Carroceros: la ternura y la risa detrás del fanatismo
Por Marina Jiménez Conde
Ella hace puchero yo hago puchero, tres empanadas, ahí lo tenés al pelotudo, ¿dónde está mi amiga?, ¿quién no conoce algún Sergio?, ¡vieja de mierda!, y otras tantas frases forman parte de la memoria colectiva de varias generaciones que se criaron viendo Esperando la carroza. Muchas de estas escenas se recuerdan en el documental Carroceros, pero, sobre todo, en él se muestra a los y las fanáticas que, como mínimo, saben todos los diálogos de la cinta.
El film se estrenó el jueves pasado en Cine.ar y se puede visualizar al realizar un pago de $30 a través de la plataforma. Mariano Frigerio y Denise Urfeig dirigen el documental donde el mismo Frigerio se reconoce como un carrocero más. A partir de la visita del director al barrio de Versalles, donde se grabó Esperando la carroza, se va armando la nueva historia: un conjunto de personas que se reúnen en grupos de Facebook, hacen tours recorriendo las calles de filmación, recrean escenas de la película, y tienen como gran sueño poder conocer por dentro la casa de los Musicardi.
Resulta que la dueña del lugar no tiene problema con que la gente vaya de visita y tomen fotos en la vereda, pero no deja que nadie ingrese. Mientras ese conflicto se resuelve, Frigerio va charlando con las vecinas del barrio que rememoran los días en que Alejandro Doria, el director de Esperando la carroza, les pedía prestada parte de la utilería para poder completar la escenografía. Así es posible saber que, incluso, el loro que aparece en la cinta fue cedido.
Además de lo curioso que puede resultar enterarse de los entretelones de la filmación original, de conocer las locaciones y ver planos tomados en la actualidad con frases de la película en off o con imágenes anteriores, las mayores sonrisas la sacan las y los carroceros. Personas que vieron la cinta cientos de veces, incluso, casos donde la ven, dos o tres veces por semana, día por medio o dos veces al día, son sometidas a un cuestionario donde contestan hasta los más mínimos detalles.
Para entender tanta carroceromanía también aparece el testimonio de los actores y las actrices que participaron del icónico film: Betiana Blum, Mónica Villa, Andrea Tenuta, Enrique Pinti, Luis Brandoni y Antonio Gasalla. En un momento, cuando se le comenta a Gasalla sobre las reuniones que se realizan para recrear escenas en el mismo lugar, tomándose los mismos planos, diciendo exactamente los mismos diálogos, él pregunta si esa gente trabaja.
Es que parte del fenómeno de Esperando la carroza no se vió venir desde su estreno en 1985, donde fue recibida con malas críticas. El testimonio de la productora, Diana Frey, con una mirada mucho más cercana a la del ya fallecido Doria, que, cuentan, se reía de las escenas en el momento en que las estaba filmando, ayuda un poco a esclarecer: la película se convirtió en un ícono debido a la generación de niños y niñas que la empezaron a ver en sus infancias y “veían una pintura de su familia”.
No es descabellada esa idea ya que muchos de las y los carroceros son gente joven que crecieron viendo una y otra vez la película y que se encargan de transmitir el mismo fanatismo dentro de su propia familia. Sin proponerse más de lo que en esencia es, Carroceros cumple con su cometido de hacer reír. Y hasta, por momentos, llega a generar ternura por ese grupo de fans.