Los caminos de Cuba: un viaje al interior de la isla
Por Ariel Pinus
Durante 45 días, poco tiempo después de la visita de Barack Obama e instantes previos a la muerte de Fidel Castro, se rodó Los caminos de Cuba. El documental se aleja de La Habana y las playas paradisíacas para adentrarse en el interior de la isla y, durante una hora, mostrar la voz de lugareños y lugareñas, sus pasiones, su cultura, su música y su identidad revolucionaria.
Tras su paso por festivales nacionales e internacionales tuvo su estreno, el pasado 6 de agosto, en la plataforma digital CineAR. Agencia Paco Urondo dialogó con su director, Luciano Nacci, sobre el contenido de la película, las anécdotas vividas durante su rodaje y la experiencia de realizar un documental en tierras cubanas.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo surgió la idea de grabar este documental?
Luciano Nacci: Lo que habíamos pensado, junto a mi amigo y colega Pablo Franco —que había llegado de Cuba hace poco—, era hacer una película 60 años después de la Revolución. Un mes después desde que surgió la idea, estábamos sacando pasajes, y a los dos meses emprendimos viaje. Llegamos a La Habana y no quisimos filmar ahí, sino disfrutar. Empezamos a encarar por los pueblos. Buscamos que las voces del documental hablen de la vida cotidiana, muy por encima de la Revolución. La idea era no tomar una postura —aunque nosotros estamos claramente a favor de la Revolución—, sino mostrar otras miradas, porque hay cosas que pasan en Cuba que son raras y difíciles de abordar. Pasan cosas maravillosas y otras que no tanto.
APU: Estaban presentando la película en distintos festivales y apareció la pandemia. ¿Se tuvieron que adaptar para el estreno? ¿Cómo fue ese proceso?
LN: La primera intención era hacer un recorrido de festivales y después un estreno. Nos llevó bastante tiempo la edición, pensar bien el eje, cómo diagramar a cada uno de los personajes. De a poquito lo fuimos cerrando para que quede algo bastante comprimido, que tenga dinamismo y dure una hora. Iba entrando en festivales y no tenía terminada la película. Finalmente tuvo un buen recorrido —creo que 15 festivales nacionales e internacionales—, con buena repercusión en general. En noviembre del año pasado la estrené físicamente en Viedma, el lugar de donde soy. Además, hicimos una especie de experiencia cubana, con música y mojitos antes de la película. Con respecto a este año, íbamos a hacer el estreno en Buenos Aires, de a poco, ciudad por ciudad. Eso se cayó por la pandemia. Me pareció un buen momento estrenarlo en cuarentena en formato online. Hasta ahora anduvo bastante bien. Es algo diferente, y obviamente no reemplaza la sala de cine. Yo espero, a futuro, hacer un estreno físico acá en Buenos Aires, y más adelante en Cuba.
APU: ¿Qué planes tienen para el estreno en Cuba?
LN: Una idea era ir este año y pasársela a todas las personas que participaron, que son bastantes y además son amigos con los que pasamos varios días. Es una asignatura pendiente. La idea es hacer el mismo recorrido que hicimos con la película y mostrarla, y quizás filmemos alguna historia. Hablamos con la Embajada de Cuba y estamos viendo qué tipo de posibilidades habría para poder ir allá y pasarla.
APU: Los caminos de Cuba se aleja un poco de los atractivos tradicionales de la isla y nos muestra otras historias. ¿Cuál crees que es la diferencia entre este documental y otras películas que se filmaron allí?
LN: Cada película tiene una mirada. Podés mostrar una ciudad desde 50 directores o directoras y van a ser todas diferentes. Es la mirada de cada uno con el lugar donde está y en el momento donde está. Todo eso son recortes, y todo influye a la hora de contar. Yo creo que lo que más refleja este documental es mostrar otra Cuba, lejana a la más comercial y la de exportación. Se mete en un lugar que, en general, otros no se meten; entonces se experimenta y se encuentra con otras miradas. Obviamente la música tiene mucha preponderancia, como en muchos documentales cubanos, pero lo interesante es que se ve desde la mirada de un músico. Cuba es música y es imposible dejarla por fuera. Lo mismo con la política. Es imposible no hablar de política estando en Cuba, aunque no es el eje central de la película. El eje son las miradas de personas invisibles, que se vuelven visibles con este documental y pueden decir qué es para ellos Cuba, qué es para ellos la felicidad, qué es para ellos la vida.
APU: En el aspecto artístico, el documental muestra un gran contraste entre la música autóctona y la cultura de las nuevas generaciones. Poco tiempo antes de que viajen habían tocado los Stones…
LN: Los Rolling, y también la llegada de Obama, fueron un antes y un después. Las nuevas generaciones, no todos, quizás quieren que se abra todo y ya no bancan lo que es la revolución. Las viejas generaciones, que lo vivieron, siguen apoyándola a costa de cualquier otra cosa. Sin embargo, es una Cuba que va cambiando. A pesar de que muchos de sus autos son de los 60, se fue modificando mucho más en estos últimos años. También por eso quería ir este año, para ver que más cambió. Lo veo con respecto a Internet, en donde la conexión es otra. Justo ahora Cuba es un país bastante complicado porque vive del turismo y, a pesar de tener pocos casos de coronavirus, les afecta al ingreso, porque es muy importante en su economía.
APU: ¿Qué impacto tuvo la muerte de Fidel para el documental? ¿Les replanteó cambiar el hilo del guion?
LN: Justo cuando estábamos volviendo, falleció. Como algunos de los personajes lo mencionaban y hablaban de la importancia de Fidel en su vida, retomamos y lo hicimos partícipe. También creo es interesante que sea la mirada de muchas personas, justo una o dos semanas antes de la muerte de Fidel.
APU: Imagino que fue difícil resumir esta historia en una hora. ¿Les quedó alguna anécdota que no haya entrado en el documental?
LN: Hay una historia muy buena que no está. Conocimos a alguien en Cienfuegos que nos alquilaba el hostel y nos hicimos amigos. Se estaba yendo a Estados Unidos, por izquierda, a través de gente del gobierno. Tenía plata y nos invita a festejar a un barco con estos tipos y sus parejas. Era un barco de dos plantas, estábamos en el medio del mar. Estábamos nadando, Pablo sube para volverse a tirar al agua y ve que estos tipos estaban transcribiendo toda la información de la gente entrevistada que teníamos anotada en una libreta. Se armó una disputa, que después se calmó, aunque quedó todo muy tensionado. En un momento Pablo, sin querer, rompe con el pie un vidrio del bote y empieza a sangrar. El que nos alquilaba el hostel empezó a gritarnos, claramente para quedar bien con los que lo iban a sacar de Cuba. Agarró la ventana rota y empezó a forcejearla con las dos manos. Se cortó con las astillas que quedaban y terminó arrancando un pedazo de la ventana. ¡Nos quería cagar a trompadas en el medio del mar! Nos terminó dejando en una isla con todas nuestras cosas. Por suerte pasó un bote y nos llevó a Cienfuegos. Pablo se cagaba de risa, yo lo quería matar.
APU: A lo largo del documental planteas preguntas, dudas, intrigas acerca de Cuba. ¿Qué conclusión te llevas del viaje?
LN: Personalmente tenía una gran admiración por Fidel, pero muchas cosas que fueron pasando de tantos años en el poder se van complicando, y ya no es lo mismo. Cuba es un país muy especial y particular. Yo llegué con una idea más utópica con respecto a Cuba, y eso se fue modificando, pero otras cosas no. La educación, la desnutrición o la salud son cosas que funcionan muy bien, y muy pocos países lo tienen. Con la libertad de expresión es mucho más complejo. Hay una mirada subjetiva y listo. No es lo mismo que en los 60, pero hablar en contra de la Revolución tiene sus consecuencias. Nosotros nunca tuvimos problemas para filmar. Es un país super seguro, no existe la idea de que te roben, nunca te va a pasar nada. Cuba es como un lugar medio inexplicable. Hay un montón de cosas que estaría bueno que no se pierdan. Si entra esta modernidad capitalista estadounidense, yo creo que se van a ir perdiendo y va a ser un problema. Habría que llegar a un consenso, a un acuerdo. Es difícil.