El título que todo Boca necesitaba
Por Matías Fabrizio
Podía haberse dado hace quince días en el Cilindro de Avellaneda. Pero la espera valió la pena. Se hizo desear, aunque parecía imposible que se escapara. Estaba ahí, a la vuelta de la esquina. Las matemáticas casi lo aseguraban, eran cinco puntos de distancia con seis en juego. Y finalmente se dio. No le fue fácil a Boca llegar al gol, le pasó como tantas otras veces (quizás lo principal a corregir por Arruabarrena en este receso) que el dominio era absoluto pero el rival, replegado contra su área y sin dejar hueco, no permitía armar situaciones claras. Era casi imposible triangular hacia adentro, para usar a Tevez y a Lodeiro de frente, aprovechando el juego de espaldas de Calleri, y casi todos los ataques terminaban con un centro del costado. Recién al cierre del primer tiempo llegó la tranquilidad, cuando Monzón (¡sí, Monzón!) ganó de arriba en un córner (¡sí, en un córner!) y marcó el 1-0, anticipando a Galmarini (dicen que el micro de Tigre salió tarde hacia Victoria porque el cuñado de Massa se quedó haciendo tiempo en el vestuario).
A esa altura ya Rosario Central perdía 2-0 en Banfield y se despedía de la lucha. San Lorenzo ganaba ante Temperley, pero necesitaba que un Tigre que prácticamente no pateó al arco diera vuelta el partido. Fueron 45 minutos de protocolo, para completar, para festejar teniendo al equipo en cancha. Estaba todo resuelto. Pudo Boca ampliar la diferencia, con un gol muy claro que se perdió Lodeiro y otra que Calleri no llegó a pasarla a Tevez cuando el 10 venía solo. Faltaba el pitazo final para oficializar lo que ya era un hecho. Cuando llegó, los jugadores pudieron acompañar a los hinchas (más que nunca, con populares y plateas desbordadas) en el festejo, el canto y la emoción. La Bombonera explotó como siempre para festejar un título que se venía negando hacía ya un par de años.
Boca llegó a los 64 campeonatos oficiales, de los cuales 31 son de Primera División Argentina (ya sea por AFA o alguna antecesora) y, de ellos, 25 en la era profesional. No siempre el campeón es el que mejor juega o el que más lo merece. Pero Boca sí lo fue. Es el que más partidos ganó, el que más goles hizo, el de mejor diferencia de gol y ganó los dos clásicos ante River. Sin dudas Rosario Central ha sido el único que puede discutir el rótulo de “mejor equipo”, pero al Canalla le ha faltado la contundencia y la regularidad (ganó 15 y empató 11, de hecho) que, salvo en algún tramo del primer semestre, a Boca lo ha caracterizado. En tal caso, el miércoles ante la Academia rosarina se define la Copa Argentina, linda oportunidad de llegar al título 65.
En estas 29 fechas, el Vasco utilizó a 30 jugadores, siendo el capitán Daniel Díaz el que más partidos jugó, con 27. ¿El goleador? Jonathan Calleri con 10 de los 48 totales. Palacios, Tevez (cinco cada uno), Osvaldo, Meli, Lodeiro (tres), Díaz, Pérez, Gago, Chávez, Martínez, Pavón (dos), Peruzzi, Erbes, Monzón, Carrizo, Cristaldo y Burdisso (uno), más uno en contra, marcaron el resto. De esos 30, 11 son provenientes de las inferiores del Club y seis ya no están (más Emanuel Trípodi y Guido Vadalá, que no sumaron minutos). El Xeneize se consagró campeón obteniendo el 73,5% de los puntos y ganando el 68,9% de los partidos. Los números también justifican esta nueva estrella.
La Bombonera estuvo repleta de gente, claramente por encima de su capacidad “oficial”. Las plateas lucían como populares, sin lugar para sentarse en las butacas, y las escaleras y pasillos llenos. Las popus, como en épocas pasadas, con la parte baja de la primera bandeja donde se producen las avalanchas en los goles colmada también de gente. Por un lado, vale verlo como lo que realmente era: un desborde de hinchas apasionados que no querían perderse la vuelta olímpica y el festejo. Por el otro, no hay que olvidar lo que hay detrás, y es la intención de la dirigencia actual de que se descontrolen los accesos y las tribunas para tener a mano una excusa que justifique una nueva cancha. No hubiera sido la primera vez en el año que impusieran restricciones para los socios (haber asistido a un mínimo de partidos en el año, por caso), como para controlar más la cantidad de gente, sin embargo decidieron no hacerlo, aun sabiendo que en esta oportunidad la mayoría querría ir. La policía, como de costumbre, organizó mal los accesos y trató mal a la gente, con la violencia y los golpes habituales. Y muchos hinchas más debieron irse a su casa sin poder ver a Boca campeón. Todas cosas esperadas por la dirigencia. Por esta y otras cosas es que Angelici no puede aparecer por el campo de juego ni siquiera para festejar. Y por eso el cierre/bandera de esta columna, por más Bocas campeones pero sin empresarios que estafen al hincha y al socio.
“Para el hincha” es eso. Una sección para el hincha de Boca. De parte de otro hincha. Uno que, simplemente, escribe en una página y habla en una radio, en lugar de manejar un taxi, conducir una fábrica o ser empleado estatal. Es un lugar para volcar sensaciones y opiniones, broncas y alegrías, y reflejar la identidad del club, con pasión y chicanas, pero con autocrítica y respeto. Y sin Angelicis.