Diego Tedeschi Loisa: “La poesía regala aromas a este mundo donde las malas noticias quieren hacernos sucumbir”
Tedeschi Loisa es escritor, comunicador, corrector, editor y activista lgbt+. Fue cronista deportivo, columnista en temas de salud, ejerció el periodismo social, hace prensa y comunicación en el Instituto contra la Discriminación y en la Defensoría LGBT+ de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, y es editor del blog y de las redes Huellas en la pluma. Escribió durante cinco años en las revistas de temática lgbt+, Nexo y NX. Periodismo gay para todos, hizo radio, TV, teatro y fue columnista de rock en Paraguay, hizo radio en Ciudad de Buenos Aires durante diferentes períodos (el último y más extenso fue en El Vahído, durante tres años; programa que continúa con formatos de podcast en la actualidad). Publicó doce libros (dos de cuentos, una novela, uno de relatos y de poesía -con invitades especiales-, una compilación de relatos propios y de otres amigues escritores, y siete de poesía) Su activismo estuvo signado con la pluma en las revistas lgbt+ mencionadas; junto a Carlos Jáuregui, Marcelo Ferreyra y otres activistas en Gays DC; desde el deporte con Deportistas Argentinos Gays y el equipo gay de fútbol Los Dogos desde 1997 hasta 2011, y en la Federación Argentina LGBT+ desde 2015, en el área de comunicación; además de colaborar en distintos grupos que practican el deporte inclusivo. Desde 2017, publicó sus textos en textosintrusos, donde también colaboró con correcciones y en ediciones de plumas amigas.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué es lo que vuelve trascendente a un poeta?
Diego Tedeschi Loisa: la dulce, cruda y detonante mirada de un universo que en alguna nube se hace versos, que llueven a las miradas y al sentir de quienes se animan a respirar color.
APU:¿No te queda la sensación de que la poesía se olvida?
D.T.L.: ¿La qué? Jaaaa. Estos tiempos me han dejado poesía hecha canciones. Esas permanecen siempre. La poesía que nos abraza es un infinito de colores para quienes se animan a ir a más. Así y todo, hay lectores que comparten mis poemas, lo que me lleva a reflexionar que todavía hay persistencia retiniana en la gente para la poesía.
APU: ¿Cómo se lleva tu poesía con el insomnio, con las noches, con los vicios?
D.T.L.: En una época, todo entraba como un cóctel de luz. Luego, la inspiración hace que un poema nazca en el celular, en un viaje en subte. Sin embargo, como mis vicios son las bebidas espirituosas, los versos se precipitan cuando hay un trago que invita a sentir y a dejarme ir. Rara vez tuve insomnio. Las largas noches de creatividad fueron entre tragos espirituosos y el derrame de tinta en un papel o de los dedos fluyendo a mil sobre el teclado.
APU: ¿Cuál es tu opinión sobre los recitales de poesía?
D.T.L.: Son un canal de resurrección. En este último año, estuve mirando las batallas de FMS del freestyle, donde se compite con esa onda rapera, que nació y se expandió en “El Quinto Escalón” de parque Rivadavia, en Caballito, Ciudad de Buenos Aires (de donde surgió Wos, por ejemplo), y más allá de ciertos momentos que me molestan mucho (por los insultos que se intercambian los oponentes, o los mensajes a veces muy machistas o violentos), son un canal de poesía cantada, rapeada, que ha despertado en mí cierta admiración: la mayoría de los competidores son muy jóvenes y tienen un bagaje cultural que me sorprende muy bien, y que me da esa sensación de que todavía hay mucha poesía para regalar, en el formato que sea. Por eso, creo que los recitales de poesía, las presentaciones de poemas, los slams, o cualquier encuentro de poesía son flores que regalan aromas a este mundo donde la oscuridad de las malas noticias quiere hacernos sucumbir. Pero no. Hay poesía, y esos espacios son semillas germinando.
APU: ¿Utilizás tu condición de poeta para ejercer la seducción?
D.T.L.: En muchas ocasiones, sí. Fue fructífero. Cuando dediqué especialmente un poema para conquistar fue tremenda la respuesta, pero todo se diluyó como el agua que acaricia la playa y vuelve mar adentro. Me fue mejor cuando largué un poema al universo (redes sociales) y me escribieron por privado “enamorades” de ese poema o de mí, o solo del poema. Como nunca me subí a ese bondi, no puedo aseverar nada. El 95 % de los poemas que escribo no tienen ese fin. De hecho, hoy ni el 100 %. Mi corazón late por uno. Claro que hay inspiradores, que llamo “estros”, y algunas musas, a las que van dedicados los poemas y la mayoría jamás supo que eran les distinataries.
APU: ¿Por qué no se escribe más en modo rimado?
D.T.L.: Porque los tiempos han mutado en nuevas ideas, en nuevos mensajes, en neologismos que proponen otras formas más actuales, que son las que invitan a meterse en la poesía como algo vital y necesario. Creo que la música, especialmente la cultura del rock, con Bob Dylan, The Beatles, Charly, Litto y Spinetta (por citar algunos) ha potenciado una nueva manera de expresión que, si bien en un alto porcentaje hay una rima o una cadencia que invita a ese juego poético, también ha enriquecido la poesía con miradas menos rimadas, pero más empatizadoras con lo actual.
APU: ¿Qué opinás de la poesía argentina de la última década?
D.T.L.: Hay mucha producción que sigue elevando la pluma. Y hay mucho poeta y mucha poetisa irreverente que no calla, que vuela, que inspira, que nos atraviesa con su impronta, que “compone” para un slam, que se anima a la lectura, a la expresión. Hay mucho material que se publica en redes, en blogs, en e-books, y hay mucha que intentamos largar en producciones impresas, que siguen dándole color a este mundo tan descolorido.
APU: ¿Realizás un trabajo poético constante o preferís la inspiración?
D.T.L.: Es miti-miti. Hay una trabajo constante, como cuando invité a amigues fotógrafes para ilustrar poemas. Entonces, me tiraba una foto, yo escribía unos versos y lo devolvía para que lo titulara. Y eso es sistemático. Ya hice así varias producciones con Neyda Pitt, con Walter Brizuela, con Heber Aguilar. Por otro lado, la inspiración es constante y, como cité antes, suele aparecer frecuentemente, como en un viaje en subte, en un café, en un parque o cuando voy al “templo” y llevo el celular (algo que no suele repetirse, a menos que esté inspirado, y reemplace un libro o una revista de rock, para escribir durante un cortísimo tiempo sobre algo que viene y no puede esperar).
APU: Poesía y vida, ¿no ocurre más eso de vivir poéticamente? ¿Se terminó vivir a lo Rimbaud?
D.T.L.: Poesía y vida es mágico. En 2016, durante mi último año de la carrera de Corrector, mi profesora Adriana Santa Cruz nos inspiró a leer un poema cada noche y a escribir uno por la mañana. Lo hice durante 45 días seguidos, que publiqué en redes, con distintas imágenes que iban surgiendo durante mi viaje al trabajo. Me dijo que esos poemas tenían que publicarse en formato libro. Así fue que me conectó con Hernán Casabella, de la editorial textosintrusos, y salieron -en 2017- en Escribir poesía. Ahí la vida y la poesía se regalaron un hermoso guiño. Desde ese instante, todo lo que había escrito fue quedando en páginas de más libros o en las redes, y viví (vivo) poéticamente. Claro que vivir a lo Rimbaud sería mágico, más inspirador y volador. Algo de eso me atraviesa cotidianamente. Hay una parte de Arthur en mí que sigue inspirándome a esa “vida bohemia” sin que nada más importe. Y cuando está, vivo a lo Rimbaud.
APU: ¿Cuándo comenzó tu gusto por la escritura?
D.T.L.: supongo que cuando en mi infancia, en la escuela n.º 24 “Virgen Generala”, participé en dos entrevistas: a un automovilista y a un reportero gráfico. Ver mi nombre impreso en una publicación escolar, entre quienes hicimos las preguntas, me hizo feliz. Con la llegada de la adolescencia, mis dolencias típicas me hicieron expresarme con poemas, en muchos cuadernos. Eso fue mutando hasta que me animé y terminé, primero, como cronista deportivo en el diario La Nación y con diferentes textos en un periódico barrial, y luego, cuando surgió la posibilidad de soltarme y de experimentar, lo hice en las revistas Nexo y NX. Desde ese instante, 1994, no paré más.
APU: Lenguaje inclusivo en la escritura: ¿sí o no?
D.T.L.: Sí, absolutamente. “Inclusivo, no sexista”. De todas maneras, intento buscar palabras que faciliten la lectura, en mis cuentos y en mis novelas o en los textos largos: agudizar la mente. En los textos más activistas, uso más el lenguaje inclusivo bien marcado por cuestiones militantes, para visibilizarlo. Borges dijo: “Todas las palabras fueron alguna vez un neologismo”. Bueno, yo creo que hay que deconstruirse e ir a más. “La palabra la hace el pueblo”, dijo hace poco una académica de la RAE. Y es así. No dar nada por sentado. Incluir, siempre incluir. El pueblo lo toma y lo hace real, luego.
En la presentación de mi último libro, Mates de seda, arranqué dando la bienvenida con un texto hacia les presentes que estaba todo en femenino. Y luego dije que seguro habrán pensado que como gay estaba hablándoles en femenino; algo que solemos hacer con muchos de mis amigos gays, compañeros gays y amor. Pero no. Pensaba en cómo serían las caras de les asistentes a la presentación al no sentirse incluides dentro del femenino, dentro del “todas”, del “bienvenidas”, del “amigas”, como les había nombrado. Pues, les dije que así se sienten las personas no binarias, las mujeres, las trans y quienes sienten que al decir “todos, bienvenidos, amigos, compañeros”, las estamos excluyendo.
Es un camino que hay que transitar. Luego todo se va acomodando. Lo que sí no llego a comprender (o sí) es que quienes ejercen la comunicación o se desempeñan en política -y muchas son mujeres- siguen utilizando palabras como “presidente” o “concejal” -por citar dos- cuando existen los femeninos (“presidenta”, “concejala”), que es lo que recomienda la RAE (a quien se aferran tanto para defenestrar el “todos y todas” que usaba la expresidenta de la Nación, Cristina Fernández), y lo hacen desde una posición de enfrentamiento (como ya se ha visto en varios episodios de sesiones en el Congreso). Si se aferran tanto a la RAE, usen “presidenta”. De todas maneras, hay una revolución, que viene con la ola feminista, que es la que, junto con el activismo lgbt+, va transformando la palabra e imponiendo neologismos que en varios años serán de uso cotidiano, seguramente.
APU: Tenés varios libros de poesía. Nombraste Escribir poesía, que fue el primer doble que salió por textosintrusos. ¿Qué me podés contar sobre el otro, Las palabras del fuego (2017)?
D.T.L.: Las palabras del fuego son las palabras del amor. Son las revoluciones que atentan con cada sol de noches agitadas y con cada luna de luces sonrientes. Eran poemas que estaban esperando salir a la luz. Tenían una mirada de latidos, de deseo, de pasiones. El “superamor despertando al sol” que canta Fabi Cantilo. Ese “lo que hay en mí te doy”. El “dar es dar” que canta Fito.
APU: Has contado en la introducción de tu última publicación, Mates de seda, que es una segunda parte de Azules en el deck (2018). ¿Podías hablarnos al respecto?
D.T.L.: Tienen cosas en común, aunque Azules… es más furioso. Se habían roto muchas cosas en mi interior, durante su creación (entre 2015 y 2018), nos gobernaba Macriminal (como lo describe mi amigo Sebastián López Márquez), y tenía una necesidad imperiosa de gritar mucho. Mates… es más reflexivo y pasional, más de luz, más de amor (también fueron tres años de producción). No son casuales sus tapas, tampoco. Una tristona, azul, blues (que hizo Mariana Mario Spagnuolo) y otra más reluciente -con mar y bosque- (que hizo José Luis Yacomini). Lo que tienen en común es: 1) los libros no tienen signos de puntuación. Quienes se animan a sus lecturas van reconstruyendo el texto. Digo “re” porque permite esa posibilidad, de acuerdo a su lectura; 2) los poemas tienen estructuras compactas, sin estrofas marcadas. En muchos casos, suenan más a pensamientos o a prosa que a poesía; 3) los poemas están entrelazados por frases de canciones -en Azules… son de intérpretes que lo hacen en inglés; en Mates… son artistas que lo hacen en español. Son puentes que unen los poemas y queda a criterio de les lectores lo que surja de todo eso; 4) y como la música los atraviesa, están armados como los longplays dobles o triples. Azules… tiene tres lados/partes y un bonus track de tres poemas; Mates… tiene cuatro lados/partes y un bonus track de diez poemas. En ambos libros, hay mucho de mí, del desamor y del amor, pero siempre de ir a más. Tienen prólogos de dos admirados escritores/comunicadores: Raly Haurat y Pablo Mereb, respectivamente.
APU: Durante la pandemia surgió otro doble libro: Páginas en el viento / El camino del té (hojas de viaje) que presentaste de manera virtual con la participación de muchxs artistas. ¿Qué abordan esas producciones?
D.T.L.: Sí, fue una linda apuesta. En la presentación estuvieron 25 artistas/amigues/compas que se prendieron en hacer algo, como Vida Morant, Ceci Tedeschi, Germán Díaz, Karen Bennett, Vivi Scaliza, Rodrigo Alk, Calolo Rodríguez, Doris Night. Hicimos una gran producción que se puede ver en mi canal de YouTube, junto con otras presentaciones y con las entrevistas que les realicé a 12 escritores durante el aislamiento obligatorio. Pàginas en el viento es el transitar, el mirar, el rozar, el amar que tan intensamente viví en una etapa muy ruidosa, liberadora y de absoluta visibilidad como puto, como gay. El otro libro, tiene dos partes: por un lado es “el camino del té, con noches meditativas de cuarentena, a partir de la lectura del libro El zen del té, y de probar una cantidad de tés. La otra parte son las “hojas de viaje”, instantes que se reflejaron a partir de fotografías que se abrieron, de tantos viajes que hice a distintos lugares del país y del planeta (no fueron tantos fuera de Argentina) que despertaron poemas a momentos que transité. Textos tan sencillos como abrazar y besar.
APU: ¿Qué es lo próximo de Diego Tedeschi Loisa que se viene para disfrute de los lectores?
D.T.L.: La búsqueda del beso, una nouvelle que nació en y está emparentada con la pandemia; que cuenta la historia de un chico gay que vive frente al mar y se mezclan su vida, los deseos, los amantes y dos hechos policiales. También Poemas en mi ciudad, de poesía, que aún está en etapa de escritura y se focaliza en historias (a lo Bob Dylan o Joaquín Sabina) que se viven en tres ciudades: Asunción, Villa Gesell y Ciudad de Buenos Aires; y Un trago, un faso y un blues (Llamadas nocturnas) que es una idea que arrastro desde hace mucho y que iba a ser de una manera (con poemas) y se transformó en poemas y otras “cositas interesantes”.
*Por decisión del autor, este artículo contiene lenguaje inclusivo.