“Todo lo que pasó antes de que llegaras”: el registro de la historia desde la infancia
Por Martín Tesouro
Por decisión del autor, el artículo contiene lenguaje inclusivo.
El sello independiente Limonero publica Todo lo que pasó antes de que llegaras, de Yael Frankel, una obra de narrativa gráfica que interpela con sensibilidad afinada el proceso expectante de aguardar la llegada de otro ser al núcleo familiar. Desde la perspectiva de una persona pequeña que comienza a tomar conciencia de su identidad y la existencia de los otros, en simultáneo con el desarrollo de la escritura, con más incógnitas que certezas, se propone compartir este divertido y reflexivo registro que un hermano prepara quien va a unirse a su mundo.
Todo lo que pasó antes de que llegaras trabaja con logrado tono infantil la enunciación de complejidades diversas. Ocurrente, con humorísticas comparaciones y una sincronía ajustada entre las ilustraciones y la narración, Frankel incluye en su obra cuestiones trascendentes y de época. La voz creada comparte interrogantes que acompañan la vida a lo largo de los años, y certezas que de tan simples normalizamos: recordarlas nos ejercita la sonrisa.
Es el segundo libro que la artista argentina publica con la editorial independiente Limonero. El ascensor ha obtenido importantes distinciones internacionales. En el año 2019, primer premio en el Festival de Literatura para niños de Sharjah, Emiratos Árabes, por las ilustraciones. También fue galardonado en la Feria Internacional del Libro infantil de Moscú en la categoría libro de autor. AGENCIA PACO URONDO dialogó con la autora y comparte las palabras del libro.
Agencia Paco Urondo: El destinatario ficcional de la obra es un hermane por llegar ¿Cómo has vivenciado la relación entre hermanes y los roles atribuidos?
Yael Frankel: Yo soy la cuarta entre cuatro hermanos. Así que me tocó y me toca muy de cerca todo lo que tenga que ver con la “hermandad”. Al ser la más chica de los cuatro, tuve la suerte de escuchar de parte de ellos, historias en las que yo no solo no participé, sino de las que ni siquiera fui testigo porque no había llegado todavía a este mundo. Tener hermanos mayores que te cuenten todo lo que pasó antes de que vos llegaras es un verdadero privilegio y también es un mundo que se abre adelante tuyo, con cosas y eventos desconocidos por vos, contados por tus propios hermanos. Es a la vez fascinante y muy loco.
APU:¿Qué motivos han jugado en la creación de la obra?
Y.F.: ¿Motivos? No sé si tengo motivos al crear un libro, más que las ganas de hacerlo, de escribir, de dibujar y sobre todo de contar.
APU: Sólo los dibujos exponen el género de quien narra ¿Cuál es tu perspectiva sobre esa falta de marcas de sexualidad en la narración?
Y.F.: Lo único que puedo decir, es que no fue a propósito. Porque todo el tiempo tuve en mi cabeza que el protagonista-narrador es un nene y su mamá espera otro varón. Me llama la atención que a veces los lectores del libro ven una nena y la nombran en femenino. Pero la verdad es que me da igual. Después de todo, el lector es quien recibe el libro así que tiene voz y –en este caso– también voto acerca de la sexualidad de el/los protagonistas.
APU: La narración en 2da persona no es algo habitual ¿Qué potencia le hallás para elegirla para Todo lo que pasó antes de que llegarás?
Y.F.: Estaba muy claro para mí que quería que en esta historia fuera el hermano mayor quien le hablara a su hermano por nacer. A pesar de que vemos que parte de su familia aparece alrededor (tíos, primos, padres) la única voz es la suya porque hay una única dirección y es la que apunta hacia su hermanito. Le quiere contar a él, ponerlo en conocimiento de lo que le espera, le quiere “advertir” acerca del mundo.
Como el discurso del narrador no sigue al pie de la letra las reglas de la “correcta puntuación” tuvimos varios idas y vueltas con Manu y Lulu (editores de Limonero) Queríamos entender cómo “corregir” ese texto sin censurar la forma en que el protagonista lo cuenta. Porque una cosa es contar (hablar) y otra cosa es escribir… reproducir el habla de éste nene, teniendo en cuenta sus pausas (que casi traté de que no las hubiera), su elocuencia, su ritmo acelerado, fue todo un desafío.
Fueron ellos quienes sugirieron que incorporara a Ernesto (el perro) como personaje principal para que funcionara un poco como ordenador de la temporalidad del libro. También estuvo muy presente Sonia (directora de arte de Limonero) sobre todo con una sugerencia lindísima para las guardas: esa línea de tiempo o calendario visual que se ve ni bien abrís el libro y antes de cerrarlo, donde el hermano mayor anota los eventos que considera más importantes para su hermanito, como “hoy aprendí a sumar y es re fácil, por ejemplo, 3 + 4 = 7″.
APU: En la obra trabajás lo que Andruetto llama "modo vacilante de narrar" ¿Cuál es la potencia y los desafíos que aporta e implica para vos?
Y.F.: Según Andruetto, el modo vacilante de narrar implica un “como si no se supiera, como si apenas se tuvieran huellas…” y en esta narración, al ser un nene de unos seis o siete años el que habla, tuve que entender que a esa edad, efectivamente hay cosas que todavía no se saben o solo se tocan de oído. Estuve metida dentro de este protagonista para identificar su voz y no adornarla, para serle fiel a lo que un nene a esa edad sabe acerca del mundo, pero sobre todo a cómo lo cuenta.
APU: ¿Cómo ha sido el proceso creativo de Todo lo que pasó antes de que llegaras? ¿En qué orden surge: texto/ilustración?
Y.F.: En este caso fue primero la ilustración (como en casi todos mis libros, ¡bah!). Cuando vi que el papel carbónico me daba la posibilidad de hacer trazos parecidos a los que haría un nene, se me ocurrió hacer una historia, donde fuera el protagonista el que dibujara. Me pregunté en qué caso un nene podría dibujar con un propósito, que no fueran dibujos sueltos sino encadenados en una historia… y ahí surgió la idea de un nene dibujando un diario, una línea de tiempo, con un objetivo: contarle a su hermano por nacer todo lo que pasó antes de que llegara.
APU: Las ilustraciones tienen una naturalidad notable, los trazos, colores, formas y perspectivas orbitan en la espontaneidad de la infancia ¿Cómo proyectaste ésta labor?
Y.F.: La magia del papel carbónico. En vez de usarlo entre dos hojas blancas, dibujé directamente sobre el carbónico (que es negro) apoyado sobre una sola hoja. Casi no ves lo que dibujás sobre negro, porque a propósito lo hice con lápiz negro. Entonces cuando ves el resultado, ves que salen cosas muy parecidas al trazo que podrían tener los chicos: líneas desparejas, discontinuas, inseguras, desprolijas, líneas que son una maravilla porque son muchísimo más espontáneas que las nuestras, las de los adultos.
APU: ¿Qué recepción tuviste de les lectores?
Y.F.: Es muy reciente la salida del libro pero hasta ahora, lo que más me gusta de lo que escuché es la gente que dice que el libro les dio una idea genial.
APU: ¿Cuáles son tus influencias? ¿Cómo te relacionás con la “inspiración”?
Y.F.: Supongo que mis influencias e inspiraciones están repartidas entre mis artistas preferidos, que vienen de diferentes ramas de las artes: literatura, música, artes visuales. Soy gran consumidora de libros ante todo; y muchas veces leyendo, se enciende algo parecido a la lamparita que todos dibujamos cuando queremos decir -con dibujos- que alguien tuvo “una idea”. Así que diría que principalmente me inspira la literatura. Y la vida, las charlas con amigos, el intercambio, alguna película, alguna imagen… incluso escuchar conversaciones ajenas me trajo grandes alegrías más de una vez.
APU: ¿Qué artistas compartirías a les lectores niñes, jóvenes?
Y.F.: Los artistas que recomiendo para niños siempre son y serán aquellos que no los infantilicen, que se tomen su trabajo en serio, que sean artistas por pura vocación y no porque está de moda, que trabajen para los niños con mucho respeto hacia ellos y los consideren como un público sumamente exigente y sabio.
Aquí va entonces mi lista: Isol, Beatrice Alemagna, Chris Haughton, Mariana Ruiz Johnson, Mari Kanstad Johnsen, Paloma Valdivia, Amanda Mijangos y podría seguir…