Por una comunicación feminista
Por Eliana Verón
APU: ¿Te definís como militante feminista?
Liliana Daunes: Me defino como comunicadora feminista. La militancia está puesta en la comunicación y en el feminismo en cuanto a dónde pararme en las luchas. Y como asumo un feminismo popular, la lucha está en las calles y en la reflexión con compañeras de los barrios o a través de las lecturas grupales. Pero fundamentalmente en la comunicación, aunque estoy en un momento en el que no tengo un propio espacio de comunicación. Pero bueno, una va buscando en distintos lugares y hasta el muro del facebook se transforma en una revista diaria en la que una dice cosas, no? Pero la militancia está enfocada precisamente en esos dos sitios políticos: en la comunicación feminista.
APU: ¿Te construiste en la militancia feminista o te hiciste feminista en la militancia?
LD: Está interesantemente planteada la cosa porque todo es construcción, todo es proceso. El feminismo llega de una manera extraña a mí porque es a partir de un viaje que hago al exterior que me encuentro con muchas compañeras. Con algunas seguimos siendo amigas en la actualidad. Ellas tenían y tienen una manera diferente de abordar las relaciones interpersonales y a poco de charlar me doy cuenta que son feministas. Entonces, en esa postura política y en esa filosofía de ver el mundo en igualdad siento que muchas de mis rebeldías, cuestionamientos a los mandatos familiares y sociales están teniendo respuestas. Es a partir de allí, con unos veinte pico de años, que comienzo a meterme desde el punto de vista consciente. Y cuando regreso a Argentina, yo trabajaba en ese momento en Radio Belgrano en un programa que teníamos, participo del Cuarto Encuentro Nacional de Mujeres. El primero para mí. A partir de ahí hice ese crack en el que al dar ese paso una empieza a entenderlo como identidad propia y como búsqueda. Digo búsqueda porque es una identidad que te cuestiona cosas tan subjetivas, además de las relaciones interpersonales y de la relación social, que una viene trabajándolo. Y es una construcción.
APU: ¿Qué significa para vos la palabra o el lenguaje en esa militancia comunicacional?
LD: Es lo fundamental porque ahí está el puente para llegar al otro, la otra. Porque además y, justamente, en la palabra está nuestra colonización. En la palabra está puesta parte de la búsqueda de cómo comunicar determinadas cuestiones o como nombrar situaciones que una va descubriendo que tienen una forma particular de de ser nombradas. Y laburando la comunicación es necesario ser lo más exacta, lo más justa posible; o transmitir las dudas, si es que las hay. A lo largo de estos tiempos he discutido con muchos de compañeros y compañeras por ejemplo por el término “travesti” cuando me decían “y porqué no el travesti”, y porque no. Porque hay una identidad asumida que es femenina, entonces es “la”. Hoy esto parece que nadie lo cuestiona, aunque hay sectores que lo siguen mal nombrando. Pero eso fue parte de una pelea. El mismo hecho de mencionar a una profesional como feminista, que en algún momento también se me cuestionó “porqué feminista”. Y cuando la identidad es negada o se utiliza en negativo, porque del feminismo en general se habla negativamente sin haber leído un párrafo de un libro escrito por una feminista o por autor varón que piensa el feminismo, y que si lo siente mucho mejor, mientras siga siendo un término con valor negativo hay que seguir usándolo para visibilizar.
APU: ¿Cómo el lenguaje inclusivo?
LD: Esa es una preocupación porque una lo tiene tan internalizado a lo masculino como generalizador de lo humano que está difícil. Pero hay que pensar, detenerse y tratar de buscar las fórmulas en que podamos hablar lo más inclusivamente de todos los géneros. Me gustó mucho en una oportunidad, hace bastante tiempo de ello, que embromo un poco con esto del “nosotroas” pensando precisamente en hombre y mujeres, abarcando los géneros. Y cuando estuve en Chiapas descubrí que los zapatistas y las zapatistas se comunicaban también desde ese lugar y me encantó. Me dije “estamos en la misma búsqueda”. Por otro lado, después vinieron las compas travas y transexuales y me lo complejizan más porque ahora se utiliza la “e” o el aroba (@) o la “x” para tratar de que se abarquen múltiples géneros, no sólo varón y mujer. Por eso digo que es todo una construcción y una búsqueda dentro de un juego que puede ser divertido. Pero que fundamentalmente es de una responsabilidad muy grande para poder comunicar desde lo que una piensa que está bien que es un lenguaje no sexista.
APU: ¿Cómo unís el lenguaje y la poesía que están muy presentes en tus trabajos?
LD: La búsqueda es esa justamente. No ser una sola voz, sino estar siempre acompañada de las voces que forman parte de la historia. Siempre pienso en las ancestras en cuanto a esta batalla que se da desde la consciencia de lucha por los derechos de las mujeres o por la consciencia por las rebeldías. Siempre pienso en las que estuvieron antes y en las que pueden llegar a venir. Me parece que, la manera de abarcar esos pensamientos y esas formas múltiples de abordar las luchas y las formas de abordar esas rebeldías, es a partir del arte porque sintetiza y te sacan del discurso puro. El arte te lleva donde la imaginación y el juego con la palabra es mucho más intenso. Hay una búsqueda más emocional. Y la poesía es algo que me gustó desde siempre. Fui lectora de poesía desde muy chica. En la adolescencia cuando empecé a leer un poco más seriamente dejé el Corin Tellado para pasar a algunos textos que me dieran un poco más de vida y reflexión. Así que enseguida pasé de la novela a la poesía. Y es más, te diré que hay etapas en las que leo sólo poesía. Entonces, es una referencia muy clara volcarme a ella o buscar una determinada poesía, o un determinado poeta, o una determinada frase que sintetice artísticamente.
APU: O sea, vas al rescate cultural constante?
LD: Si, tratando de que forme parte del discurso. Rompiendo el discurso en realidad. Eso es un poco la búsqueda poética, arribar a determinados temas desde lugares insólitos. Y a la vez hacer relecturas porque una poesía que es puramente de amor de pareja y de repente la ponés en una situación social, te abre otra puerta. Me gusta jugar con eso porque te permite abrir.
APU: ¿Te golpeo que levantaran tu programa “Sonidos Agitadóricos” de Radio Nacional?
LD: Si, mucho. Me doy cuenta de la ingenuidad que una posee a pesar de los años. Creo que en un rinconcito mío pensaba que podíamos seguir. Precisamente por abordar toda la cuestión política desde un lugar diferente. Pensaba que dentro de esta mentira de “multiplicidad de voces” podíamos a lo mejor estar nosotras que, por otra parte, las cuatro que estábamos al aire éramos, somos, feministas y nos parábamos desde otro lugar para decir las cosas. Y medio que me lo creí porque estuvimos enero y febrero. Aunque en febrero comenzó el futbol y dejamos de existir como programa. Es decir, tenía en el fondo esa esperancita de seguir. Es más en la conversación con la directora de Radio Nacional se dio como una posibilidad de pasar a la Folclórica, que era como arrinconarnos otra vez un poquito más, pero era la continuidad. Y con esa idea me tuvieron hasta casi principios de marzo cuando me entero que el programa no iba a seguir. Y es doloroso.
APU: ¿Cómo ves el tratamiento mediático en los casos de violencia de género?
LD: Algunas cosas han cambiado. Tiene que ver con compañeras y compañeros periodistas que están laburando con más consciencia y tratan de buscar la palabra exacta para nombrarlos esos asesinatos: femicidios como nombre específico del asesinato de una mujer en manos de un varón, en general cercano. Y se dejó de emplear ese maldito eufemismo que era “crimen pasional”, aunque las fuerzas policiales siguen nombrando así a determinados crímenes. Los cambios, entonces, están relacionados con grupos de periodistas en especial mujeres, pero también se han sumado varones a la Red Par u otras redes, que tratan de pensar otras maneras de abordar determinados temas. Incluso han elaborado decálogos de abordajes. De todas maneras, son islas dentro del panorama general porque están rodeadas de programas misóginos o que tratan la información con tal frivolidad insoportable que te banaliza la historia. O la repetición de ciertas imágenes que violentan aún más la subjetividad de quienes están mirando y no abren a la reflexión. Hay mucha misoginia. El discurso marchistas sigue todavía muy por encima de los otros discursos más igualadores.
APU: ¿Sirvió la marcha de “ni una menos” del año pasado para lograr un cambio?
LD: Sirvió para visibilizar más el tema de la violencia y ponerlo en discusión. Incluso para visibilizar la discusión que ya se estaba dando en distintos sectores de la sociedad. Si bien lo encaró desde la violencia más tremenda que es la del asesinato, no hizo todas las escalas que la violencia tiene para llegar a ese estadio. De todas maneras no hubo modificaciones en las políticas públicas, al contrario en esta etapa de la nueva administración hay programas que los dejaron caer o que les quitaron presupuestos para seguir funcionando correctamente. Hay un renacer del conservadurismo.
APU: Este año el documento de la marcha abarca a otras violencias.
LD: Si, se amplió a una asamblea con movimientos sociales, partidos políticos y distintas organizaciones de mujeres que asistieron y pudieron sumar ideas, consignas, cuestionar algunos términos o cómo abordar determinada formas de decirlo. Va tener una característica diferente porque no la tomaron los grandes medios. No existió la viralización que hubo el año pasado, pero creo que de todas maneras el camino está trazado. Las mujeres van a denunciar las propias violencias que viven habilitadas con ese entramado que hay de no sentirse solas. Y efectivamente, se amplió a dos conceptos muy interesantes que es “Vivas nos queremos. Ni una menos”. Entonces, cuando una piensa vivas nos queremos estamos diciendo vivas y deseantes, vivas y libres, vivas y pensantes, vivas y en la calle, vivas y luchando, vivas y cambiando el mundo. Y “ni una menos” no sólo ante el impacto tremendo del asesinato, sino también ni una menos por aborto; ni una menos en los medios de comunicación; ni una menos perseguida por la justicia; ni una menos por ser lesbiana; ni una travesti menos; ni una menos por la trata. Y me parece que muy interesante que se haya abierto hacia esos lugares que estuvieron presentes el año pasado en los carteles. Hacia esas otras violencias.