Jimmy Savile: el blindaje mediático a un abusador
Por Manuela Bares Peralta
Jimmy Savile fue considerado parte esencial del patrimonio nacional británico durante más de 40 años. Presentador del programa musical Top of the pops y conductor del exitoso Jimmy Will fix it, atesoraba anécdotas con los Beatles y los Rollings Stones, reconocimiento por sus recaudaciones millonarias para obras benéficas y su trabajo voluntario al frente de hospitales y orfanatos. Sus vínculos con Margaret Thatcher, el Príncipe Carlos y el Papa Juan Pablo II consolidaron su estatus de intocable en un mundo sin internet.
Jimmy Savile: una historia de terror británica, nueva miniserie documental de Netflix, no propone un recorrido minucioso sobre los delitos del presentador sino que ensaya una búsqueda: ¿cómo fue que logró vivir impune bajo la adoración del público? Para poder contestar insiste en trasladarnos, a través de un exhaustivo material de archivo, al impacto que tuvo su figura por más de 40 años, su incidencia y poder mediático, para explicar por qué sus víctimas fueron sistemáticamente silenciadas y el rol que jugaron los medios tradicionales de comunicación.
El estreno generó un fuerte cuestionamiento en redes sociales. Una propuesta incómoda para una historia difícil de contar. “A los monstruos no les gusta la competencia” bromea Jimmy Savile lanzando un guiño a cámara, o “Soy el terror de las escuelas para chicas de este país” dice años después en otro recorte. El compilado nos pone frente a un sinfín de momentos cancelables y reprochables para la televisión de hoy, pero que eran festejados y normalizados hace no mucho tiempo atrás. Un estado que resume uno de los periodistas que investigó durante años los delitos de Savile: “No sabía que todo el mundo a su alrededor tenía que cambiar para que la verdad saliera a la luz”.
Esta autocrítica que ensaya Netflix de la televisión y la sociedad de esa época pone sobre la mesa el pacto de silencio que operó sobre la figura de Jimmy Savile e hizo coexistir su éxito con sus delitos. Periodistas y colaboradores se enfrentan con grabaciones donde festejan las participaciones políticamente incorrectas de Savile e intentan poner en palabras el clima de época que no les permitía poner en cuestión la figura de ídolo popular que ostentaba Jimmy. También pone especial énfasis en cómo la irrupción de la internet y las redes sociales rompieron el silencio y permitieron que las denuncias de abuso ganarán terreno.
Los crímenes de Savile fueron cometidos en los estudios de televisión donde grababa sus programas para la BBC— la cadena más importante de Gran Bretaña—, en escuelas, orfanatos y hospitales de todo el país. Con su muerte en 2011, las denuncias comenzaron a recibir atención mediática, convirtiéndose, al día de hoy, en más de 450 acusaciones por delitos sexuales que incluyen en su mayoría víctimas menores.
Jimmy Savile pasó de tesoro nacional a uno de los hombres más odiados por los británicos. La miniserie naufraga por esa incontable cantidad de momentos donde la televisión dejó plasmada su adoración hacia el personaje de Savile o en los que decidió ignorar sus declaraciones. Este blindaje mediático ocupa gran parte de la centralidad de la producción y pone en debate “la historia” que se le escapó a la televisión o la historia que la televisión permitió que sucediera.