The Sinner: la obsesión por los misterios
Por Manuela Bares Peralta
La serie mezcla policial y misterio, al mejor estilo de la primer temporada de True Detective. Basada en la novela homónima de Petra Hammesfahr, The Sinner se destaca entre tanta serie sobre detectives por lo atrapante de los casos que nos presenta en cada temporada. Un crimen sin razón aparente desencadena ocho capítulos llenos de intriga y giros argumentales que prometen desafiar hasta al televidente más experimentado en el género.
En esta tercera temporada, The Sinner se sumerge de manera profunda sobre los miedos y terrores que nos gobiernan. Si la segunda temporada nos permitió conocer algunas de las pesadillas que persiguen al Detective Harry Ambrose, esta nueva entrega se convertirá en una expiación de los fantasmas que todavía lo atormentan.
Al igual que sus antecesoras, el crimen es el punto de partida sobre el que se desarrollará la única investigación que importa: conocer que llevó a Jamie (Matt Bomer), un profesor a punto de convertirse en padre, a asesinar a su antiguo amigo, Nick. Este es el acto inaugural de la trama: no importa lo que pasó sino el porqué.
Si no viste a Cora Tannetti asesinar a un hombre en una playa pública sin ninguna razón aparente o a Julian Walker envenenar a sus tutores en un hotel camino a las Cataratas del Niágara, este es el momento de hacerlo. El 19 de junio, los ocho capítulos de la última temporada de la serie van a estar disponibles en Netflix.
Con una sucesión de ínfimas derrotas, una historia que se repite, el protagonista está cercado por un terreno minado de recuerdos: respira, existe y respira de vuelta. La misma escena vuelve a repetirse. En eso se convierte esta última temporada: una fobia que nos sobrevive, un espiral de ahogo, por momentos, hasta sofocante. Una pregunta que vuelve a aparecer: ¿Qué representa la muerte para quienes la sobreviven? ¿En qué se transforma la vida para los que prefieren la muerte?
La decisión que toma Jamie en ese camino desierto en las afueras de Dorchester se transforma en el acto fundacional de esta historia. Sus decisiones anteriores, y las personas que lo rodean, empiezan a carecer de sentido. Hay una dialéctica que confluye, la del detective y el sospechoso; pero también la de dos víctimas que sólo pelean por salvarse a sí mismos. Un diálogo que desemboca en confesión. A través de nuestros protagonistas exploramos la vida, la muerte y el apuro por lo urgente.
Nos transformamos en partícipes, mediamos entre Harry y Jamie. Hay un detonante que despierta un nuevo sentido de libertad y, a la vez, de destrucción. Un cuestionamiento que se reproduce a lo largo de los ochos episodios que conforman la temporada: ¿hasta dónde somos capaces de llegar para sentir?
The Sinner trae de vuelta un laberinto maníaco a la pantalla de Netflix: todo está a la vista al igual que en las primeras dos temporadas. Un asesinato que presenciamos desde un principio, pero que esconde una causa fragmentada y dinamitada en mil pedazos. ¿Cómo resolvemos el interrogante que acecha a estos ocho capítulos? La única respuesta es volver atrás.