El caso de Cyntoia Brown: un atropello a los derechos humanos
Por Jazmín Manuel
A través de la nueva producción de Netflix “Crimen y perdón: la historia de Cyntoia Brown”, conocemos a fondo cómo fue el proceso legal por el que tuvo que pasar la joven condenada a cadena perpetua por cargos de homicidio y prostitución. A lo largo del documental, nos damos cuenta de que lo que parece empezar con los hechos ocurridos el 6 de agosto de 2004, la noche del asesinato, en realidad comenzó mucho tiempo antes. Incluso antes de que la propia Cyntoia naciera.
Para cuando Cyntoia Denise Brown tenía solo 16 años, se había escapado de su casa junto a su novio mayor de edad, quien la golpeaba, violaba y obligaba a prostituirse. La noche del crimen, Johnny Mitchell Allen, de 43 años, buscando pasar la noche con una niña menor de edad, se contacta con Garion McGlothen, proxeneta de la joven, y se encuentra con ella en el estacionamiento de un lugar de comida rápida. La llevó a su casa y, después una serie de eventos que se conocen por testimonio de Cyntoia, terminó muerto de un disparo en la cabeza. Esa misma noche Cyntoia es detenida por la policía, que la engaña para que hable sin la presencia de su madre o un abogado, prometiéndole un arreglo con el juez.
Desde el primer momento que Cyntoia dio su testimonio, siempre sostuvo haber actuado en defensa propia. Relatando todo lo ocurrido esa noche, contó que todo el tiempo Allen se aseguró de hacerle saber que, siendo veterano del ejército, sabía disparar muy bien. Le mostró las armas que tenía en el hogar y le recordó constantemente que era una persona con mucho poder en la comunidad. Cuando estaban acostados, Allen se movió de una forma que la joven percibió amenazante: pensó que el hombre estaba buscando un arma debajo de la cama. Claramente asustada por la situación, Cyntoia disparó primero, causándole la muerte. El jurado, sin embargo, no tuvo en cuenta la edad de Brown, ni la violencia que padecía, ni consideró a Cyntoia como víctima de pedófilos y explotación sexual: fue juzgada como una adulta y condenada a 51 años por cargos de robo, prostitución y homicidio. Pero, ¿cómo llega Cyntoia a encontrarse en esta situación?
En el documental escuchamos las voces de familiares y personas allegadas de la protagonista. Una de las voces más importantes es la de Georgina Mitchell, su madre biológica, quien la tuvo a los 16 años y la dio en adopción debido a que no podía cuidarla por su adicción al crack. En las diferentes entrevistas que se le hicieron para conocer a fondo el pasado de Cyntoia, Georgina cuenta cómo, por generaciones, las mujeres de la familia han sido víctimas de violencia, han sufrido depresión y problemas de abusos de sustancias. Incluso, admite haber consumido alcohol durante todo su embarazo; confesión que llevó a la defensoría de Cyntoia a pedir diferentes estudios médicos en el cerebro de la joven, determinando que sufre de “síndrome del espectro alcohólico fetal”, condición con la que nació, y que afecta su comportamiento y su forma de comprender lo que la rodea. Esto fue determinante a la hora de pedir el indulto, lo que llevó a su liberación después de 15 años en prisión.
Repasar la vida de Cyntoia Brown, cargada de abandono, violencia y falta de oportunidades, nos abre la puerta a replantearnos cómo funciona la justicia y la violencia institucional presente aún en un contexto actual. ¿Hubiese sido la misma historia si Cyntoia fuese una chica blanca de clase alta? ¿Hubiese sido considerada, aún, como una prostituta y no como una víctima de explotación sexual? Debido al peso mediático que tuvo este caso y al trabajo de Cyntoia y sus defensores legales, se logró un cambio en las leyes del Estado de Tennessee, que ahora ya no consideran a los niños y niñas víctimas de la explotación sexual como trabajadores y trabajadoras sexuales, sino que se les considera víctimas de tráfico de menores.
En resumen, Crimen y perdón: la historia de Cyntoia Brown es un documental que nos permite ver en primera fila la injusticia con la que se trató el caso, y la pesadilla que tuvo que atravesar una niña que se convirtió en adulta dentro de una cárcel. Hace una especial mención a la falta de oportunidades y a las fallas en las leyes estadounidenses, que determinaron el destino de una víctima y la condenaron a 51 años tras las rejas. Nos hace, también, pararnos frente al espejo y analizar los privilegios con los que contamos. En pocas palabras, un documental que no solo es interesante de ver, sino que, también, es necesario.