El gobierno tiene que hacer peronismo
El peronismo supuró las heridas de la contundente derrota electoral con una crisis política que duró al menos una semana y que tensionó fuertemente entre los distintos espacios de la coalición del Frente de Todos. Aún ante este escenario complejo, el peronismo absorbió el mensaje de las urnas (hubo abstención alta en votantes propios en distritos históricamente cercanos al peronismo) y predominó la posición de Cristina: era necesario "relanzar" el gobierno, que se hiciera cargo de una derrota "catastrófica". Las modificaciones posteriores incluyeron las llegadas del gobernador de Tucumán, Juan Luis Manzur, a la jefatura de Gabinete (Cafiero fue desplazado a Cancillería en reemplazo de Felipe Solá), Aníbal Fernández a Seguridad, Julián Domínguez a Agricultura, Daniel Filmus a Ciencia, Jaime Perzyck a Educación y Juan Ross a secretaría de Comunicación y Prensa.
El perfil del nuevo Gabinete incluye a funcionarios con experiencia en la gestión a nivel nacional, con un perfil peronista y un poco más federal. En el caso de Manzur, su llegada aporta una figura de peso que abre el perfil del gobierno hacia las provincias y aumenta el volumen político con un tendal de relaciones con el universo empresarial y sindical (sobre sus posicionamientos en relación a la agenda de género, vale esta entrevista con la militante feminista peronista Soledad Deza). En el caso de Aníbal, su primer gesto fue una reunión con Omar Perotti, gobernador de Santa Fe, con quien la saliente Sabina Frederic había mantenido un conflicto por su rechazo a mandar fuerzas federales a esa provincia. El nuevo ministro buscará destrabar ese conflicto que pone sobre la mesa un problema más de fondo: la falta de una agenda nacional en el gobierno (que incluya las demandas y problemáticas provinciales).
Por otro lado, el arribo de Domínguez tiene que ver con revisar parte de una cuestión estructural de la economía argentina, como es la generación de divisas, en este caso, vía una mayor exportación de granos y productos derivados. En ese sentido, Argentina deberá darse una discusión de fondo - en ese sentido, el Frente de Todos tiene responsabildiad en habilitar y conducir ese debate - sobre cómo resolver la restricción externa y la falta de crecimiento económico sostenido en los últimos 10 años.
Porque si algo dejó en claro el reciente resultado electoral fue el castigo a la falta de un plan económico por parte del oficialismo que atienda variables clave en la vida de las/os argentinas/os: salarios, precios y empleo. ¿Qué se está haciendo para bajar la inflación, que este año será casi el doble de lo que se prometió a fines de 2020 cuando se debatió el presupuesto nacional? ¿Cómo vamos a generar más empleo? ¿De qué manera ampliamos la torta para redistribuir?
No se trata de desmerecer ninguna agenda, de todas las que integran la propuesta originaria del Frente de Todos, pero sí de priorizar lo urgente. La realidad social de millones de argentinas/os obliga a trabajar con claridad y velocidad sobre políticas que generen empleo y recuperen poder adquisitivo en las mayorías populares. Eso implica mayor empatía para comprender cuáles son las dificultades reales que tiene nuestra gente en la vida cotidiana, poner en marcha acciones concretas para resolverlas y comunicarlas de una manera efectiva.
Para ello, el gobierno deberá volver sobre las fuentes del mejor peronismo, aquel que amplía derechos en todos los campos, individuales y colectivos, económicos y civiles.
Como militantes del campo nacional y popular creemos en la política como herramienta de transformación y contención social. También en la necesidad de caminar los territorios, más o menos vulnerables, así como reforzar la mirada y la escucha para dar respuestas. Por eso esperamos que nuestra fuerza gobernante afiance su rumbo a favor de las mayorías y pueda responder a la demanda del pueblo, que no es más que vivir mejor, después de una tragedia colectiva que nos exigió muchísimo.
Un tropezón no es caída, pero necesitamos poner en marcha un nuevo proyecto de desarrollo e inclusión. Las expectativas seguirán estando, pero mucho más las exigencias porque sabemos que un país con más oportunidades para todos no es una utopía.