Viento del este: Bariloche, Río de la Plata y Palestina
El 27 de febrero se estrena Viento del este, ópera prima en formato largometraje documental de Maia Gattás Vargas. Con producción de Marcelo Burd y montaje de Sophie França, aborda como punto de partida el vínculo inconcluso entre la directora y su padre, quien falleció cuando ella apenas tenía dos meses en 1986. A lo largo de poco más de una hora, entre registros propios, voz en off y material de archivo, la obra dialoga con dos grandes duelos y tres espacios protagónicos.
El centro narrativo es la muerte del padre y su herencia. Sólo un par de objetos -un vaso, un sweater y un trofeo de pesca-, recortes periodísticos y anotaciones del diario de la madre lo evocan en el presente. Más adelante se enteró del origen palestino de Luis Gattás. Ella venía indagando en esa herida abierta -duelar a una persona desconocida-, pero el proceso de realización llevó años. No sólo por el material y por los descansos o crisis, como en todo documental autobiográfico, sino por la tarea de armar un rompecabezas donde las piezas no encajan. Al trabajo cinematográfico se le sumó mucho trabajo emocional, hasta que finalmente accedieron al financiamiento necesario por parte del INCAA.
En ese sentido, durante mucho tiempo, para Maia, Palestina fue el lugar de promesa de reencuentro con su lado paterno. No era una cuestión mencionada en la familia hasta que ella preguntó. Quería reconstruir un retrato a partir de espacios y tiempos fragmentados. Por eso viaja a Cisjordania, donde al principio sólo encuentra ruinas y despojo. Luego, la experiencia compartida de la pérdida ayudará a llenar algunos vacíos. La conexión entre herencia y exploración es un hilo conductor de la búsqueda identitaria de la directora.
Tal como se mencionó, Viento del este dialoga con dos duelos: la pérdida del padre y de la cultura palestina en el seno familiar. A su vez, traza una cartografía afectivo entre tres espacios protagónicos: Bariloche, donde vive Maia con su madre y su abuela, personajes claves del documental; el Río de la Plata, ya que fue allí, en medio de una sudestada pescando, donde el padre tuvo un accidente tráfico; y Cisjordania, en Palestina, territorio que lucha por su existencia y de donde vinieron sus antepasados paternos.
De esa manera, el título del largometraje proviene de otra conexión doble: Río de la Plata y Palestina. A modo poético, es el lugar que la autora inventa para reencontrarse con ese sector familiar. Apela a cualquier mensaje que provenga desde Oriente y esos espacios confluyen entre la reflexión personal y la realidad política. Si bien terminó siendo más sutil, su historia es la historia de su pueblo. Su intento por conocer más sobre su padre es la búsqueda de un cierre tan necesario como imposible.