Twitch: nada se pierde, todo se transforma
Por Manuela Bares Peralta
Twitch es un terreno al que todavía no terminamos de acostumbrarnos. Apenas le sacamos la ficha a la combinación de emoticones y zumbidos, a las videollamadas, al me conecto y desconecto del MSN, apareció el Whatsapp y casi sin darnos cuenta atravesábamos un curso acelerado de enfoques y efectos en Instagram. Cuando todos teníamos blog, esa especie de diario íntimo digitalizado, llegaron las notas de Facebook y los 240 caracteres en expansión de Twitter. Nunca terminamos de acostumbrarnos a las redes sociales, siempre surgen nuevas formas de comunicarnos.
Ser streamer es cómo ser bloguero o flogger en los 2000, o un youtuber de esta era. Transmitir y reaccionar. Crear contenido en vivo de forma momentánea y fugaz. Interactuar en directo sobre casi cualquier cosa, lo que importa es conseguir que la comunidad permanezca conectada, hablar con otros sin intermediarios.
A diferencia de YouTube y otras redes, la interacción en vivo es la columna vertebral de esta plataforma. El chat ocupa un lugar central en las pantallas, queremos comentar y que nos lean, queremos que nuestra opinión escriba la narrativa del mensaje que se streamea. Una real televisión en vivo, pero con menos parafernalia, una charla en voz alta o una acción cotidiana compartida con millones de usuarios en cualquier parte del mundo.
Hay una generación que ya se apropió de twitch y su lenguaje, hay otra que intenta adaptarse al cambio, internalizar estas nuevas formas, donde la inmediatez nos hace permanecer enganchados desde el otro lado de la pantalla.
Twitch ya pisa fuerte en el mercado europeo y norteamericano y, de forma más paulatina, está instalándose en Argentina. Nuestro país se encuentra entre los principales mercados de la plataforma con un total de 3.3 millones de descargas de la app móvil durante el 2020, el año de la pandemia. También se transformó en la caja de resonancia para una nueva generación de creadores independientes que dentro de la plataforma se convierten en guionistas, productores y presentadores al mismo tiempo. Un canal para trazar un público, pero también un mercado cautivo, monetizar lo que hacemos, como ya lo hicieron Instagram o YouTube hace unos años.
Desde Ibai Llanos en un mano a mano con el Kun Agüero al desembarco de Alberto Fernandez en la plataforma a través de una entrevista con Pedro Rosemblat. Jugar al GTA V o al Fortnite en línea hasta hacer de Twitch lo más parecido a un magazine remasterizado acorde a las exigencias de la época: entre la amplia oferta ya hay clásicos consagrados como los streams de Coscu, el ideólogo del buenardo, o Esta semana en Springfield, el formato que Rosemblat impuso en Youtube y reversionó para Twitch, pero la plataforma también admite otros tipos de contenidos como Canceladxs por el nuevo canal EnlaceTV, un híbrido entre radio y podcast, un experimento entre amigos, una búsqueda por generar el contenido para una generación que no nació con el vocabulario de Twitch a cuestas, pero está dispuesta a hacer el intento por conquistarlo.