“Troyano”: si todo se considera aceptable, ¿la vida se hace absurda?
Por Milagros Carnevale
Acá, en Argentina, no conocemos mucho sobre Malta. Wikipedia dice que es un popular destino turístico con su clima cálido, numerosas áreas recreativas y monumentos arquitectónicos e históricos, incluidos tres sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO: el Hipogeo de Hal Saflieni, La Valeta, y siete templos megalíticos, que son algunas de las estructuras independientes más antiguas en el mundo. En el año 870, el país fue dominado por los árabes, cuya influencia puede reconocerse en la lengua maltesa moderna. A partir de 1282 Malta pasó a la Corona de Aragón junto a Sicilia. En 1530, el rey Carlos I de España dejó las islas en arriendo permanente a los Caballeros Hospitalarios, ahora conocidos como la Orden de Malta. Es una orden religiosa católica fundada en Jerusalén en el siglo XI por comerciantes amalfitanos. Nació dentro del marco de las cruzadas y desde un principio, junto a su actividad hospitalaria, desarrolló acciones militares contra los ejércitos musulmanes (inicialmente árabes y, más tarde, también turcos). En la actualidad es reconocida internacionalmente por las naciones como un sujeto de derecho internacional.
Alex Vella Gera, mediante su traductor Antoine Cassar, trae un poco de esta mística maltesa. Acerca de su relación con ese Estado, el autor dice: “Nací en Malta, mis raíces están ahí. Pero, como un viejo amigo de la escuela con el que no tenés nada en común, excepto experiencias pasadas lejanas en la infancia, mi relación con el país donde nací es algo débil ahora y está construida sobre arena. La Malta sobre la que escribo es siempre real, y los habitantes del país que leen mi obra la consideran muy fiel a la realidad maltesa. Sin embargo, en el acto de escribir sobre Malta desde una tierra lejana (Bélgica), hay muchas cosas fantasmales y nebulosas. Porque Malta es para mí una especie de fantasma. Un fantasma de mi pasado, y también de mi presente. Tengo relaciones cercanas con amigos y familiares en Malta y las cosas atroces que suceden allí todavía me hacen hervir la sangre, pero todo es desde la distancia. Más concretamente, Malta ha cambiado mucho en las últimas dos décadas, y muchos de estos cambios no los experimenté día a día, excepto virtualmente, a través de las redes sociales. Esto ha aumentado mi sensación de ser un extraño, pero ese sentimiento siempre estuvo ahí, desde la infancia. Entonces, de alguna manera, mi relación con Malta no ha cambiado mucho a lo largo de mi vida. Quizás lo que ha cambiado son mis expectativas de esa relación. En épocas anteriores era como un amante necesitado, a menudo incapaz de comunicarme con mi pareja y recibir lo que le doy, ahora estoy resignado al hecho de que Malta siguió adelante y yo también”.
Así como el autor tiene una relación cuasi fantasmática con Malta, a Ganni Muscat, el protagonista de la novela Troyano, le pasa lo mismo, pero por otras razones: él vive en la Malta mega religiosa del pasado (o por lo menos lo intenta). Es un católico fanático de esos que, hoy en día, quizás pululan por Facebook y son agredidos (y agreden) enfáticamente en publicaciones de Instagram. ¿De dónde sale este personaje? Vera cuenta: “De varias cosas. Una es la voz de mi padre que reside en mi cabeza. Luego está el elemento conservador en Malta que intentó hacerme encarcelar por obscenidad hace una década. Quería escribir una historia desde el punto de vista de una persona a la que le hubiera gustado que me castigaran por atreverme a incluir la blasfemia y la obscenidad del lenguaje hablado en una historia. Y finalmente, mi relación con el canon literario maltés es problemática, ya que siempre he sido un forastero. Quería, a mi manera, rendir homenaje a ese canon, a través de Ganni Muscat”.
Ganni Muscat es un tipo que tiene muy poco en la vida: un hijo ex drogadicto, una esposa con la que sólo habla del clima, gatos callejeros que alimenta, escritos que a nadie le interesarían y lo fundamental: la iglesia. Sin embargo, muy a su pesar, la iglesia y la religión (que no son lo mismo, pero para él sí) en Malta ya no tienen el valor de antaño. Y Muscat entiende perfectamente de quién es la culpa: de “Una sociedad enferma. Una epidemia. Todos infectados. Se olía en el aire (...) ese olor a putrefacción espiritual, a fe mutilada”, dice en los comienzos del libro el narrador omnisciente que ahonda en los pensamientos del personaje. Y poco después: “Tanto alboroto sobre la protección del patrimonio histórico y del medio ambiente pero, al mismo tiempo, el patrimonio religioso, que es mucho más importante, lo dejaban atrás y lo condenaban al olvido como si jamás hubiese existido. Malta, Malta, lama sabaktani?” Si lo escribo en el traductor de google de maltés a español, no me da ninguna respuesta. Pero me sugiere traducir del árabe. Acepto. Aparece: Malta, Malta, cuándo me precediste?
Todo lo que no es correcto decir, más bien, lo que ni siquiera es correcto pensar, Ganni Muscat lo predica con vehemencia: el debate es la labor del diablo porque con él surgen las dudas, las sospechas, los compromisos. Es nuestro instinto el que desde la Edad Media nos lleva a adorar a quien es más fuerte que nosotros. La iglesia tiene que volver a fortalecerse, inculcar miedo en el pueblo. Y lo más interesante: si todo se considera aceptable, la vida se hace absurda.
Si todo se considera aceptable, ¿la vida se hace absurda? Para Ganni, las cosas que no pueden considerarse aceptables son, por ejemplo, el matrimonio igualitario o el divorcio. Claramente estos temas son básicamente derechos humanos y no están en discusión pero, ¿no tiene un poco de sentido su afirmación? En un plano más filosófico o metafísico, por ejemplo. ¿Qué rol cumplen los límites en nuestra vida? ¿Cuántos hay, cuánto los respetamos, por qué los respetamos, qué beneficios nos traen si los respetamos?
Hay toda una cuestión en Troyano que explora los límites como motor y motivo de la vida. La de Ganni no tiene sentido sin Dios, la misa, la iglesia y la Biblia, pero por sobre todo las reglas: la ética, la moral. El deber ser. Como todo buen escritor, Vella Gera hizo que su personaje tuviera grietas (por donde entra la luz): engañó a su mujer en un viaje a Praga. Como toda acción, tuvo sus consecuencias.
Después está el motivo harto explorado en todas las literaturas: el escritor incomprendido (Ganni) versus el escritor que se vende bien (su amigo Lippu, que no solo se divorcia sino que escribe un libro sobre el tema). ¿Le gustaría a Vera escribir un best-seller? “Los best-sellers pueden ser todo tipo de libros, desde los verdaderamente terribles hasta los más brillantes. Si tuviera que escribir un best seller, espero que sea de este último. Cuanta más gente lea mi obra, mejor, después de todo, escribo en soledad, pero publico idealmente para las multitudes, aunque existe un mayor peligro de ser malinterpretado cuanto más amplia se extiende tu red de lectores. Sin embargo, si ganar muchos más lectores requiere que comprometa mi visión y todos los demás compromisos que vienen con eso, entonces no, no me gustaría escribir uno” reflexiona.
Acá también se ven los límites: si todo se vuelve aceptable ¿la literatura se vuelve absurda? ¿Qué rol tiene que cumplir la literatura en estas cuestiones? ¿Divorciarse es igual de grave que escribir un libro sobre el divorcio? O al revés: ¿Escribir un libro sobre el divorcio es más grave que divorciarse? Para Ganni esta última pregunta se responde con un sí rotundo. No deja de verse con su amigo Lippu cuando este se divorcia, pero sí cuando empieza a ser un éxito de ventas su libro Melissa y Greg. Aunque de una manera que, quizás, para el mundo progre de hoy es repudiable, Ganni Muscat es un escritor comprometido con todas las letras (aún cuando no escribe nada). Le importa más lo que su amigo escribe que lo que su amigo hace. Son fronteras muy difusas las que delimitan literatura y vida para este personaje, que se la pasa en la biblioteca en la que trabaja o en la iglesia o alimentando gatos callejeros en un descampado próximo a su casa.
Lippu le cuenta a Ganni la siguiente historia: un cura lleva a arreglar su computadora todos los meses a causa de virus. Específicamente, troyanos, que son los virus que se meten en la computadora cuando entrás a páginas porno. Es decir, todos los meses el cura, sin saberlo, le confiesa al chico que arregla computadoras que se la pasa mirando porno. Si un cura mira porno ¿cuál es su autoridad moral para decir que está mal? pregunta Lippu. Con mucha razón.
Para Ganni Muscat el mundo ya no tiene remedio porque lo único que queda es el hombre. El hombre preocupado únicamente por el hombre mismo. No hay Dios, no hay Diablo. Si no hay Dios ni Diablo ¿estamos a la intemperie? A la intemperie de nosotros mismos, capaz, y entonces pasa algo extraordinario: ya no hay nadie a quien echarle la culpa.
¿Por qué el título Troyano? porque, al igual que ese cura en la historia de Lippu, Ganni tiene un secreto que termina develándose de una manera absurda. Un secreto que le carcome un poco la vida. Sin saber que los demás, a su alrededor, también esconden cosas. La novela termina siendo una enredadera de secretos (amorales, por supuesto) que, justo cuando parece que se van a resolver de la manera más cliché posible, giran en contramano y se estrellan contra una pared hasta entonces invisible para el lector.
“Si todo se considera aceptable ¿la vida se hace absurda?”, le preguntamos a Alex Vera Geri, y nos contesta: “Qué pregunta tan maravillosa. Y tan difícil de responder. En verdad, una realidad en la que todo se considere aceptable no será absurda sino cruel e invivible. Eso no significa que las libertades individuales deban conducir a tal situación. Eso es lo que teme un conservador, que las compuertas se abran y, por ejemplo, los derechos de los homosexuales y el matrimonio homosexual conduzcan a la pedofelia, lo cual es una locura. Ese miedo loco es absurdo. Habiendo dicho eso, odio repetir el cliché, pero los derechos conllevan ciertas responsabilidades. Desafortunadamente, vivimos en un mundo donde la tecnología de la comunicación nos ha dado margen para ejercer nuestra libertad de expresar lo que queramos y, de alguna manera, esto en sí mismo es visto por muchos como el mejor y el fin de todo, por lo que se ha vuelto aceptable. Que los políticos mientan descaradamente ahora no solo es aceptable, sino que se considera digno de elogio. Entonces, en cierto modo, sí, el absurdo está ahí y está levantando la cabeza y se nos da a conocer. Pero es un absurdo que esconda en su manto una terrible daga”.