Sex education: la espera valió la pena
Por Marina Jiménez Conde
Después de una larga espera, más de un año y medio por las demoras que generó la pandemia del coronavirus, la tercera temporada de Sex education finalmente llegó a Netflix. La serie británica protagonizada por Otis (Asa Butterfield) y Maeve (Emma Mackey) cuenta la historia de dos adolescentes que arman una clínica sexual a escondidas, para orientar las consultas de sus compañeros en la escuela Moordale.
Como ninguna otra serie hasta el momento, Sex education habla del sexo sin pudor, apuntando a un público que se puede sentir identificado con las dudas e inseguridades que reflejan los y las jóvenes que acceden a los consejos de Otis y Maeve. Eso pone de manifiesto la necesidad que tienen muchos adolescentes de hablar y conocer sobre este tema tabú y, por otro lado, señala la incapacidad de las y los adultos de brindar respuestas adecuadas.
En la tercera entrega se incorpora al reparto Hope (Jemima Kirke), nueva directora de la escuela Moordale. Si en las dos primeras temporadas muchos personajes y situaciones mostraban un avance respecto a la salud sexual y reproductiva, el autoconocimiento y la asunción del deseo, en esta se ve la contraofensiva, que llega encarnada en la figura de Hope para buscar controlar y reprimir todo ese proceso.
Además, se introducen dos personajes no binaries —interpretados por personas no binaries— que se suman a las representaciones del colectivo LGTBIQ+ con las que ya contaba la serie. El trato hostil y la falta de empatía de Hope con Cal (Dua Saleh) y Layla (Robyn Holdaway) para que se adecúen al código de vestimenta binario es uno de los puntos de conflicto de esta última entrega.
Por varios motivos podría pensarse de antemano que esta temporada Sex education podía decaer en su nivel. El hecho de que la clínica del sexo se cierre cambia el típico formato de tener un caso de consulta por episodio y, lo que es aún más arriesgado, va en contra de la esencia misma de la serie: la relación entre Otis y Maeve. Sin embargo, la estrategia de Laurie Nunn, creadora de la ficción, finalmente hace salir airosa a la propuesta.
La gran variedad de historias y personajes secundarios, que a la par van mostrando con profundidad sus propios conflictos, hace posible que el distanciamiento entre Otis y Maeve no sea un problema y que la tira no sufra un agotamiento. Se siguen tratando temas como el placer femenino, el sexo anal, vaginismo, las consecuencias vinculares en los casos de abuso, el sexo para las personas con discapacidad y el vínculo sexo afectivo entre personas heterosexuales y no binaries.
Además, las relaciones que establecen Maeve y Otis con sus otros intereses amorosos también aportan lo suyo. El fuerte de Sex education es trabajar muy bien las relaciones de a pares, no sólo a nivel romántico sino también de amistad. Se pueden ver acompañamientos, conflictos, pérdidas y transformaciones por las que esas relaciones pasan.
En los próximos días Netflix anunciaría la renovación por una temporada más de una de las series más exitosas que tiene en su catálogo. Con tres temporadas en su haber, Sex education sigue mostrando su mejor versión y dando ganas de esperar, nuevamente, para ver cómo se las ingenia para estar a la altura.