La invasión de clichés: Netflix se ríe de Hollywood
Por Diego Moneta
A fines de septiembre, Netflix estrenó Invasión de clichés en Hollywood, una sátira de alrededor de una hora de duración que propone un repaso de distintos tropos, ya sea por películas o por géneros, que han colmado las producciones estadounidenses. El término francés deriva su origen de las técnicas de reproducción de la imprenta para copiar de manera exacta un documento o página. También se refiere a una expresión, acción o idea utilizada en exceso hasta perder novedad, sobre todo si en un principio fue innovadora. Al igual que en otros campos, en la industria del entretenimiento han crecido en personajes, escenas o diálogos que se reiteran y se vuelven predecibles.
El especial de comedia es conducido por Rob Lowe, conocido por Parks and recreation, y fue producido por Charlie Brooker. En él, actores, directores, productores, guionistas, críticos y otros especialistas repasan y definen algunos de los tropos trillados con los que la audiencia suele encontrarse. La idea es celebrar y burlarse de convenciones del cine hollywoodense que han contribuido a lo que es hoy. Hay clichés de escenas, personajes, géneros y hasta ciudades. Algunos más simples, como barrer el escritorio por enojo o escupir por sorpresa. Otros se vuelven relevantes por lo que indican, como una falla tecnológica inoportuna o que animales, en especial perros, adviertan que algo se avecina.
Otros tropos son incluidos porque representan alguna solución. El monólogo es un signo de drama; ¿Cómo justificar la venganza de un personaje? por la muerte de su padre; ¿Por qué el terror siempre aparece cuando se mira al espejo? crea la tensión suficiente en un lugar que sentimos como privado. Tienen su utilidad. Hoy el susto falso del colectivo en Catpeople fue reemplazado por gatos, que no alarman sobre el peligro sino que lo generan.
Hay algunos que incluso se ha vuelto cliché que aparezcan unidos. El discurso inspirador es un clásico de las películas de deportes y, en general, es la previa a un gran evento, a modo de resumen de obstáculos y desafíos superados. La tríada se completa con personas que, ganen o pierdan, se dan cuenta que siempre se trató de su crecimiento interior. Por otro lado, para contar la trama se la suele condensar en la narración de un personaje, donde destaca el diálogo con tumbas, como en Forrest Gump, o en el uso de los noticieros, en especial si de situaciones postapocalípticas se trata.
Su sobreutilización puede llevar al éxito o al ridículo. La figura solitaria en los funerales es común, no así incluir que ésta también esté siendo observada. Una persecución con tomas de freno de manos, derrapes y objetos que no deberían estar en el camino es posible en Rápido y furioso, que pasó de las carreras ilegales a caídas de aviones, y en Baby driver, con una correcta articulación de imágenes y música. Ese montaje, popularizado por El acorazado Potemkin, se vuelve abusivo en secuencias de entrenamiento como Rocky.
El género de acción es uno de los más señalados. Con las armas de munición ilimitada y rivales que disparan sin precisión tenemos un doble cliché. Se suma el policía rebelde, que seguro es un lobo solitario o en algún momento deba entregar arma y placa, como en Mare of Easttown. Por otro lado, las escenas contrarreloj ya son un despropósito y el dilema de desmontar una bomba siempre frena en el segundo restante. También es un clásico la “manta curativa” que le entregan a las víctimas cuando son asistidas por personal médico.
En esa línea, los enfrentamientos que dan la idea de que un solo hombre puede contra el sistema, sobre todo si es el macho de Rambo o Duro de matar, en plena consolidación neoliberal. Del cuerpo a cuerpo, si se puede en la parte superior de un vehículo, a atacantes que salen de a uno, imitando la lógica del videojuego, hasta la aparición contraria de Jackie Chan. Las escenas de peleas hoy buscan desafiar toda fisonomía, danza y furia posibles.
Todo puede volverse cliché, incluso una ciudad. En el cine hollywoodense, París es la más trillada y se debe mostrar la Torre Eiffel. Ya que estamos en Francia, para referir a la vida común de un personaje por alguna razón se lo presenta con una bolsa de comida— que se vea la baguette—, lo que lleva a preguntarse qué tanto se escenifica el tiempo y lo cotidiano. Entre los tropos de alimentos también encontramos que morder una manzana es signo ineludible de arrogancia, no importa si sos Tom Cruise, Draco Malfoy o el Capitán Barbossa.
La pregunta es si los clichés son generadores de estereotipos, o viceversa, y cuáles son sus consecuencias. Invasión de clichés en Hollywood menciona que los parámetros que censuraron al cine durante 1920 dieron paso a la ilusión sexual, pero las escenas fueron traídas nuevamente a la pantalla a partir de la creación del sistema de edades, y al mismo tiempo generaron nuevos tropos para no mostrar el clímax de una relación amorosa. Los estereotipos se evidencian en personajes y relaciones. Si el héroe es lindo y el villano lo opuesto, al punto de incluir desfiguraciones físicas, es un problema que se traslade al cotidiano y se vean como peligrosas. También es común que los malvados sean más cultos, como en El silencio de los inocentes, pero el cliché más hollywoodense en la materia se lo lleva la subcategoría de villanos británicos, rápidamente marcados por su acento.
En la representación de la mujer y de las minorías es donde debe problematizarse. La “glamorización” de ponerles tacos llega a niveles ridículos como tener que escapar corriendo, donde siempre son las que se caen, o, peor, elegir pelear así. Al mismo tiempo, los encuentros en películas románticas, que se producen por eventos desafortunados, entre quienes se odian o están imposibilitados, se muestran desde el punto de vista masculino, ocultando lo que muchas veces sería acoso, como la insistencia en The notebook, y que a la inversa, la mujer es transformada en villana de la situación. Pero el amor todo lo puede y es todo lo que importa, de ahí la carrera final para que una parte de la pareja se declare o los besos que se dan en malas condiciones temporales.
Otro aporte de Invasión de clichés en Hollywood es la referencia a la inclusión de la mujer como el “hada maniática de ensueño”, es decir, féminas estrafalarias o enigmáticas que sólo están en la trama para ayudar a los hombres a “perseguir su propia y egoísta felicidad”. Ni hablar del “efecto Cenicienta” en el cual una chica de familia pobre se encuentra y triunfa con el amor verdadero, dejado de lado por Disney, pero con un camino a su vez trillado.
Se repasa el tropo de la pitufina, inclusión femenina entre tantos seres celestes, para aparentar igualdad y que sólo lleva a que sea observada, como Harley Quinn en Escuadrón Suicida. Los personajes diversos suelen ser relleno o acompañantes unidimensionales, crítica que plantea la serie Hollywood. Desde la representación de los blancos como salvadores, una muestra de culpa, al tropo del “negro mágico”, que ofrece sus herramientas para que el otro mejore y que puede llegar a niveles divinos como en Todopoderoso. Otros ejemplos son Milagros inesperados, donde un afroamericano inocente condenado a muerte tranquiliza a su verdugo, o Leyendas de vida, en la que uno enseña sobre golf mientras el resto es perseguido. Es el estereotipo racial más común y se refleja en la entrega de premios, cuando la amistad en Green Book pesa sobre El infiltrado en el KKKlan.
Si hablamos de clichés, no se pueden evitar los finales. Entre los prematuros, tenemos al que cuenta lo que hará al regresar o al que mira fotos viejas durante escenas de batallas. También está ese personaje que prometió dejar su actividad y fallece. Las minorías son las primeras prescindibles, como si se tratara de mostrar su situación pero matarlas en el proceso. Otros cierres comunes son el beso final con paisaje de fondo, el héroe que se pierde en el horizonte— que en principio era la toma más barata y luego la más popular— y la victoria del bueno, mostrando el momento en que el malo se da cuenta de su derrota.
Muchos clichés tuvieron su recorrido y terminaron en parodia. Si el grito de Wilhelm era un recurso, hoy es una burla interna a partir de Star Wars. Si Alfred Hitchcock le había otorgado a la mujer un papel central en los slayers y se consideraba que la chica buena sobrevivía, Scream lo invierte, cuando la mata en su apertura, y la saga de Scary movie se burla del género. Ni hablar de Una loca película épica como parodia general. En definitiva, Invasión de clichés en Hollywood recorre al cine desde una de las fórmulas que lo convirtieron en parte del lenguaje universal, como forma de entender la cultura popular y pensar por qué sigue siendo influyente. Al final, es una representación de lo colectivo que narra el contexto del cual surge. Queda pendiente reflexionar sobre clichés construidos en nuestro país y sobre la competencia actual en la industria que empuja los límites de lo decible y lo posible.