Marco Teruggi: “Desde América Latina el interés es que la guerra cese”
Agencia Paco Urondo:¿Este nuevo ordenamiento geopolítico se produce a partir de la Guerra en Ucrania o los cambios eran irrefrenables, sobre todo pensando en Latinoamérica?
Marco Teruggi: La guerra en Ucrania aceleró o profundizó algunas tendencias que ya venían. América Latina está dentro de lo que está pasando, es difícil pensar que se está por fuera de las dinámicas globales que impactan directa o indirectamente. La guerra ha modificado los precios del petróleo, ha cambiado la situación de los alimentos y eso necesariamente impacta sobre América Latina, pero a su vez, como esas grandes potencias que están en disputa y empuja cada vez más abierta también tienen sus políticas hacia América Latina, lo cual es un punto central. Es bastante claro si uno sigue la política pública por ejemplo de Estados Unidos como para Washington representa una amenaza la presencia, el ingreso, la profundización de las relaciones de China para con América Latina.
Hay un continente que es parte de la dinámica global, no necesariamente su centro que está hoy en la zona de Eurasia, pero que sí es un lugar central y basta con ver lo que dijo hace muy poco la la jefa del Comando Sur Laura Richardson cuando explicó cuáles eran los intereses para Estados Unidos en América Latina, fue muy clara y creo que no hay que sorprenderse, cada potencia tiene su agenda en el continente. La pregunta principal es: ¿Cuál es la agenda del continente?
APU: Lula está jugando muy fuerte, no sólo con su viaje a China, sino por los movimientos con Rusia: ¿Por qué?
En Estados Unidos se deben estar haciendo la misma pregunta, porque tal vez esperaban a un Lula mucho más moderado, más tendiente a administrar el status quo y trabajar sobre una reinstitucionalización de Brasil, cosa que está haciendo, pero no tanto en ir a los escenarios más críticos para Estados Unidos.
Lula cuestionó abiertamente la hegemonía del dólar en el comercio internacional, lo cual representa cuestionar uno de los epicentros de cómo se estructura la dominación o la hegemonía estadounidense. Fue a la empresa Huawei, planteó que hay que jugar en la escena global junto con China, intenta incidir en la guerra en Ucrania para que haya un proceso de paz. Es una política de Brasilia que claramente está diciendo que no va a alinearse con Estados Unidos, tampoco va a alinearse con China. Va a tener una política propia, la cual es en muchos niveles. Tiene que ver desde la relación bilateral con Argentina, la construcción, reconstrucción o ampliación de un Mercosur ampliado con Bolivia y con Venezuela, la Unasur -la cual regresó-, la apuesta a los Brics, donde Dilma Rousseff está como presidenta del Banco. Es un Brasil que vuelve a jugar con una política propia que en algunas agendas coincide más con Estados Unidos, en otra coincide más con Brasil, pero que no se alinea y, ahí está el punto crítico: Estados Unidos no tiene por donde presionar a Brasil como sí logra presionar a Argentina con el mecanismo del Fondo Monetario Internacional. Hay una irradiación internacional de Brasilia realmente muy interesante en este contexto.
APU: Por los tiempos que vivimos fue una imagen casi fuera de lugar la gira de Lavrov por Latinoamérica: ¿Qué balance haces de esas visitas por nuestro continente?
MT: Fue una imagen muy importante la de ver a el canciller Lavrov llegar a Brasilia -antes de ir por lo que Estados Unidos caracteriza como el Eje del Mal latinoamericano que es Cuba Venezuela y Nicaragua- eso da cuenta de una política brasileña que es capaz de soportar las presiones para no recibir a Lavrov y que es capaz de tener una política propia según lo que considera necesario en la guerra, que es que la guerra se detenga. Algo similar ha dicho el presidente colombiano Petro, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador o el mismo Alberto Fernández, pero, lo que sucede es que Brasil tiene un volumen y una capacidad de juego que efectivamente hace que pueda intentar jugar en ese escenario en un contexto donde Colombia, México, Brasil y Argentina junto con China son los únicos países en el mundo que están planteando un cese al fuego y un diálogo.
No hay mensajes así provenientes de Estados Unidos. No hay mensajes así provenientes de la diplomacia europea. Desde hace más de un año la apuesta es a continuar una guerra. En ese contexto que haya ese planteo es muy interesante y tiene que ver con esta necesidad de tener un proceso. Lula no está de acuerdo con lo que hizo Rusia lo ha dicho pero también ha dicho en esta situación: ‘el presidente Zelenski tiene muchas responsabilidades’, su misión era impedir una guerra y la pregunta es, ¿Hizo todo lo posible para impedir esa guerra?. Una pregunta que también le va a la Casa Blanca y también le va a Bruselas.
¿Por qué hay tantos países que no intentaron detener la guerra?, desde América Latina el interés es que esto cese.
"Sí llegara a ganar alguno de los formatos de la derecha Argentina estaríamos otra vez en una encrucijada absolutamente trágica de entrega absoluta en la política exterior de Estados Unidos que conduce a un barranco".
APU: Sì pensamos en que existen dos grandes bloques, dos grandes poderes: ¿También podemos pensar en un tercero, como en tiempos de Guerra Frìa y los países no alineados?
MT: Hay dos situaciones: por un lado esta disputa global, esta transición donde el mundo unipolar se terminó, lo cual, lo está haciendo delante de nuestros ojos y, por otro lado, una presión que recibe América Latina centralmente de Estados Unidos para mantener su hegemonía sobre el continente lo más aferrada posible y, a su vez, un escenario de oportunidades.
Pensémoslo desde Argentina que ha pedido el ingreso a los BRICS, donde están planteando hacer un banco y que ese banco, justamente, se proponga no actuar como actúa el Fondo Monetario Internacional. Habiendo ahí un socio como es Lula, en este caso Dilma Rousseff a la cabeza de los BRICS, eso es una oportunidad muy clara.
Las preguntas son: ¿Cuál es la agenda de cada país de América Latina? ¿Cuál es la agenda de América Latina si es que la hubiera en un término más regional, sudamericano o de toda América Latina para jugar en este escenario? No tiene que ver con irse para un lado u otro. Sino, construir una política de no alineamiento, de construcción de bloque regional y desde ahí moverse. Se dice fácil, pero es complejo hacerlo.
Gustavo Petro dice; ‘se enuncia más de política latinoamericana de la que efectivamente se logra hacer’. Pero, si Lula, Brasil, se pone a la cabeza, plantea por ejemplo re impulsar el Banco del Sur en el marco de Unasur, estamos hablando de una posibilidad muy fuerte. Entonces, ¿Qué hará Estados Unidos ante eso?, esa es la pregunta.
Estados Unidos sabe que hay batallas que no puede ganar, por ejemplo, que el principal socio comercial de muchos países sea China. Pero lo que intenta evitar es que la relación con China avance en los terrenos que para Estados Unidos son una amenaza, ¿Cuáles?: tecnologías, 5g, microprocesadores e inversión en industrias que son muy importantes que no crezcan en América Latina como la energía nuclear en Argentina. Eso es lo que plantea Estados Unidos, pero, ofrece muy poco y esa es la encrucijada trágica de Washington.
APU: Massa decide comerciar con China mediante Yuanes, al mismo tiempo Laura Richardson se reúne con Taiana a revisar convenios bilaterales: ¿Hay que acostumbrarse a estos movimientos diarios?
MT: El mundo cambió y no va a volver a como era antes. Retomando una frase clásica: ‘el futuro ya llegó’. Y, el futuro se parece a lo que está aconteciendo delante de nuestros ojos.
No hay que pensarlo como se pensaba, por ejemplo, en la guerra fría, con bloques relativamente homogéneos. Hay efectivamente un bloque, si se quiere decir así, hegemonizado por Estados Unidos y creo que la guerra en Ucrania ha reforzado esa hegemonía por ejemplo sobre Europa. Pero, después hay un conjunto de países medianos o muy grandes que están disputando esa hegemonía estadounidense pero que no necesariamente comparten un proyecto nacional, modelos de desarrollo o un planteo más ideológico como era en la época de la Guerra Fría.
Es decir, los modelos entre China, Turquía, Irán, Rusia o la India no es una cuestión de similitudes de políticas internas o un horizonte de nación y desarrollo o de lucha de clases, sino de que hay que disputar, de que hay posibilidades, de que hay que ir hacia esa multipolaridad y construir espacios que permitan tener autonomías regionales, comerciales, económicas y en ese contexto están pasando cosas que para Estados Unidos son un problema muy grande. Lo decía Cristina Fernández de Kirchner en el teatro en La Plata, el acercamiento entre Irán y Arabia Saudita con mediación de China implica que el polvorín histórico que es medio oriente donde Estados Unidos ha hecho y deshecho, que, aparece su adversario estratégico de Beijing sentando a los dos enemigos más potentes que ordenan las dinámicas de esa zona del mundo. Eso para Estados Unidos es un problema muy grande y, por eso no quiere permitir que sea China quien medie en la guerra en Ucrania, porque quiere decir que Estados Unidos ya no puede hacer y deshacer, lo cual es cada vez más evidente. Eso hace que también las reacciones de Estados Unidos sean de una potencia que está perdiendo terreno, lo cual no la hace más tranquila, sino justamente todo lo contrario más intranquila.
APU: EE UU condiciona a través del FMI...
MT: EE.UU con el préstamo del Fondo Monetario Internacional construyó una arquitectura muy clara y tampoco tan original de mecanismo de presión o de condicionamiento de la vida económica Argentina, su desarrollo y por lo tanto lo que suceda en la política. Lo que estamos asistiendo en las últimas semanas es cómo ese mecanismo está apretando cada vez más debido a la situación difícil de la economía argentina. Eso se ha traducido en una avalancha de visitas de funcionarios de alto nivel de Estados Unidos, incluso una del Departamento de Estado, que dijo; ‘tienen que sufrir para estar mejor’. Esto es una demostración de cómo se va apretando sobre el dispositivo para que haya cada vez menos margen de acción.
EE.UU aprieta, a su vez tiene cierta política en la cual puede trabajar con algunos progresismos regionales, no es la agenda de Donald Trump que era mucho rígida o más agresiva, sí es un Departamento de Estado demócrata que tiene algunas agendas compartidas, que las sabe trabajar, que sabe mostrar presentaciones o rostros amables para acercarse, pero, que a la hora de defender sus políticas estratégicas es igual de implacable que lo que fue la administración republicana. Estamos asistiendo a esa implacabilidad, por un lado que no avance la relación de Argentina con China en agendas que EE.UU no quiere y por el otro lado condicionar cuál es el modelo de ‘no desarrollo’ de Argentina.
Lo que plantea EE.UU es que vayamos a una recesión con inflación, que es lo que dice el Fondo Monetario Internacional y, en ese contexto, veo con muy buenos ojos y creo que muchas personas más también, la decisión de Massa de empezar a importar en Yuanes. Me parece que es una necesidad imperiosa y qué, ante un momento tan crítico como fue la corrida bancaria, que en este momento haya una decisión fuerte, haya que intervenir en el mercado de dólares y haya que abrir esa puerta con China. Estados Unidos te exige mucho y te ofrece muy poco. China, en cambio, ofrece mucho más y pide de diferente manera. No pide a Argentina que vote de tal manera en un organismo internacional, no pide a Argentina determinadas reglamentaciones en la forma que lo hace EE.UU. Tiene otra disposición la política exterior China entonces, hay que poder salir de eso.
Si llegara a ganar alguno de los formatos de la derecha Argentina estaríamos otra vez en una encrucijada absolutamente trágica de entrega absoluta en la política exterior de EE.UU que conduce a un barranco. Lo que ha logrado hacer el peronismo, con todas sus dificultades, es intentar por lo menos hacer frente a alguna de esas presiones y trabajar sobre iniciativas para con China, trabajar para iniciativas para entrar a los BRICS. EE. UU presiona, presiona y cuánto más difícil es la situación macroeconómica Argentina más esa presión se hace sentir.
"En algunos países ganar la campaña como en Colombia es heroico, pero lo que sigue, es aún más difícil".
APU: Con la victoria de Boric, de Petro, ahora de Lula, se pensó mucho en una nueva oleada pero da la sensación que nunca comienza: ¿Coincidís?
MT: Si uno agarra el mapa de la región y hace este famoso ejercicio de pintarlo de colores, se va a encontrar que desde un rosado muy claro hasta un cierto rojo hay una mayoría de países en América Latina. Luego, si uno ve que pasa dentro de cada país, pues, es muy diferente ver cómo ha sido la dinámica del gobierno Colombiano con una política muy fuerte de reformas en muchos aspectos, de lo que ha pasado con el proceso Chileno que se vio dinamitado desde casi la hora cero con la derrota en el plebiscito o lo que ha pasado con el progresismo argentino en el frente de todos que le ha costado mucho volver a plantear una política como la que había en los gobiernos de Néstor y Cristina. Esto mismo pasa a nivel regional, me parece que hay señales que buscan digamos reconstruir, a costado encontrar por dónde es que el hilo pasa dentro de la aguja y hay varias iniciativas.
Hay una central que es el Mercosur y me parece que la llegada de Brasil apunta a que eso sea una piedra angular, hay una central que es la Unasur más que la Celac que tiene una característica más de foro y de exposición de problemas, inquietudes que un mecanismo que avanza en agendas concretas. Después hay iniciativas como la de Andrés Manuel López Obrador de una alianza para combatir la inflación, hay intentos de ver por dónde es, cómo es que encaja una diversidad donde a su vez hay diferencias, muy marcadas.
La pregunta no es ¿Que hay de diferente?, sino, ¿qué puede unificar la política regional?, en términos de medio ambiente, de salud, de económica o en términos financieros.
No hay que idealizar, no tiene que ver con si es de izquierda o de derecha. Hay que pensar los mecanismos que permitan hacer que la integración pueda soportar un cambio de gobierno: ¿Que es lo que puede hacer que cambie un signo político y se mantengan los mecanismos que consolidan un espacio común?, ¿es la economía?, tal vez.
Cuando el proyecto argentino es que el gasoducto llegue a Brasil y ese gas alimenta al empresariado de San Pablo, tal vez ahí haya una respuesta a qué pasa si cambia el gobierno. Ahí hay que buscar, sabiendo que los signos políticos de la derecha latinoamericana apuestan a la desintegración, guste o no guste, todas las derechas que ganaron en América Latina en los últimos años en su política exterior se plantearon desarmar lo que se había armado, eso fue muy gráfico.
APU: ¿Y México?
MT: México retoma banderas históricas innecesarias, nacionalización del litio, plantear la nacionalización eléctrica. Hay agendas que en algunos lugares habían quedado un poco como relegadas, había más agenda de ampliación de derechos por ejemplo que agendas de un Estado que recompone y recupera a los resortes económicos fundamentales.
México viene a través de ese debate. Es muy interesante la articulación entre el debate ampliación de derechos que está más acentuado en algunos procesos con las banderas históricas, que te dicen, no hay posibilidad de un desarrollo a mediano plazo, de procesos que se mantengan, si no hay una estabilidad económica.
Bolivia lo primero que hizo cuando ganó Evo Morales fue recuperar esos resortes. Pero, había quedado fuera de agenda en algunos procesos.
Incluso, ahora, el Gobierno de Chile está planteando una agenda interesante con la cuestión del litio. Cristina también lo planteó en el teatro. Hay que ir por esos resortes, si no los administran los estados de forma, no necesariamente estatal, pero combinada con un modelo de desarrollo, va a venir otro país a hacerlo y ahí está muy claro: China, Rusia Estados Unidos, Irán. Cuando México, cuando Andrés Manuel López Obrador nacionalizó el litio, dijo: ‘esto es para que sea nuestro’. No de China, no de Rusia, no de Estados Unidos. Otra vez, no es que ahora queremos ir de este lado o del otro, queremos ir una política nacional.
APU: Cómo nunca antes el discurso de occidente se volvió uno solo frente a la guerra, y frente a Rusia. La BBC, The New York Times, The Guardian, prácticamente todos. También Twitter te calificó como “periodista afiliado al Estado Ruso”. ¿Cómo pensar la comunicación en este contexto?
MT: Cuando pasó ese episodio, empecé a buscar las reglas de Twitter y cómo ellos podían poner algunos medios que eran afiliados y otros no. Twitter decidía qué agencia tenía independencia y cuál no, sin decir con qué criterio. Según la política, algunos tenían línea editorial independiente y otros no. Desde que Elon Musk compró Twitter, también empezó a poner algunos medios que eran afiliados, lo cual les pareció una vergüenza, una aberración, que cómo era posible que eso pasara.
Entramos a un debate interesante, donde hay que hablar de cuáles son las autonomías de las agencias para con los gobiernos y eso le cabe a todas las agencias. No es que no esté el debate en RT, pero está el debate en la agencia France Press por ejemplo. ¿Cuál es la relación de France Press con el Estado Francés?, ¿No tiene ninguna relación, su línea editorial no está permeada por la política exterior francesa?. Creo que es un debate rico, pero fue planteado como forma de censura y hemos asistido en América Latina tal vez un poco menos, pero en Europa ha habido periodistas que han sido puestos en listas negras, esto lo decía Manuel López Obrador.
Sí uno está en Francia y de repente es tachado como afiliado al gobierno, no ruso, sino a lo que se está diciendo de Rusia, ¿Cómo se consigue trabajo en un medio después de eso?. Es una suerte de presión y chantaje para que nadie trabaje en un medio ruso.
Después hay otra gran hipocresía o debate de esta idea de que los medios rusos hacen propaganda y los medios occidentales no. Nadie está exento de propaganda.
APU: ¿Cuáles son tus planes para el futuro próximo?
MT: Estoy escribiendo un libro sobre América Latina con todos estos viajes, compilando crónicas y compilando algunos debates que vienen pasando sobre lo que hablábamos, los progresismo, las campañas, los frentes grandes, diferentes debates que hay en la agenda. Argentina tiene una suerte como de paradoja, es decir, se sabe mucho desde América Latina sobre lo que pasa en Argentina y muchas veces Argentina no sabe primero que se sabe tanto hacia afuera lo que pasa y a veces no toma registro de que hay debates nacionales que están pasando afuera. Hay un ejercicio que es como ir cruzando, en las cosas que van pasando en común, buscando cuáles son los nudos conjuntos, entonces, por ahora no veo que eso se agote y si veo que hay un montón de temas para ir buscando en ese sentido, de ir conociendo y de ir desarrollando el oficio de periodista, que a mí me gusta, el de la escritura, la crónica, que también es el que más económicamente es difícil. Habrá que ver cuándo es el momento de la detención, cuál es el aquí y ahora o retomando aquella vieja película ‘un lugar en el mundo’.
Estamos en un momento muy difícil donde puede haber un desenlace que vaya a cambiar lo que venga por delante y creo que en ese sentido hay que mirar con mucha atención y además es un América Latina donde hay derechas cada vez más radicalizadas, cada vez más jugando al filo por fuera de la democracia y eso hay que leerlo y hay que saber anticiparlo y pues también defender la democracia. Que eso no logre romper algunas líneas que hemos construido con mucho esfuerzo.
Lo que creo que hemos aprendido, sobre todo en estos últimos años más que a inicios de siglo, es que una cosa es llegar al gobierno y otra muy diferente puede ser lo que sigue.
A mí el momento que más me gusta es el momento de festejar el triunfo porque es una suerte de zona como de flotar, pero hoy se ha vuelto en una flotación que uno se pone el casco, porque lo que sigue después es más difícil que ganar la campaña.
En algunos países ganar la campaña como en Colombia es heroico, pero lo que sigue, es aún más difícil.
En Argentina cuando ganó el Frente de Todos tal vez no estaba tan claro en ese momento que podía haber distancias tan grandes entre la expectativa inicial y el desarrollo posterior. Ya somos un poco más grandes, entonces sabemos festejar las victorias, pero también, prepararnos para lo difícil que es modificar el orden de las cosas.