El método Tangalanga: Justicia por llamada propia
La nueva película de Mateo Bendesky resignifica a través de una versión libre la biopic del Doctor Tangalanga, un ícono del humor argentino que descubrió su alter ego y su vocación de hacer reír a través de un teléfono al ayudar a un amigo mientras este estaba internado.
Suena el teléfono y es inevitable que nos cause gracia el pensar con qué tipo de reclamo le saldrá a su interlocutor de turno. Porque no era solamente el absurdo de las situaciones que manejaba, sino también el tono y el vocabulario, mezcla entre lírico y chabacano, con insultos para repartir por todos lados, que empleó el mismísimo Doctor Tangalanga a la hora de llevar adelante su cometido allá por los años sesenta. Un humor inédito que surgió de manera espontánea y que le sirvió de bálsamo para alegrarle los días de internación a un gran amigo suyo.
Sin embargo, el gran público lo conocería recién décadas más tarde, de boca en boca, a través de sus compilados en cassettes, para luego pasar a los discos oficiales bajo el nombre de “Los llamados telefónicos del Dr. Tangalanga”.
En el film, Jorge (Martín Piroyansky) es un oficinista con una vida ordinaria, pero con graves problemas para expresarse en público a causa de su timidez. Afortunadamente, para esos momentos cuenta con el apoyo de Sixto (Alan Sabbagh) quien es su antítesis y por consiguiente su mejor amigo y confidente.
De buenas a primeras Sixto termina hospitalizado y es Jorge el encargado de tomar su lugar en la empresa de jabones y hacer un esfuerzo casi imposible para poder comunicarse y vender los productos como lo hacía su amigo. Es allí donde en una noche cualquiera llega por casualidad a un seminario de personalidad, aunque en realidad termina sucumbiendo en una sesión de hipnosis en donde emerge su alter ego con la habilidad de tomar un teléfono y convertirse en el irreverente Doctor Tangalanga.
La película de Bendesky (Los miembros de la familia, 2019) no pretende seguir al pie de la letra la historia oficial de Julio Victorio de Rissio, el hombre detrás del personaje, y presenta una versión libre y descontracturada en clave de comedia romántica donde el propio protagonista imparte "justicia" con cada llamado, donde su impertinente humor y lenguaje soez lo terminan perjudicando más que ayudando, pero en cualquier circunstancia termina saliendo airoso de la situación.
Piroyansky (Porno y helado, 2022) lleva excelentemente la composición de dos tipos de personajes contrapuestos pero que cada uno a su manera hacen reír y conducen toda la película. Lo secundan Sabbagh (El rey del once, 2016) y Julieta Zylberberg (Aire, 2018) además de Luis Rubio (El amor menos pensado, 2018). Además, cuenta con la participación especial del mismísimo Silvio Soldán como el hipnotizador, encontrando la armonía en una historia ambientada prolijamente en los años sesenta en donde cada personaje encuentra su momento y su conexión con el otro y el ambiente. Inclusive hasta se pueden escuchar grabaciones reales del propio Tangalanga.
Desde el fallecimiento del humorista en diciembre del 2013 se realizó un único documental de tres partes llamado Víctimas de Tangalanga de Diego Recalde, donde el propio director realiza un minucioso trabajo de investigación para averiguar el paradero y entrevistar a algunos de los personajes reales que han sido verdugueados por el propio doctor y que sus conversaciones fueron parte de su repertorio durante años.
El método Tangalanga trae de nuevo a la vida a un personaje que fue parte importante del humor nacional y un pionero en este tipo de situaciones tan absurdas como brutalmente reales en épocas de teléfonos de línea sin identificador, sin contestadoras, agendas de puño y letra y un trabajo de artesana improvisación, como aquel amanecido al que le sonó el celular en plena función y que, ante el enojo y la sorpresa de los espectadores, no sólo no lo apagó, si no que atendió el llamado mientras caminaba hacia la salida de la sala. Más de uno deseamos que fuera el doctor desde el más allá para insultarlo por no apagar el teléfono.