The vow: entre la manipulación, la complicidad y el sometimiento
Por Marina Jiménez Conde
Durante la década del 2000, Allison Marck se hizo conocida por interpretar a Chloe Sullivan, la mejor amiga de Clark Kent, en la serie Smallville. Sin embargo, estos últimos días fue noticia tras haber sido sentenciada a tres años de prisión por ser una de las líderes de la secta NXIVM, que sometía a mujeres para que tengan encuentros sexuales con su líder, Keith Raniere. La serie documental The vow (2020), producida por HBO, se aleja del amarillismo de los portales digitales para explicar cómo es posible el funcionamiento de una organización de tales características, mostrando cómo Raniere operaba detrás de todo.
En principio, ante estos casos, lo que surge es señalar a quienes se dejan engañar por este tipo de espacios. Como marca uno de los testimonios, nadie entra en una secta sabiendo que es una. Algo bueno tiene que tener. Los primeros episodios se encargan de mostrar el método, con pretensiones científicas, que Keith Raniere desarrolló, junto a su socia Nancy Salzman, especialista en programación neurolingüística (PNL). A partir de éste, organizaban charlas donde los participantes accedían a un programa llamado ESP (Programa de Éxito Ejecutivo en castellano).
Con el método desarrollado, prometían que la gente lograría ser la mejor versión de sí misma, superando sus miedos. Buscaban entonces personas exitosas e influyentes para ganar credibilidad como organización y, supuestamente, conseguir cambios a nivel mundial, que serían introducidos a la sociedad a través de estas figuras poderosas. En el medio, la superación personal se lograba a base de esfuerzo y mejora de la productividad. Un curso acelerado de neoliberalismo.
Era común la participación de familias cercanas a la realeza, al poder político y económico, y también de famosos. De esta manera, se lograba que NXIVM tuviera apoyo. El mensaje más importante de la serie es mostrar que, no importa cuán exitoso, rico, talentoso e inteligente seas, la vulnerabilidad es parte de la condición humana y cualquiera puede caer en las garras de un psicópata que se sirve de ello.
Puede parecer que los nueve episodios de The vow, de una hora de duración cada uno, son excesivos. Sin embargo, el desarrollo logrado hasta el final hace que se vaya poniendo en perspectiva la personalidad de Raniere. La serie se centra en el relato de Mark Vicente y de Sarah Edmondson, dos integrantes de alto rango que abandonaron NXIVM y que, junto con otros ex miembros, intentan dar a conocer el caso en los medios de comunicación para llevar a Raniere ante la justicia. En ese proceso, también se puede ver la importancia que tuvo el #MeToo para que finalmente éste fuera sentenciado a fines del año pasado.
The vow da lugar a la culpa y el remordimiento que tienen aquellos ex integrantes por haber acercado a otras personas a la secta. De hecho, Vicente era un reconocido documentalista y Edmondson una actriz de poca trascendencia que se encargaba del contacto con el mundo del espectáculo. Sin ir más lejos, llegaron a abrir su propio centro en Vancouver, donde captaron a las actrices Allison Mack, Bonnie Piesse (esposa de Mark) y Nicky Clyne, entre otras.
Uno de los elementos más impactantes es que, gracias a la soberbia del propio Raniere, que hacía que Vicente documentara muchas de las reuniones, el material al que se accede es de primera mano. Se puede ver cómo eran los vínculos que Raniere generaba, cómo trataba a los demás, cómo hurgaba en la mente de las personas, cómo saludaba a todos con un beso en la boca, cómo coqueteaba con las mujeres y cómo las personas quedaban maravilladas por él. Un ejemplo es el primer encuentro que tuvo con Allison Mark, donde ella dice que el arte la hacía feliz y él le cuestiona si la felicidad provenía del arte o de ella misma. Con eso la hizo emocionar y, sabiendo lo que vino después, la escena resulta más que perturbadora.
La serie documental hace un recorrido por los últimos 30 años de la vida de Raniere, evidenciando que los crímenes sexuales, que incluyen ceremonias donde se marcaba la pelvis de las mujeres con las iniciales de él y de las de Allison Mack, son el último y más extremo peldaño de una serie de maltratos y sometimientos por el que pasaron todas las personas que tuvo al lado durante ese tiempo.
Raniere se las ingenió para crear, dentro de su propia organización, una sociedad secreta de mujeres liderada por Mack, llamada DOS (Sororidad Dominante Sumisa). Allí, se establecían relaciones de amas y esclavas entre las integrantes. Para ingresar debían ofrecer como garantía secretos, fotos íntimas y comprometerse, de por vida, a obedecer órdenes, a mantener dietas estrictas, a responder y estar disponibles siempre para su “ama”. Raniere enseñó las mismas técnicas de manipulación a algunas mujeres, que usaba con ellas mismas, para que a su vez manipularan a otras, en última instancia, siempre en favor suyo.
Es probable que la pregunta de por qué alguien se sometería a algo así no tenga respuesta racional. Uno de los testimonios cuenta que si se lo trata de ver sólo desde una mirada de blanco o negro, no se llega a captar la delgada línea que divide el consentimiento de la manipulación.
La misma línea vale para las mujeres que ayudaron a Raniere en sus delitos. ¿Cómo no juzgarlas si efectivamente fueron parte del sufrimiento de otras mujeres a quienes sometieron de forma brutal? Pero a la vez, viendo a este hombre profundamente misógino, rodeado de quienes se enamoran de él y sienten que tienen una conexión trascendental, estando en una situación de constante vulnerabilidad: ¿Cómo juzgarlas siendo víctimas y, a la vez, victimarias?