente en la “era Post Industrial”.
El Comunicado de Prensa del FMI, dado a conocer el 10 de diciembre próximo pasado, lo refleja con meridiana claridad aunque no aparezca explícitamente mencionado en las negociaciones; ya que el sesgo macroeconómico sugerido es decididamente anti-industrial.
El esquema que se deriva busca centralmente prohijar: las exportaciones.
tradicionales (trigo, maíz, soja, etc.) despreocupándose del adecuado abasto y del correcto precio en el mercado local, las tasas de interés reales positivas y el mantenimiento del mayor número de asignaciones sociales posible.
En síntesis: se propicia un modelo productivo agroexportador, con una
incidencia relevante del sector financiero, y un complemento asistencialista para los que finalmente serán ¡¡estructuralmente excluidos!!
Va de suyo, que los principales sectores impactados de manera:
• beneficiosa serán los propietarios de la tierra en la zona núcleo de la Pampa Húmeda, los vinculados a la explotación minera y el financiero ampliado; y
• perjudicial serán los industriales, los pequeños y medianos productores.
vinculados al mercado interno, los trabajadores, jubilados y pensionados.
Por el contrario, en la vereda opuesta, están quienes propugnan un crecimiento equilibrado con justicia social.
Estos buscan impulsar la industria, los servicios, la logística, el comercio mayorista y minorista y el pleno empleo productivo, creando condiciones de eficiencia y eficacia en toda la economía.
Para lograrlo, es imprescindible implementar las decisiones de política económica que tiendan a igualar las productividades intersectoriales.
Contrario sensu, todo aquel diseño que no contemple este diferencial (como se desprende del comunicado de prensa ut supra señalado) tiende, al margen de los objetivos que se proclamen, a profundizar el esquema primario agroexportador y decididamente antipopular.
Solo un gobierno con claridad conceptual, y que ponga el acento en resolver (con las medidas instrumentales adecuadas) la aparente dicotomía de los esquemas en pugna, negociará correctamente con el FMI y facilitará la implementación, de una vez y para siempre, de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y sustentable (MoDePyS), con orientación a la producción.
Agradecemos la colaboración de Marcos von Ifflinger
Versión narrada con locución de Ivan Zimberlin disponible en Youtube: https://youtu.be/obSQ7RCdgTY
1 En 1815 el Parlamento ingles promulgó la “Ley de Granos” que prohibía las importaciones de trigo y cereales por debajo de cierto precio. Esta normativa afectó tanto a los trabajadores como a empleadores.
Estos últimos argumentaron que, el elevado precio de los productos alimenticios acarreaba ineludiblemente un aumento en los salarios que, a su vez, presionaba al alza los productos, disminuyendo la competitividad respecto a terceros mercados. Posteriormente en 1846, la organización británica (Anti-Corn Law League), fundada en 1839 y compuesta principalmente por los empresarios industriales, logró su derogación.
2 Ello permitió, entre otros países, a la Argentina, Canadá, Australia y Nueva Zelanda irrumpir, con su producción primaria, en los flujos internacionales de comercio.
3 Solo las tierras de alta productividad, facilitan que el productor asuma el incremento de costos que se genera por el arrendamiento.
4 La “enfermedad holandesa” refiere a los efectos nocivos del aumento repentino de los ingresos de divisas en un país producto, de la alta productividad relativa, de una actividad específica. Ello impide el crecimiento armonioso de los diversos sectores que conforman la economía.
5 Joseph Schumpeter (1883-1950) popularizó la expresión en su libro "Capitalismo, Socialismo y Democracia" (1942) para describir el proceso disruptivo de transformación que acompaña la "innovación".
6 La Argentina tiene un agudo desequilibrio de productividades y competitividad intersectorial. La Pampa Húmeda está dotada privilegiadamente por: el clima, la topografía, la concentración de servicios y la cercanía a los centros urbanos altamente poblados y a los puertos de exportación.
*Artículo publicado en BAE el 26 de diciembre de 2021