Bárbaros: las producciones alemanas llegaron para quedarse
Por Diego Moneta
Las narraciones inspiradas en hechos reales siempre son una opción a mano para que las plataformas de entretenimiento generen contenido. A partir de eso, se toman ciertas licencias para desplegar distintas tramas. Recientemente, Netflix estrenó La revolución, pero a la crítica francesa pareció no gustarle. La serie que sí funcionó fue Bárbaros, que confirmó la realización de una segunda temporada esta semana y demuestra que hay vida para las producciones alemanas después de Dark.
Producida por Gaumont, el trío de creadores compuesto por Andreas Heckmann, Arne Nolting y Jan Martin Scharf retoma en seis episodios la Batalla de Teutoburgo, una de las grandes derrotas que tuvo el Imperio Romano. Si bien este tipo de series son un punto de partida para el interés del espectador, hay que tener en cuenta que puede haber errores o inexactitudes, especialmente cuando las licencias tomadas son varias.
Durante el año 9 a.C. el emperador Augusto avanzaba sobre el norte de Europa y buscaba ampliar las fronteras hasta el Río Elba. Para ello debía enfrentarse a pueblos germánicos, también llamados “bárbaros”, por estar fuera de los límites del imperio, que muchas veces estaban en disputa entre sí. La rebelión de éstos inicia cuando Roma busca imponerles el pago de un tributo.
La narración se enfoca en la aldea de los Queruscos, cuyo líder de de la tribu, el Reik Seguimer (Nicki von Tempelhoff), busca convencer al resto de las comunidades para confrontar con los romanos. Estos últimos están liderados por el senador Publio Quintilio Varo (Gaetano Aronica) y por Julio Arminio (Laurence Rupp), hijo del líder querusco, que fue cedido a Roma como garantía de paz.
Sin embargo, hay dos jóvenes que deciden robar el águila dorada, estandarte de la legión de Varo: Thusnelda (Jeanne Goursaud), hija del consejero del Reik, y Folkwin Lanzalobo, amigos de la infancia de Arminio, que ahora mantienen una relación amorosa a pesar del desacuerdo de sus familias.
La Batalla de Teutoburgo fue retomada varias veces a lo largo de la historia, en especial a partir del crecimiento del nacionalismo alemán. En nuestro país, Borges la menciona en Deutsches Requiem, uno de los cuentos que forma parte de El Aleph. La recreación de la época es uno de los puntos más fuertes de Bárbaros. La apuesta por la cultura romana y de los pueblos germanos, a pesar de haberse filmado en Hungría, es muy clara, como lo demuestran la particularidad de que se hable latín y alemán y el gran diseño de vestuarios.
La coraza de Bárbaros es prometedora, pero el contenido no termina de convencer. La intención de contar los hechos a través de los germánicos cae por momentos en un desacertado maniqueísmo, que oscila entre la idealización y una visión romántica del nacionalismo alemán. En ese sentido se excluye, por ejemplo, que los pueblos también esclavizaban al igual que los romanos.
Por otro lado, hay un reparto que cumple con lo esperado pero en el que nadie termina de posicionarse como centro de atención. La trama tiene pocas aristas, algunas de éstas terminan en un punto muerto y hay personajes desdibujados, como la mayoría de los líderes de las tribus. Tal vez por su escasa cantidad de episodios, pero Bárbaros no tiene gran amplitud ni giros en el guión, a diferencia de otras series del género.
Más allá de otras licencias, es relevante que uno de sus protagonistas, Folkwin, sea inventado para ejercer el papel de líder popular. También destaca Thusnelda y su parecido con otras grandes protagonistas de la ficción, como Lagertha (Katheryn Winnick) en Vikings. Si bien parece quedarse en el camino, intenta rememorar a ese tipo de protagonista líder y guerrera, que rompe con compromisos y mandatos asignados para hacerse su propio lugar.
Como es de esperarse, la primera temporada finaliza con la batalla. He aquí el principal fallo de la serie: cerrar en un cuarto de hora, menos de un día de duración en la ficción, un conflicto que se extendió varias jornadas. No fue tan simple acabar con tres legiones romanas. Además, el número de participantes está bastante matizado y subrepresentado, lo que se suma a otros problemas de recreación. La puerta está abierta para nuevos conflictos en la siguiente entrega, a pesar de no tener un rumbo marcado. La guerra de Roma con las tribus, que está lejos de terminar, o los conflictos entre las distintas comunidades pueden ser una buena opción y le darían mayor amplitud a la trama.
En definitiva, Bárbaros parece el resultado de combinar el algoritmo de la plataforma (tal como se hizo con House of Cards) con el objetivo de Netflix de seguir globalizando su producción. La serie es atrapante y entretiene, sobre todo si el espectador es asiduo de este tipo de narraciones. Es una buena opción para seguir en el género, más allá de las grandes producciones como Game of thrones, Vikings o The last kingdom.