The politician: el sueño americano de ser presidente entre lo satírico y lo bizarro
Por Diego Moneta
El año 2018 nos daba una noticia que prometía revolucionar la industria de las plataformas de streaming: Ryan Murphy había firmado un contrato millonario por cinco años de exclusividad con Netflix. Sin embargo, los éxitos que el director tenía en su haber le jugaron en contra. Tanto The politician como Hollywood, fueron percibidas negativamente por la crítica y, en lo inmediato, Murphy no se plantea desafíos ni muestra crecimiento alguno.
Luego de mucha expectativa, en septiembre de 2019, se estrenó la serie The politician, una comedia dramática creada por Brad Falchuk, Ian Brennan y el mismo Murphy. La trama gira en torno a Payton Hobart (Ben Platt), un joven adinerado que desde los siete años tiene en claro que su sueño es ser presidente. Pasó años leyendo las biografías de los primeros mandatarios de Estados Unidos para calcular todos los factores que los llevaron a dicha posición, ya sea la carrera estudiada, la universidad o la pareja.
Su primera prueba es la elección del cuerpo estudiantil de la escuela secundaria San Sebastián, en Santa Bárbara, durante su último año escolar. Su círculo íntimo, que se ocupa de su campaña, está compuesto por McAfee Westbrook (Laura Dreyfuss), James Sullivan (Theo Germaine) y Alice Charles (Julia Schlaepfer), su novia. Se enfrenta al popular River Barkley (David Corenswet), en pareja con Astrid Sloan (Lucy Boynton), y ambos candidatos deben decidir aún quién los acompañará en la fórmula.
Una premisa inicial que podía resultar interesante termina siendo, gracias al estilo del director, una serie que apenas habla de la política y, por momentos, tiende a parecerse más a la estética de Glee, otra de las exitosas producciones de Murphy.
De esa manera, en The politician nos encontraremos con temas como el trauma, la presión, la cultura de la cancelación, la apropiación cultural, el aborto o la maternidad. Sobre todo el último punto, ya que Payton fue adoptado por una familia rica y únicamente es apoyado por su madre, Georgina (Gwyneth Paltrow).
La serie resulta una oportunidad perdida por no explotar las aristas políticas de la trama, tales como el marketing, las operaciones periodísticas, el intercambio de información y la famosa “rosca”. El personaje de Platt termina siendo un joven que se debate entre las divisiones de clase, las viejas prácticas políticas y las nuevas agendas, sin profundizar en absolutamente nada.
En línea con lo anterior, uno de los grandes problemas que tiene la tira es la bifurcación de la trama, a partir de la ambición que tiene cada parte del elenco, lo que provoca que haya un rumbo irregular. A eso se suma la inestable duración de los episodios —unos se acercan a la hora y otros no pasan 30 minutos—, por lo que toda idea suele quedarse a mitad de camino.
Otra bala perdida en The politician es el capítulo dedicado al votante promedio —hay uno en cada temporada—. Lejos de ahondar, por ejemplo, en la falta de participación electoral que hay en Estados Unidos, se lo ridiculiza y no se aporta nada. También llama la atención la falta de actualidad de la serie en relación a la política contemporánea, en tópicos como el internet o la polarización.
La segunda entrega, que llegó a la plataforma a mediados de junio, en lugar de ser una bocanada de aire fresco, profundizó las fallas. Murphy sale de su zona de confort —el aula— y ahora el foco se sitúa en la carrera de Payton para ser senador de Nueva York. Sin embargo, vuelve a cometer los mismos errores: apelar a lo bizarro en lugar de profundizar.
Otro grave error fue no aprovechar a la estupenda Gwyneth Paltrow, ganadora del Oscar por Shakespeare in love, pero más recientemente conocida por su papel como Pepper en el universo de Marvel. En The politician, Georgina tiene un amorío con Brigitte —la ex tenista Martina Navratilova— y emprende su propia carrera electoral: conquista con gran porcentaje de voto la Gobernación de California, y también llega a la Casa Blanca. Es decir, cumple el sueño de su hijo, pero en la serie nunca se hace foco en su historia.
El mérito de tener un elenco diverso se traduce en un escenario en el que casi nadie puede demostrar su capacidad. El espacio otorgado a Platt, que muchas veces no tiene sentido con el desarrollo de la trama, opaca otros papeles. Además del protagonista, apenas podemos decir que se lucen Jessica Lange, como una abuela tan ambiciosa como avara, o Bette Midler, como la contraparte política de Payton en la segunda entrega.
El sello de Ryan Murphy es reconocible en todo momento a través de la escenografía, la carga de colores y la combinación de géneros, pero lo único que hace es atraer a un público que ya sigue su trabajo. La exageración e inverosimilitud que tiene por momentos la historia alejan al espectador.
La intención inicial del director era realizar de tres a cinco temporadas, y que cada una gire en torno a una carrera política distinta hasta llegar a la presidencia. Sin embargo, la recepción no le fue favorable hasta ahora, y Murphy no pretende patear el tablero y salir de verdad de su zona de confort. ¿Podrá The politician sobrevivir en una tercera parte o será cancelada antes?