Las tres muertes de Marisela Escobedo: el legado de un ícono de la lucha feminista en México
Por Jazmín Manuel
En agosto de 2008, Rubí Marisol Frayre, de 16 años, desapareció de la vivienda que compartía con su novio, Rafael Barraza Bocanegra, y su pequeña hija, sin dejar rastro. Desde el primer día en que se ausentó sin aviso, su madre, Marisela Escobedo, comenzó un largo camino de búsqueda de justicia y lucha, que la llevó a enfrentarse con grupos de crimen organizado y con el propio sistema de justicia mexicano. Este mes, Netflix estrenó Las tres muertes de Marisela Escobedo, documental que nos cuenta la historia de una madre que dedicó los últimos dos años de su vida a pelear por la memoria de su hija y exigir justicia, denunciando el mal accionar policial y las graves faltas del sistema judicial con respecto a los casos de violencia contra las mujeres.
La primera muerte de Marisela llegó el 19 de junio de 2009 cuando, después de meses buscando el paradero del principal sospechoso de la desaparición de su hija —sin ayuda de la policía—, Barraza admite el crimen y da a conocer el paradero del cuerpo de Rubí. Las imágenes son aterradoras: el cuerpo había sido quemado y arrojado a un basural, y para cuando se rastrilló la zona ya casi no había rastros. En el lugar, se encontraron unos pocos huesos que correspondían a la columna de la joven y se cree que el resto del cuerpo fue comido por animales. Una escena digna de las peores pesadillas que alguien pudiera tener.
Desde el principio, la policía no colaboró con la búsqueda de la joven desaparecida. A Marisela le costó, incluso, lograr que le tomaran una denuncia por desaparición, ya que el oficial consideraba que Rubí “seguro se había fugado con otro hombre”. El caso empezó a tomar importancia para las autoridades gracias a que Marisela, junto con otras madres que buscaban a sus hijas, se movilizaron y llegaron a contar sus historias en algunos medios. Las caminatas que llevó a cabo, alzando una foto de su hija, fueron los primeros movimientos organizados por ella y la familia junto con el apoyo de amigos y de colectivos de derechos humanos.
Su segunda muerte fue el fallo del primer juicio contra Rafael Barraza. El 3 de mayo de 2010 el Tribunal de Juicio Oral absolvió al acusado de todos los cargos. No es un caso aislado ya que en México, un país donde aproximadamente 10 mujeres son asesinadas por día, se estima que el 97% de los casos relacionados a femicidio quedan impunes. En el documental se muestra el momento en el que se deja en libertad al feminicida de Rubí y la reacción desgarradora de su madre que en una marcha, al día siguiente, exclamó frente a las cámaras de los medios: “Ayer me la volvieron a asesinar estos jueces”.
Somos testigos, también, de cómo ese momento fue para Marisela el comienzo de ponerle todavía más garra a su reclamo de justicia. A partir de ese día, se dedicó a denunciar las fallas del sistema judicial y la complicidad de la policía con ciertos organismos de crimen organizado, como el cartel de Los Zetas y el nexo entre el gobierno y el narcotráfico.
Por último, la tercera muerte de Marisela ocurrió el 16 de diciembre de 2010, cuando fue asesinada de un disparo en frente de la puerta del Palacio de Gobierno de Chihuahua, en manos de un presunto sicario. Se cree que el asesinato fue mandado por Los Zetas, grupo narco al cual pertenecía Rafael Barraza.
Dirigido por Carlos Pérez Osorio, Las tres muertes de Marisela Escobedo es un documental crudo y honesto, que muestra cómo se vive la pérdida de una mujer víctima de femicidio, tanto desde el punto de vista de la familia como también en el aspecto judicial. Es una producción que nos pone en pantalla el trato injusto que tienen estos casos en la justicia, que suele operar a favor de los femicidas dando cadenas absurdamente cortas o, peor, liberándolos sin cumplir ninguna sentencia. Durante todo el film es inevitable experimentar angustia, tristeza y bronca.
En un país como el nuestro, donde muchos lloran paredes pintadas, el documental sería excelente para educar sobre la violencia machista en Latinoamérica. Es muy importante seguir hablando sobre el tema y no dejar que se vuelva algo cotidiano, algo que no nos sorprende, que se naturalice. Para seguir avanzando en esta pelea tenemos que seguir nombrando a las víctimas, logrando que sigan presentes en la lucha colectiva, y principalmente tenemos que seguir señalando a los responsables y exigir respuestas desde el Estado para que algún día no tengamos que marchar levantando la foto de ninguna otra mujer en la calle. Hasta entonces, queda en todas, todos y todes actuar a favor de este movimiento que sigue buscando justicia, por Rubí, por Marisela y por todas.