Juego de Tronos: cómo hablar de poder sin olor a huevos

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Juego de Tronos: cómo hablar de poder sin olor a huevos

04 Mayo 2019

Por Paloma Baldi

Cuando hablamos de consumos culturales, el cliché impuesto por los roles de género socialmente asignados nos lleva a la siguiente simplificación: los géneros de la familia de la comedia romántica son para mujeres y los géneros de la familia de las batallas, sangre y espadas, son para varones.  Game Of Thrones (Juego de Tronos - GOT) tiene sangre y espadas, pero también luchas de poder, evolución de los personajes, y una cantidad de personajes principales feminizados que asombra, en relación a lo que es costumbre en las grandes producciones de la industria cultural.

En sintonía con el Me too y el crecimiento del movimiento de mujeres a nivel mundial, se popularizó GOT. Cuando hablamos de procesos sociales siempre es imposible hacer una cuenta matemática, pero desde aquí podemos arriesgar que hay apuestas del guión y de la trama que se corresponden con un contexto social de apertura, de pregunta. A ver: Game Of Thrones no es una serie feminista ni mucho menos, sino que trama con el feminismo. No con uno popular, sino con uno masivo, blanco; en otras palabras, con lo que la industria cultural absorbió del feminismo para su supervivencia, lo justo y necesario para seguir ganando dinero.

¿Por qué no es una serie feminista? Fácil: el feminismo no sólo está en el qué sino también el cómo. El feminismo es una forma de entender y de ejercer el poder. Una serie feminista debería contemplar que a igual trabajo, igual salario, pero además debería contar con mujeres productoras, guionistas, directoras, editoras. Y no sólo con mujeres, también con disidencias. Con esto no queremos igualar la producción de series por parte de mujeres y disidencias al feminismo liberal, sino que en este caso nos estamos refiriendo a una serie producida desde el poder, desde el seno de la industria cultural: HBO. El feminismo y el empoderamiento no tienen que ver con lo declamativo sino con el ejercicio del poder. Acá un ejemplo: un medio no es feminista por seguir una agenda feminista, un medio es feminista cuando las decisiones editoriales las toman, también, las mujeres y las disidencias. Aquí un contra-ejemplo: Hijas del fuego, una película hecha íntegramente por mujeres y disidencias, desde la autogestión. Cuando el poder está centralizado en los varones no podemos hablar de una praxis feminista, pero sí podemos hablar, como proponemos aquí, de tramar con el feminismo.

Ahora una buena: hay algo disruptivo con el propio género que aquí simplificamos como de “batallas, sangre y espadas”. Hay algo que está asociado a la masculinidad que en GOT no sólo se desdibuja sino que empieza a tener rostro feminizado. Hablamos de una mujer que quiere ser caballero, una niña que se entrena para vengar la muerte de su familia, una joven que reina el terreno más hosco y más hostil: el norte. Tenemos también una mujer que representa el ejercicio autoritario del poder, que vio caer a toda su descendencia y que finalmente se vistió de armadura y se sentó en el trono de hierro. No falta una mujer que representa el ejercicio populista del poder, el poder que se construye desde abajo con una líder carismática a la cabeza. Hablamos también de una hermana que conduce una flota y que además (¡al fin!) no es heterosexual. Una más: la devota de un dios; la mujer que es poseedora de un poder que le es otorgado en función de una misión. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las decisiones de las personajes que se escapan de la heteronorma son condenadas por la sociedad, en la trama. La sociedad en GOT es machista, aunque varíen sus normas dependiendo las zonas del reino.

Una vez hecha esta aclaración y habiendo evitado lo que ya es un slogan, el famoso “feminismo y confusión”, intentaremos habilitar una o varias lecturas sobre el poder a partir del desarrollo del perfil de personajes feminizados, que son claves para la trama de la serie: Arya Stark, Brienne of Tarth, Cersei Lannister, Daenerys Targaryen, Sansa Stark, Yara Greyjoy y Lady Melisandre.

La reflexión sobre los roles de género habilita una lectura novedosa sobre el poder, una que estaba invisibilizada y/o naturalizada. Ahora que se acerca el final de esta saga de ocho temporadas creada por David Benioff y D. B. Weiss, y producida por la cadena HBO, estamos en condiciones de hacer algunas preguntas: ¿Qué es el poder?,  ¿cómo se trama?, ¿cómo se ejerce?, ¿cómo se padece?, ¿cómo se construye?