Big Mouth: rompiendo tabúes con humor

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Big Mouth: rompiendo tabúes con humor

27 Enero 2019

Big Mouth explora una época complicada, confusa y, en líneas generales, horrible de la vida de cualquier persona: la pubertad. En los distintos capítulos veremos temas como los cambios corporales, la atracción sexual, la menstruación, la masturbación y demás tópicos que surgen por primera vez en ese momento de nuestras vidas.

La serie tiene dos grandes aciertos: su brillante humor, por un lado, y el mensaje positivo que deja sobre los temas que aborda. A su vez utiliza una forma sana y entretenida que, al mismo tiempo, informa. Esta serie forma parte, junto a otras cómo Sense 8 o Steven Universe, de un conjunto de series que han surgido en el último tiempo, y cuya principal función es a la vez que nos entretienen y nos cuentan una historia, enseñarnos. Pero enseñar enseñan todas, aunque exista aún gente que no lo vea; el problema es: qué mensaje están dando, ya que todos los productos de ficción dejan mensajes y enseñanzas a la vez que otorgan lugares en el mundo a los diferentes actores sociales. Es decir, nos empapan, sutilmente, de una cosmovisión que, multiplicada por la gran mayoría de productos de una época, dan como resultado la educación emocional y valores de una generación.

¿A qué voy con todo esto? Que las series son hijas de su contexto sociopolítico y, por lo tanto, difunden las ideas, las creencias y los valores de sus creadores y creadoras, de la sociedad en un momento dado. Big Mouth, particularmente, es una serie que me parece que debería ver todo el mundo y hasta lamento que por momentos sea demasiado adulta y que, por ende, dificulte que la vean los más chicos y las más chicas; porque es una gran fuente de información y concientización, una herramienta de deconstrucción de ciertas ideas que arrastramos de generaciones anteriores y que es preciso que derribemos.

Mientras nos retorcemos de risa gracias a sus chistes fenomenales y sus situaciones hilarantes, la serie nos está diciendo algo, algo que toda la sociedad debería escuchar, sobre todo las personas más jóvenes. En el capítulo 8 de la primera temporada, por nombrar un ejemplo, se trata el tema de ciertas actitudes que son vistas y consideradas como muy normales, es decir, cosas que están naturalizadas en la sociedad y que en realidad constituyen un abuso. Necesitamos productos culturales que les digan a nuestros jóvenes, varones y mujeres, qué es y qué no es abusar para que, lógicamente, tengan las herramientas para detectarlo y tratar de evitar abusar y ser abusados o abusadas. Lo necesitamos porque nadie se lo dijo a las generaciones pasadas, que están educando a las de ahora, por lo que seguimos naturalizando las mismas actitudes aberrantes.

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Así como lo hace con el abuso, la serie se propone concientizar sobre diversas cuestiones de la sociedad, puntualmente las que ocurren en la pubertad. La exploración de la diversidad sexual se hace presente. La normalización de cosas cómo la masturbación o la menstruación que son complicadas, sobre todo para las mujeres en su aparición, porque el purismo berreta y la cultura en general las ha hecho complicadas y culposas. La serie es, como ya habrán podido dilucidar, una mensajera de lo que la derecha insiste en llamar “Marxismo Cultural”.

En resumen, Big Mouth busca concientizar y normalizar una serie de cuestiones referidas a la pubertad y el despertar sexual y los cambios que allí se dan de una forma tan divertida como positiva. La serie promete risas a montones gracias a un humor brillante, consciente y que se burla de sí mismo constantemente, rompiendo la cuarta pared; historias bizarras, con monstruos y musicales y una vuelta a los recuerdos de esa oscura época que para muchos y muchas fue la pubertad, revisitada con una conciencia progresista.

Aplaudo la existencia y proliferación de series de este tipo que enseñen tanto a jóvenes como adultos y adultas a amar, en lugar de a odiar, a aceptar en lugar de excluir y creo fervientemente que las próximas generaciones, educadas viendo series con estos mensajes, crecerán ya no para ser los dinosaurios intolerantes que aún abundan en el mundo, sino los padres, madres, tíos, tías, abuelos y abuelas comprensivos y comprensivas y amorosas y amorosos, que a más de uno y una le faltaron.

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