Las cosas por limpiar: la ausencia del Estado perpetúa la violencia
Por Agostina Gieco
¿Cuántas veces hemos oído decir que no es violencia si no hay agresión física? ¿Cuántas supimos de casos cuyas denuncias no prosperaron por no contar con pruebas a la vista? La sociedad en la que vivimos, repleta de discursos pero a veces escasa de conciencia, nos hace creer que exageramos al decir que transitamos situaciones violentas cuando alguien nos grita, nos maneja las cuentas bancarias o controla la ropa que llevamos. Sin embargo, la violencia simbólica y psicológica es tan dañina como la física, e incluso a veces más.
En Las cosas por limpiar, la nueva producción de Netflix, Alexandra Russell (Margaret Qualley) huye en la mitad de la noche junto a su hija Maddy (Rylea Nevaeh Whittet) de casi 3 años de edad, cuando Sean Boyd (Nick Robinson), su pareja y padre de la niña, la insulta a los gritos y le arroja un plato de comida. Sean es alcohólico, lo que empeora la convivencia, ya que habitualmente pierde el control y aumenta su nivel de violencia e ira hacia Alex. Cuando ésta se escapa con Maddy, debe hacer frente al sistema burocrático que introduce más trabas que ayudas para brindarle asistencia social a una madre soltera sin estudios, trabajo ni hogar.
La serie tiene entre su equipo de producción ejecutiva a Margot Robbie, reconocida por sus papeles en El Escuadrón Suicida y Aves de presa. De estreno reciente en la plataforma, hasta ahora cuenta sólo con una temporada de diez capítulos. Aunque no ahonda demasiado, es crítica del sistema estadounidense de ayuda a personas en situaciones complejas, como pueden ser las víctimas de violencia y ciudadanos/as sin hogar ni trabajo. Los requisitos para acceder a los diferentes programas terminan siendo obstáculos que hacen más difícil la prestación de una ayuda social. Muchas veces se habla del territorio norteamericano como el “país de las oportunidades”, sin embargo éstas no son para cualquiera.
La trama está basada en el libro cuyo nombre traducido sería Empleada doméstica: trabajo duro, salario bajo y voluntad de una madre por sobrevivir de la autora Stephanie Land. En él, la escritora estadounidense relata su historia de vida, haciendo énfasis en cómo son las condiciones a las que se enfrentan quienes trabajan limpiando casas adineradas para evitar vivir en la pobreza. De esta manera, Land expone una cruda realidad que sobre todo las mujeres comparten, sumado a las complicaciones que atañan a un sistema no preparado para ayudar ni brindar asistencia.
Las razones por las cuales una mujer que sufre violencia dentro de su entorno no se aleja de quien la perpetúa pueden ser muchas y variadas, desde ingresos insuficientes para tener independencia económica al miedo a que la persona continúe el hostigamiento y escale en sus represalias, pasando por la inseguridad a quedarse sola o a comenzar de nuevo, entre muchas otras. La producción muestra acertadamente que cada una puede tener su propia explicación, y que es importante desmitificar la idea de que “si ella se queda es porque quiere”, porque las oportunidades que se presentan no son iguales para todas.
La protagonista de Las cosas por limpiar hace un minucioso recorrido desde el desconocimiento de que estaba siendo violentada emocionalmente hasta darse cuenta de ello y autopercibirse como víctima. De esa forma visibiliza los grises de este tipo de situaciones, en las cuales muchas veces puede no haber conciencia del abuso o se lo normaliza sin reaccionar. En este sentido, es importante la educación a temprana edad no sólo para enseñar lo que no se debe hacer, sino también para reconocer los casos de violencia y saber decir basta, porque pedir ayuda no es una debilidad sino que requiere de mucha valentía.