Gaza, hundida un año después de la guerra
Por Ana Alba
El hijo mayor de Rabah Abu Shanab duerme en un colchón, en el suelo de una de las habitaciones de la casa de su familia, en el barrio de Shayahia, en la ciudad de Gaza. La estancia carece de paredes.
Al edificio, de tres pisos, no le queda ni un solo muro en pie y la escalera para llegar al segundo está abierta al vacío. Al subir hay que tener cuidado para no tropezar con alguno de los hierros que recorrían el esqueleto del inmueble antes de que saltara en mil pedazos en un bombardeo del Ejército israelí, en julio del 2014.
El hijo de Rabah prefiere dormir a la intemperie y rodeado de escombros que dentro de la casa improvisada que la familia construyó con algunas placas de aluminio, telas y madera en un trozo de terreno que tenían junto al edificio. Dentro, el calor es insoportable.
En un espacio minúsculo viven 14 personas, siete son niños. No tienen agua corriente, pero se la dispensa un depósito de plástico colocado en la entrada. Toman la electricidad de un poste y les llega durante unas ocho horas, como a la mayoría de hogares de Gaza.
El secretario general de Naciones Unidas, impresionado por el nivel de destrucción en Gaza
Los Abu Shana lo perdieron todo en la ofensiva militar Margen Protector que el Ejército israelí lanzó en la Franja de Gaza el 8 de julio del 2014 y que duró 50 días. "Mira, este era mi coche" indica Rabah, de 58 años, mientras señala unos pedazos de metal retorcidos.
Shayahia quedó casi pulverizado por las bombas. En un solo día, el Ejército israelí mató allí a casi 70 personas en unos fuertes bombardeos que abrieron paso a la entrada de los soldados por tierra.
Rabah, que trabajó durante varios años en Israel, cuando Gaza no estaba sometida a un bloqueo terrestre, aéreo y marítimo, no sabe cuándo van a reconstruir su casa. "Han venido a evaluar los daños y nos han dicho varias veces que van a retirar los escombros, pero aún no han empezado", explica Rabah.
"Podemos decir que a día de hoy no ha empezado todavía la reconstrucción de viviendas en Gaza. El bloqueo tiene un régimen muy restrictivo de entrada y salida de personas, pero también de bienes y productos y está teniendo un gran impacto" en la cuestión de la rehabilitación de la franja, señala María José Torres, subdirectora de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
En Gaza ha entrado menos del 1% de los materiales de construcción necesarios para rehabilitar los hogares, según datos de la OCHA. "El sistema de energía en Gaza no puede mantener un nivel adecuado para proveer a los servicios públicos como los hospitales y los sistemas básicos de saneamiento, agua potable y alcantarillado", subraya Torres. El 90% de los hogares de Gaza carecen de agua potable.
Más de 12.000 casas quedaron arrasadas por los misiles y 6.000 sufrieron daños graves. Más de 100.000 personas siguen desplazadas, unas se alojan en viviendas de alquiler, otras en casas prefabricadas o en las ruinas de sus hogares.
Para la responsable de la OCHA, en el 2014 "hubo una intensidad en las hostilidades que no habíamos visto aquí y lo que más nos preocupó fue el alto nivel de víctimas civiles que se produjo".
La guerra del 2014 mató a más de 2.200 palestinos, casi 1.500 civiles, entre ellos, 551 niños, e hirió a más de 11.000 personas, de las que 3.436 eran menores de edad. Un 10% de los heridos ha quedado discapacitado para siempre.
En Israel, el conflicto costó la vida a 73 personas, seis civiles —un niño- y 67 soldados. Los heridos fueron 1.600, 270 de ellos menores de edad.
Entre los niños muertos en Gaza se encuentran cuatro de la misma familia: Ismail, Ahed, Zakariyah y Mohamed Bakr, de entre 9 y 11 años. El 16 de julio del 2014, jugaban al fútbol en una playa que linda con el pequeño puerto de Gaza ciudad y dos misiles israelíes los mataron.
El Ejército israelí "lamentó" haberlos confundido con milicianos y cerró la investigación del "trágico incidente". "¿Cómo puede ser que no vieran que eran niños y no milicianos?", se pregunta el padre de Mohamed, un humilde pescador que no puede alimentar a sus hijos porque solo puede faenar hasta seis millas de la costa por el bloqueo israelí, que empezó en el 2007.
Sayed Bakr, de 14 años, jugaba con su hermano Mohamed y los demás niños cuando los misiles los sorprendieron. Un año después, ha dejado la escuela, cambia bruscamente de carácter y tiene pesadillas. Ha pasado por terapias psicológicas y ha tomado medicación, pero no le han ayudado. "Quiero vengar la muerte de Mohamed haciéndome de la resistencia", afirma Sayed mientras sujeta un retrato de su hermano. Miles de niños de Gaza padecen trastornos psicológicos graves.
Las diversas guerras —tres en cinco años y medio- y el bloqueo israelí han hundido la economía de Gaza. A su ruina ha contribuido también el cierre casi permanente de fronteras de Egipto, el otro país vecino de Gaza, además de Israel.
El índice de paro en la franja es del 43% y entre los jóvenes, del 60%. Gaza está devastada, se calcula que las pérdidas por la ofensiva israelí fueron de 4.400 millones de dólares.
La economía gazatí se encuentra peor que nunca y aunque Israel concede más permisos de entrada a su territorio, ha autorizado pequeñas exportaciones de verduras, y Egipto ha reabierto la frontera de Rafah en algunas ocasiones, la franja no levanta cabeza.
A su deterioro contribuye también la división entre las dos principales facciones palestinas, el movimiento islamista Hamás, que controla Gaza, y el grupo Al Fatá, liderado por el presidente palestino, Mahmud Abás, y que gobierna en Cisjordania.
Las facciones palestinas pactaron un gobierno de reconciliación nacional que ha fracasado y Abás no ha convocado elecciones. El portavoz de Hamás Taher al Nono culpa a Abás del fracaso de los intentos de unidad. Además, asegura que Hamás e Israel no han continuado las negociaciones indirectas que preveía el acuerdo de tregua del 26 de agosto del año pasado porque Egipto, que actúa como mediador "no nos ha convocado".
En los últimos meses, se ha producido el lanzamiento de cohetes de forma muy esporádica desde Gaza sobre Israel sin causar víctimas ni daños. Israel acusa a Hamás de permitir que pequeños grupos —salafistas y simpatizantes del Estado Islámico (EI)- disparen estos proyectiles. Al Nono lo niega y garantiza que "todas las facciones respetan el compromiso con el alto el fuego" y que los que lanzan cohetes son "pequeños grupos que quieren dañar a Hamás".
Fuente: Sputnik