Juicios mediáticos: mediaticemos la realidad
Por Manuela Bares Peralta
Netflix vuelve a traer a las pantallas seis crímenes que impactaron no sólo a una comunidad y una época sino también a la televisión. Juicios mediáticos es un punto de partida, una narración de los hechos edificada con testimonios y material de archivo. Del asesinato de Scott Amedure —tras confesar que se sentía atraído por Jonathan Schmitz en el famoso Jenny Jones Show— a la violación en manada en el Big Dan's de New Bedford, esta docuserie transita las diferentes formas en las que se decidió relatar y mediatizar la realidad atravesada por los discursos de odio que encontraron en los programas de mayor audiencia una plataforma de enunciación y difusión.
Los casos tienen peso propio: el asesinato de Amadou Diallo, un estudiante guiniano, es una muestra de cómo la doctrina de seguridad implementada por Rudy Giuliani incrementó la brutalidad policial en la población afroamericana, hispana y migrante de Nueva York, mientras que, la amplia cobertura del caso de violación del que fue víctima Cheryl Araujo y la difusión de su nombre por televisión actuó en detrimento de los procesos de denuncia en caso de abuso sexual. Pero, superado el primer impacto que generan estos casos en nosotros los espectadores, la docuserie no logra aportar una reflexión sobre la responsabilidad que tienen las cadenas, los productores y los programas en la televisación de sus contenidos, llega tan sólo a presentarlos.
Ese camino a medias que emprende Juicios mediáticos es el problema central de la nueva producción de Netflix, porque si hay un camino que la televisión recorrió en incontables oportunidades es el de la autocrítica mediatizada. Y, en esta época, ese debería ser el punto de partida. Cualquier cosa que apunte a menos que eso en la era de la oferta irrefrenable de documentales se quedó a mitad de camino.