Yo era famoso: la música como puente inmaterial de conexión

El pasado septiembre se estrenó en Netflix Yo era famoso, una película dirigida por Eddie Sternberg y basada en un cortometraje titulado Yo solía ser famoso, del mismo director inglés. La trama sigue a un músico que pasa sus días tocando el teclado en la calle cuando inesperadamente un joven autista se le acerca y comienza a acompañarlo. Éste demuestra su talento utilizando sus palillos de batería sobre un tacho de basura, lo que da pie a una tierna historia que visibiliza cómo la música es una gran aliada para las personas con discapacidades cognitivas.

Vince (Ed Skrein) tuvo su momento de fama como vocalista principal de una banda pop juvenil de gran éxito, al mejor estilo Backstreet Boys. En la actualidad, veinte años después, apenas le alcanza para sobrevivir. Su vida monótona consiste en tocar algo de música en la calle, transitando las veredas con su piano portátil acarreado en un soporte para plancha con ruedas, hasta que Stevie (Leo Long), de 18 años, se le acerca y le sigue el ritmo. A partir de allí forjarán más que un dúo musical, entablando una amistad que nutrirá a cada uno de los personajes a su manera.

En la realidad, el joven que da vida a Stevie se cataloga a sí mismo no como un estereotipo, sino como un “actor de stand up neurodivergente”, según la descripción que tiene en su perfil de Instagram. Cabe remarcar que la industria cinematográfica debe darle más participación a personas que posean alguna discapacidad para mayor nivel de inclusión y representación. Gracias al desconocimiento que tenemos como sociedad, se puede creer que no son capaces de hacer una gran variedad de cosas. Sin embargo, hay ámbitos en los que desarrollan sus habilidades si se les otorga la oportunidad, como es el caso de la música.

De esto se trata la Musicoterapia, definida por su asociación mundial como “el uso profesional de la música y sus elementos como una intervención en entornos médicos, educacionales y cotidianos con individuos, grupos, familias o comunidades que buscan optimizar su calidad de vida y mejorar su salud y bienestar físico, social, comunicativo, emocional, intelectual y espiritual”. Es una disciplina a la que se le comenzó a dar mayor impronta hace algunos años, cuando se demostró que a través de ella es posible ayudar en casos en los que con la psicología tradicional no es suficiente. 

En el film queda muy claro cómo a través de la combinación de melodías y sonidos es posible incluir a aquella gente con alguna discapacidad, ya sea en aspectos físicos como neurológicos. En el grupo de apoyo al que va Stevie hay un moderador, quien guía el ritmo de cada encuentro, y entre sus participantes se puede ver a una mujer con síndrome de down y a un joven con alguna problemática en el habla y en la movilidad. A su vez, no necesariamente deben formar parte de grupos aislados e independientes, sino que pueden y deberían incorporarse en nuestros entornos cotidianos con naturalidad, lo que depende de garantizar las condiciones óptimas para su integración, algo que no sucede a menudo.

De esa manera, Yo era famoso nos permite reflexionar acerca de cómo podemos acercarnos a través de la música y lo que ésta logra: personas que de otra manera no se hubiesen relacionado encuentran en el otro aquello que les faltaba. Vince buscaba principalmente volver a conectarse con su faceta musical, aunque por detrás estaba la necesidad de salir de esa soledad en la que estaba inmerso hacía tiempo. Stevie no sólo fue su compañero con la batería, sino que le demostró lealtad y una amistad inigualable.