Arya Stark: salvados por la lesbiana
Ilustración: Villy
Por Lucía Barrera Oro
A esta altura de la serie, luego de 7 temporadas en las que pasaron más cosas que en los 3 años de gobierno macrista, vemos claramente que personaje que no muta, muere. En esta breve nota intentaré hacer un perfil de la lesboheroína del capítulo 3: Arya Stark.
Arya -interpretada por Maisie Williams- es una de las menores del clan Stark, hija de Eddard Stark y Catelyn Tully, lores de Winterfell (Invernalia). Desde el inicio de la serie se muestra como una piba que entraría en el estereotipo de “machona”: se niega a ser educada como una “mujercita” y, como no tiene interés en ello, es pésima para realizar con éxito las tareas asignadas a su género, que en esa época incluían bordar, tejer, coser, cabalgar o cantar y no mucho más, recordemos que pertenece a la familia real de Winterfell-.
Con su look lesbiano-corte-tacita, desafía a sus autoridades de crianza y se empieza a entrenar en distintas habilidades de lucha con sus hermanos varones. En el arco y flecha era incluso mejor que su hermano Bran, por lo que el resto de los adultos no muestra demasiadas objeciones. Jon Snow, su hermano bastardo y bastardeado, es quien más cree en ella y, de hecho, le regala su primera espada, Needle (Aguja), antes de partir para King’s Landing (Desembarco del Rey) con Sansa y Ned, donde profundizará sus entrenamientos de espada con el braavosi Syrio Forel.
Luego del asesinato de su padre, logra escapar y camuflarse en el barrio más pobre de King’s Landing; y, decidida a matar a Cersei Lannister, inicia una transformación que literalmente atravesará cada milímetro de su ser y que -sólo por ahora- culmina con el sigiloso e inesperado asesinato del Rey de la Noche (the Night's King).
Antes de que los caminantes blancos llegaran e iniciara la Gran Guerra, vemos cómo Arya tiene sexo con Gendry (el hijo bastardo de Robert Baratheon). En lo personal creo que la heterosexualidad de este personaje es un tanto forzada: Arya ya se fue de todos los parámetros esperados para una mujer, pero sigue siendo heterosexual, el público puede respirar aliviado. A su vez, algunos podrían decir que se desvía del estereotipo de torta, ya que es un cuerpo feminizado que no responde a ningún parámetro hegemónico de las buenas conductas, pero sigue performando una heterosexualidad -obligatoria, nunca más claro-. De cualquier forma es un personaje que quiebra algo que nunca volverá unirse y seguiremos insistiendo hasta que todas las posibilidades estén y dejen a los personajes ser todo lo lesbianas que quisieran.
Justo cuando todo parecía a punto de terminar (o de empezar, para la dictadura de la noche), llega Arya como un soplo de viento y le clava la daga de acero valyrio que Bran le había dado en la temporada pasada. Fríamente calculado estaba todo, planificado y profetizado por Melissandre. Tanto, que muchos dudaron: apenas terminó el capítulo llegaron los comentarios del tipo: "Me parece muy forzado" o "cualquiera que eso pase". Claro, ninguno se había imaginado que Arya, la mini-torta-guerrillera tendría ese papel fundamental en la Gran Guerra, pero si hubiese sido Jon quien matara al líder de los white walkers (caminantes blancos), bien que se lo festejaban.
La misma Maisie Williams lo dice en una entrevista traducida por Página/12: “Fue increíblemente excitante, pero inmediatamente pensé que todos lo odiarían, que Arya no lo merecía. Lo más difícil en cualquier serie es cuando vas construyendo un villano que parece imposible vencer… y entonces lo vencés”. Yo diría que lo más difícil de vencer es el patriarcado y la misógina exigencia de perfección hacia los cuerpos feminizados: nunca serás lo suficientemente buena como uno de ellos, y esa es ,sin dudas, nuestra arma más fuerte. Una vez más se demuestra que quienes terminan salvándole las papas al mundo son las pibas. El futuro llegó hace rato, todo torta, ya lo ves.