Mujeres en la música: cuando la imagen y las cifras pueden más que la representación real
En estos últimos años, la lucha de las mujeres por tener visibilidad en diversas áreas se hizo notar y tuvo un balance positivo. Una de esas áreas fue la música, muchas se hicieron escuchar, pero ¿hasta donde llegan esas voces? A principios de mayo, la revista Billboard realizó la primera edición de Mujeres Latinas en la Música. El evento tenía como objetivo de celebrar a aquellas mujeres que han impactado en la industria, ya sea por lo logrado en sus carreras o por su trabajo en pos de mejoras para el género dentro de la música. Ana Gabriel, Emilia, Evaluna, Shakira y Thalia fueron las premiadas, cada una por distintas cuestiones como la trayectoria, la revelación y el futuro. Hasta acá, todo bien: se otorga reconocimiento a quienes son las caras de distintas épocas de la música. Entonces, ¿cuál es el problema? El problema es cuando se toma a la ligera un tema y se lo transforma en un evento banal con preguntas trilladas y premios, en vez de un encuentro con espacios de reflexión. Bueno, el espacio está, pero queda en segundo plano con la presencia de artistas de renombre y el desfile de moda por la alfombra roja.
En línea con esto y quien se manifestó al respecto fue Andrea Álvarez. La reconocida baterista opinó vía Twitter que el evento “es un desfile de corsets, tacos, uñas garras, cuerpos apretados, sonrisas blancas, make up tipo puerta y hacedoras de cifras”, comparó la super producción que lleva una mujer con la sencillez del hombre y cómo la imagen sigue siendo objeto de poder bajo quienes se interesan sólo por lo mainstream y las cifras que logran gracias a toda la movida. Entonces, ¿qué se quiere decir cuando se habla de las mujeres en la música? Para el público, puede ser una buena voz, un gran talento tocando un instrumento o alguien con un mensaje necesario en un momento adecuado. Pero claro está que, para multinacionales y empresarios, la persona poco importa siempre que haya una buena imagen que genere ventas y números por doquier. Las redes y las plataformas no hacen más que aumentar ese poder. Increíble que sea 2023 y la problemática de la mujer, en este caso dentro de la música, sea un punto que cuesta tratar sin caer en lugares comunes.
¿Consumimos ciertas artistas? ¿Sus temas y lo que usan? Sí y está todo bien con eso. Que quede claro: el problema no son ellas, ni el éxito que tengan, jamás. Se celebra que las mujeres logren su lugar, convoquen, se apoyen entre ellas, colaboren y trabajen juntas, hagan el género que hagan. El problema está en quienes proponen abordar la cuestión y lo disfrazan en eventos que parecen una entrega de premios, recurriendo a caras conocidas (las de siempre o que están en auge), con lemas que son más de lo mismo y con falta de representación real. ¿Dónde está el compromiso cuando lo primero que resalta es la belleza externa de quienes son mucho más que una cara bonita? ¿Importan los logros del género en la industria o los miles de discos o millones de reproducciones que logró tal artista? Profundidad versus superficialidad.
Foto: INAMU
Ejemplo de profundidad son las actividades del INAMU (Instituto Nacional de la Música) que desarrolla bajo una “Agenda de Género”, generando encuentros, charlas, entre otras acciones que abordan realmente los logros y las dificultades que aún presentan las mujeres y las disidencias en la música. Si bien es federal y no tiene el alcance de la BIllboard, hay caras conocidas dentro de los ámbitos en los que se desempeñan (música, producción, comunicación, ingeniería, etc) y una verdadera responsabilidad por ver que todas sean representadas.
Que todo entra por los ojos, se entiende perfectamente. Como dicen, la primera impresión importa o, en estos casos, la imagen vale más que mil palabras. Pero, cuando se mezcla con una temática de suma importancia a nivel cultural, queda rebajada a una cuestión de moda o lo tapa mediante la moda. En tiempos donde la inclusión, la diversidad y la visibilidad se tratan muchísimo en distintos aspectos, hay que tener cuidado con el tratamiento que se les da y el mensaje que las acciones transmiten. Con los recursos, medios y talentos que hay, es posible contextualizar una problemática sin caer en un evento más del montón, de esos que se hacen para quedar bien, obtener elogios o porque “está de moda” hacerlo.
Foto: Cadena 3 (Mon Laferte junto a otras mujeres en el Festival Viña del Mar)
Que hay mujeres en la música, las hay, las hubo y habrá. En nuestro país, en los países limítrofes y el resto del mundo, las voces e instrumentistas femeninas se pueden encontrar en varios géneros musicales, a través de distintas plataformas audiovisuales. Algunas son masivamente conocidas, otras en creciente desarrollo y otras, aún buscando tener un espacio con su nombre. La música supo ser herramienta de lucha y liberación, desde el género que hacen hasta las letras y el mensaje que quieren compartir. Dejando de lado ciertos casos, donde la fama y el éxito son inevitables, no se trata de eso. El punto es demostrar el talento, su presencia y el poder de convocatoria que tienen o pueden tener. En esta lucha, no se trata de hacer marketing con el hecho de que son mujeres, sino de hacer llegar sus voces. Pero ¿dónde quedan las voces en una industria donde parece que pesan más la imagen, la estética y las cifras?