The Mandalorian: una nueva esperanza para Star Wars
Por Camilo García Quinn
Es difícil definir cuál es el principal acierto de The Mandalorian. Los espectadores y fanáticos de Star Wars la recibieron con más entusiasmo que a las últimas dos trilogías de películas. Quizás haya que buscar la explicación en cómo Jon Favreau logró conservar la esencia de las primeras películas sin caer en una mala copia, como las de J. J. Abrams; o en cómo triunfó al construir su propio arco narrativo, introduciendo nuevos personajes con los que se logra empatizar, a diferencia de los episodios I, II y III —con excepción del gran Obi Wan, a manos de Ewan McGregor, y el Qui-Gon Jinn de Liam Neeson—.
Podría decirse que una importante cualidad de The Mandalorian radica en que no es pretenciosa, no intenta igualar o superar la calidad de las películas originales de Star Wars, es justo lo que pretende ser: una historia paralela en el mismo universo. Algo similar a lo que logró Rogue One, cuya bajada justamente es: “Una historia de Star Wars”; ni más, ni menos. En The Mandalorian seguimos los viajes del cazarrecompensas Din Djarin (Mando, para los amigos), interpretado por Pedro Pascal —que se tuvo que conseguir un casco luego de su último papel como Oberyn Martell en Games of Thrones—, quien se verá envuelto en un conflicto con los remanentes del derrotado Imperio Galáctico —los sucesos en la serie transcurren seis años después de El Retorno del Jedi—.
The Mandalorian logra una buena cadencia, un ritmo entretenido que no decae en escenas innecesarias o diálogos extensos. El guión de Favreau logra generar secuencias de acción, comedia y aventura, que logran convencerte de que tienen lugar en el mismo universo que las de Luke Skywalker y Han Solo, al punto en que uno espera encontrarse con la aparición de alguno de ellos en cualquier momento.
Así, The Mandalorian nos lleva a conocer tanto nuevos mundos, como otros que resultan muy familiares para los fanáticos de Star Wars, y a vivir aventuras con personajes bien construidos desde el punto de vista del guión hasta en lo visual. Es una linda sorpresa encontrarse con el uso de marionetas y maquillaje en este presente, donde todo pareciera resolverse con efectos de computadora.
Sin embargo, lejos de escaparle a los avances tecnológicos, los productores de la serie dieron un paso revolucionario en cuanto al uso de sets virtuales. Quienes vean la serie por primera vez, van a sorprenderse por el realismo que presentan los diversos escenarios donde transcurre la acción; esto se debe al uso de un motor gráfico de videojuegos aplicado a un set compuesto de pantallas LED. Hay dos beneficios principales que trae esta innovación: por un lado el motor gráfico permite construir mundos ficticios en cuestión de minutos, fácilmente adaptables a las necesidades del guión. Por otro lado, la armadura brillante del personaje principal hubiera causado muchos problemas a la hora de proyectar luces y colores mediante el uso de pantallas verdes. The Mandalorian es la primera producción audiovisual en usar esta tecnología y, gracias a los resultados obtenidos, es probable que nos encontremos con muchos proyectos que la imiten en el futuro.
El universo de Star Wars
Una vez más, surge la pregunta obligatoria cuando se trata de un spin off, como sucede con la serie de Fargo: ¿es necesario ver las once películas que componen la saga de Star Wars? La respuesta es no. El arco narrativo de The Mandalorian es independiente al resto de la saga y se entiende perfectamente, sin necesidad de tener conocimientos sobre el universo de Geroge Lucas. Sin embargo, Jon Favreau, declarado fanático de las películas originales, se encargó de dejar varios detalles y guiños que solo los fans lograrán encontrar. Así que, si se quiere vivir la experiencia completa, es recomendable ver las tres primeras películas (los episodios IV, V y VI). La invitación cobra sentido no sólo para buscar las referencias, sino también para entender por qué, 43 años después del estreno de Star Wars: Una nueva esperanza, el universo imaginado por George Lucas sigue dando de qué hablar.