Cero: el poder invade los suburbios marginales de Milán
Por Agostina Gieco
El pasado 21 de abril Netflix estrenó Cero, una serie italiana que combina ciencia ficción con discriminación, especialmente expresada a través del racismo y la xenofobia. La trama sigue la historia de Omar (Giuseppe Dave Seke), que trabaja como repartidor en una pizzería llamada Sandokán y en su tiempo libre dibuja mangas con protagonistas afrodescendientes. Vive con su padre y su hermana Awa (Virginia Diop) en un barrio de inmigrantes de diferentes nacionalidades cuyo nombre es “Barrio”, pero que también es denominado por algunas personas como “la zona roja”.
Omar lleva una vida tranquila hasta que un día, por cuestiones que él mismo no buscó ni imaginó, se encuentra en una persecución a mano armada. Tras escapar e ingresar a una habitación sin salida dentro de un depósito, se vuelve invisible. Casi en paralelo, comienzan a ocurrir actos de vandalismo en su vecindario, con sus integrantes como principales afectados pero a la vez declarados culpables. El protagonista, junto a su nuevo grupo de amigos, planea acabar con los verdaderos responsables. Para ello, deciden aprovechar el superpoder de Omar, que les dará una gran ventaja.
Cero está basada en una novela llamada Nunca tuve mi edad, escrita por el italiano Antonio Dikele Distefano, editor de la revista Esse y autor de otros cuatro libros. La temática que aborda en sus obras se centra en la exploración de la vida de los hijos e hijas de las segundas generaciones de inmigrantes nacidos en Italia. Algunos de los protagonistas actúan por primera vez y sus papeles no dejan qué desear, lo que vuelve más destacable la apuesta.
Con una temporada de tan sólo ocho capítulos, de veinte minutos de duración cada uno, Cero incluye una buena variedad de aspectos. Por un lado, se exhibe una xenofobia que efectivamente está presente en la sociedad italiana. En ciertos países europeos, los ataques contra los inmigrantes son recurrentes, incluso por personalidades del ámbito público. Además, la serie no es esquiva al racismo de esas sociedades. Por otro lado y ligado a lo anterior, se encuentra la gran desigualdad económica, observable a simple vista en Milán. Cerca de los edificios pertenecientes a corporaciones millonarias y tiendas de ropa muy costosas están los barrios marginales. La brecha es alta y se agranda cada vez más.
“Sólo soy uno más, invisible como los vecindarios en donde vivimos”, dice Omar al inicio de esta tira. Así es como se siente, insignificante. En esa línea, no es casual que Barrio sea bautizado “la zona roja”. El término hace referencia a un lugar prohibido, peligroso, a donde no debes ir. Sus integrantes son aislados de la sociedad, culpados por todo lo malo que allí ocurre. La marginalidad se perpetúa.
Cero fue una apuesta de Netflix que termina siendo una gran opción para ver, con el agregado de que no demanda mucho tiempo. Vale aclarar que el final deja muchas más preguntas que respuestas, claro signo de una posible segunda temporada de la que todavía no hay ningún anuncio, más allá de especulaciones.