Construir en red: el modo de resistencia que elegimos
Por Paula Carrizo
Florencia Montes Páez integra la organización social No Tan Distintas (NTD), que hace ya diez años acompaña a mujeres cis, trans, lesbianas y travestis en situación de calle y en riesgo de estarlo. Coordina además el Centro de Integración Frida, institución que les brinda alojamiento con una propuesta convivencial de construcción colectiva, apostando al empoderamiento y la organización.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué balance realizan desde Frida y NTD respecto al proceso de organización que se dio en torno al tratamiento del proyecto de ley de ILE en el Congreso? ¿Cómo se vivió desde el Frida?
Florencia Montes Páez: Nuestro balance es sumamente positivo. Partimos de la base de que hay una dimensión macropolítica, macroeconómica, de las grandes estructuras, las más rígidas. La posibilidad de contar con una ley tiene que ver con poder impactar en estas estructuras. No haber logrado la ley no significa no haber logrado cambios en la dimensión micropolítica, en la que se entreteje en el cotidiano. Lo fuerte del trabajo que llevamos adelante todos estos meses se manifiesta ahí, en cada una pudiendo salir con el pañuelo verde, sacándole el “tabú” al tema del aborto, dando la discusión en ambientes que antes eran completamente impermeables a estos debates y que hoy se posicionan. Hay algo que se empieza a deconstruir socialmente y se empieza a armar otra cosa. Confiamos en que en algún momento va a poder ser traducido en esa estructura más rígida. Es una gran conquista de la organización haber logrado instalar cierto discurso y posicionamiento, hacerlos escuchar.
En Frida, que es un centro donde viven mujeres en situación de calle, nuestra perspectiva es esa. Por más que se perdió la ley, tenemos el tema del aborto sobre la mesa. Es una irresponsabilidad que no haya ley, pero sabemos que hay abortos y que se van a seguir haciendo. Haber logrado este nivel de visibilización del tema, a pesar del relato tan mal construido para dejarlo justamente en un lugar de no visibilidad, nos da además esperanza de que vamos a poder tratar igualmente otros como el cupo trans y la situación de calle.
APU: ¿Cómo impacta la falta de una ley que garantice aborto legal, seguro y gratuito en las trayectorias de vida de mujeres en situación de calle?
FMP: Nosotras planteamos la necesidad de que el Estado aparezca para garantizar la interrupción legal del embarazo. Cuando las pibas quedan embarazadas el Estado no les permite la opción de abortar, lo cual evitaría acentuar su condición de pobreza, pero una vez que tienen hijos se los sacan. En lo que es la situación de calle, aparece muy clara la obligación a maternar, y a hacerlo en condiciones que no son dignas para la madre ni para los pibes. Después el Estado además castiga a la madre, como si ella no sufriera estas condiciones. Si las mujeres pobres son quienes mueren por abortar, las que están en situación de calle directamente no pueden acceder siquiera a un aborto clandestino ni mucho menos al Misoprostol.
En Frida nos encontramos con que muy pocas pibas habían tenido experiencias de aborto en la calle, pero muchas hubieran deseado poder acceder a este derecho, para que no se los saquen o tenerlos en calle. No lo pudieron hacer porque es la situación de marginalidad completa arrojada al espacio público. Las discusiones que nos dimos estos meses nos sirvieron entonces para pensar y para poder comenzar a desmenuzar estos discursos entre nosotras.
APU ¿Cuáles son las tareas inminentes en este momento histórico?
FMP: Es el momento para profundizar el debate y llegar a algunos puntos de acuerdo, aceptando la diversidad de los movimientos feministas en Argentina y el mundo. Debemos poder marcar una agenda política con prioridades en las que coincidamos. Ver qué estrategias armamos para que esas discusiones se traduzcan en políticas y en derechos. Es el momento de dar un salto: de esta idea de perspectiva de género a una mirada desde los feminismos. Que no es lo mismo e implica tomar un posicionamiento político ético. No es, por ejemplo, admitir que está todo binarizado, sino luchar contra esa binarización. Tenemos que darnos discusiones feministas. Cómo pensamos la corporalidad, qué lugar ocupa la otra, como se incluyen compañeras al movimiento sin por eso perder los ejes de la diversidad; cómo construimos coordinaciones, liderazgos, referencias, sin reproducir prácticas patriarcales, rígidas.
El uso del término “perspectiva de género” es tramposo, por eso la derecha lo captura tan bien y hasta puede dar “cursos con perspectiva de géneros”. No estamos hablando de que “las mujeres queremos algo”. Estamos hablando de disputas de poder, de transformar la economía. Si nosotras tuviéramos acceso a ciertas áreas de poder, al reconocimiento y remuneración de ciertos trabajos, el impacto sería muy grande. Hablamos de transformar determinadas condiciones generales, no de que “quiero que le den bola a mi deseo”. Ahí hay un reduccionismo peligroso. Hablar del aborto es hablar de economía, de política, de la mirada que tenemos sobre nuestro cuerpo y todo el andamiaje político y económico que hay sobre esa mirada que permite que se nos someta. Si eso pudiera ser intervenido, poroseado, generaría otros efectos dentro de esa misma estructura. Implicaría desestructurar lo que hoy aparece como poder.
APU: En este sentido, ¿De qué manera piensan y llevan adelante la construcción cotidiana desde la organización?
FMP: Desde NTD tenemos varios proyectos. Acompañamos a mujeres en situación de calle, cogestionamos junto a Proyecto 7 el Centro de Integración Frida y ahora estamos encarando el proceso de armar unas experiencias de alquileres colectivos para evitar que las mujeres que estuvieron en situación de calle vuelvan a la calle. Son tres tipos de acompañamientos distintos. Para la piba que todavía está en la calle, la que está en una institución como el Frida, con otro acceso a recursos, y la que ya pasó por el Frida e intenta sostener un alquiler.
Para nosotras la construcción cotidiana es esa: construir la red. Estar en red es el modo de resistencia que elegimos en este contexto tremendo, y también el modo en que pensamos cómo seguir: Aliadas. Con una mirada que tiene como objetivo principal evitar la situación de calle. Acompañándonos de diferentes maneras. Desde la entrega mercadería, hasta ir a una guardia hospitalaria, cuidarle los pibes a una compañera que necesita realizarse un aborto.
Estamos en un momento donde las compañeras que acompañamos inicialmente se están sumando a la organización para poder acompañar a otras compañeras, lo cual habla de la necesidad de estar en red, y del empoderamiento que generaron estas discusiones. Todo lo que venimos discutiendo fuertemente desde el 2015 en adelante genera que muchas compañeras hoy estén dispuestas a asumir responsabilidades. Eso es lo importante. La mirada desde los feminismos tiene que ver con asumir responsabilidades para poder dar la lucha.
No se sienten interpeladas sólo por el discurso libertario de los feminismos que obviamente a todas nos gusta, que tiene que ver con tener una vida más vivible, sino también con construir esa vida más vivible con otras, lo cual implica ciertas responsabilidades colectivas. Eso está pasando en nuestro colectivo. Nosotras nos proponemos estar enlazadas, ensambladas, ser aliadas entre nosotras. Para eso estamos en el cotidiano, registrando a la otra, registrando la necesidad, el momento, el proceso de la otra compañera.
APU: ¿Cómo fue la experiencia de exponer en diputados?
FMP: Exponer en diputados fue una experiencia tremendamente agotadora, como no somos tan conocidas nos pusieron últimas en lista de oradoras. En términos de los funcionarios no había mucha posibilidad de incidencia, se nos arman los privilegios muy rápidamente. No notamos mucha disponibilidad a sentirse interpelados por el discurso. Sin embargo ese ambiente posibilitó transmitir algo que a nosotras nos costó muchísimo laburar. Tuvieron más resonancia nuestros planteos en los debates e intercambios que nos dimos con otras organizaciones.
Escucha la exposición ante la cámara de diputados: