El negocio de las drogas: ¿cómo funciona uno de los comercios ilegales más prolíficos de la historia?
Jazmín Manuel
A diferencia de lo que acostumbramos ver en distintas producciones sobre drogas — donde los protagonistas suelen ser los cárteles y se muestra a la policía y al gobierno como los “héroes” que luchan contra los delincuentes, marcando constantemente la misma idea maniqueísta— , El negocio de las drogas va más allá: este documental analiza aspectos sociales, cifras que se manejan por año y conexiones políticas que hacen funcionar este mercado mundial.
Conducida por Amaryllis Fox, ex investigadora de la CIA, la docuserie cuenta con seis capítulos que se centran en diferentes drogas: cocaína, drogas sintéticas, heroína, metanfetamina, cannabis y opioides. A lo largo de cada uno, nos ubicamos en distintas locaciones del mundo que funcionan como puntos claves para su industrialización y distribución: desde un campo de tulipanes en Birmania, pasando por uno de plantación de coca en Colombia, y hasta un puerto pesquero en Kenia.
La producción presenta, muy correctamente, droga por droga, eslabón por eslabón. De esa manera, en su primera entrega (Cocaína) se analiza la causa por la que el precio de la misma se encuentra tan estable desde hace años en Estados Unidos y cómo es el manejo de precios en la producción.
Podemos observar la situación de los cocaleros en Colombia: trabajadores de la tierra empujados a plantar coca de manera ilegal, debido a la pobreza, la falta de apoyo del Estado y la necesidad de trabajar en un mercado más estable que el que otros cultivos pueden ofrecer. La presentadora constantemente deja en claro que es un negocio construido con base en los pobres y las jerarquías de poder, que se sostiene con la misma lógica de la demanda y oferta como cualquier otro.
El segundo episodio muestra el mal manejo de las instituciones gubernamentales y de la industria farmacéutica con respecto a las drogas sintéticas, y el estudio de las mismas en el campo de la medicina. Antes de ser prohibidas, personas como Alexander “Sasha” Shulgin — farmacéutico, químico e investigador de drogas psicoactivas — estudiaban los prometedores beneficios de drogas en el tratamiento de traumas, depresión y estrés post-traumático. Esa prohibición impulsó al negocio ilegal de las drogas sintéticas como recreativas, las cuales son modificadas con químicos que no están regulados y pueden ser sumamente peligrosos.
Los siguientes dos capítulos tienen una característica común: focalizar en una realidad que no reconocemos fácilmente. Al pensar en drogas como la cocaína, por ejemplo, la asociamos a Colombia o México, ya que es la concepción generalizada, apoyada y potenciada por la imagen mediática que tenemos de los cárteles y los narcos latinoamericanos. Una significación asentada alrededor del mundo.
En cambio, El negocio de las drogas muestra una región pobre de Kenia como la locación principal de la distribución de heroína, conocida por ser consumida principalmente por la clase media y alta, en todo el mundo. Además, señala el uso excesivo de metanfetaminas en el sudeste asiático, donde muchos trabajadores consumen Yaba para poder tener energía y así enfrentar largos días de trabajo. Vemos cómo la frontera de Birmania y Tailandia es la zona más frecuentada para su tráfico, y cuál es el papel de las autoridades y de grupos rebeldes armados en el comercio y en la distribución.
El quinto es el único episodio que se centra en una droga que, actualmente, está despenalizada y/o legalizada en algunas regiones. Aborda el negocio del cannabis legal en Estados Unidos. Muestra que uno de los principales beneficios de su legalidad es la protección con la que cuentan productores y consumidores: el control permite la certeza de saber qué se está comprando y contar con toda la información que se necesite para decidir qué consumir. La correcta utilización y producción de la marihuana resulta en productos de muy buena calidad, relacionados a distintos mercados, como productos comestibles, lociones, aceites, y de fines recreativos.
Sin embargo, en el documental se muestra cómo este negocio, con las dificultades que el gobierno estadounidense pone a la hora de conseguir una licencia y las ridículas cantidades que se pagan en impuestos, está capitalizado por — en su gran mayoría — empresarios blancos de clase alta. Este episodio es una crítica al sistema racista que atraviesa todas las instituciones de dicho país, donde afroamericanos son condenados por delitos relacionados al cannabis y los empresarios adinerados hacen millones con el mismo negocio.
Diversos estudios confirman que la marihuana puede ser beneficiosa para ramas de la medicina y la ciencia. Justamente, en nuestro país, existen organizaciones, como Mamá Cultiva, que luchan por el derecho a acceder a los beneficios médicos del cannabis y el derecho al autocultivo. Una lucha que está dando sus frutos: esta semana el Ministerio de Salud de la Nación propuso un proyecto para una nueva reglamentación de la Ley 27.350 de uso medicinal de marihuana, que plantea permitir que los usuarios terapéuticos puedan cultivar en sus hogares, habilitar su expendio en farmacias, crear un nuevo registro de pacientes y proyectar cultivos y producción pública. Sin lugar a dudas, un hecho muy importante y esperanzador para los derechos de los consumidores.
Por último, la sexta entrega es un análisis profundo de la crisis de opioides en Estados Unidos, originada en la utilización de analgésicos altamente adictivos recetados legalmente. Se sostiene, incluso, que “no se puede hablar de la heroína sin hablar de los analgésicos”. Otra vez, un claro ejemplo de cómo la industria farmacéutica está relacionada al negocio de las drogas ilícitas.
En resumen, El negocio de las drogas es muy completa: incluye mucha información y la participación de expertos en economía, política, química y medicina. Se analizan todos los aspectos que conforman la comercialización de drogas ilícitas: social, político y, especialmente, económico. Cuenta, también, con el testimonio y la inclusión de consumidores, adictos, vendedores, traficantes y agricultores.
Esta serie, que inicia con Fox preguntándose por una solución para la lucha contra las drogas, termina con ella misma concluyendo que el negocio de las drogas ilícitas es un producto del capitalismo no regulado y el provecho que la industria farmacéutica sacó de eso. Y lo analiza como un problema que involucra la vida política y social,en donde la única esperanza está en dejar atrás la prohibición y apuntar a la regulación. Pero, hasta entonces, seguirá existiendo este negocio que funciona a base del sufrimiento de clases marginadas.