Un manager para Independiente
Por Jorge Giordano
Lejos del optimismo de cada principio de ciclo, en Independiente ya hay olor a podrido. Pintadas a la salida del entrenamiento pidiendo "más huevo" a los jugadores, afuera de la Copa Sudamericana y de la Copa Argentina, con una dirigencia que ya salió a explicitar su "apoyo total" al DT Gabriel Milito. Es una escena recurrente en las últimas décadas del club, y en particular de la gestión Moyano. Almirón llegó en julio de 2014 y tuvo un primer buen torneo. En medio de una segunda parte mediocre, renunció. Con Pellegrino sucedió lo mismo. Milito, a diferencia de sus antecesores, ni siquiera podrá llegar a fin de año con balance positivo.
Estos tres ciclos dan cuenta de la faceta futbolística del moyanismo. Excepto el anteúltimo ciclo del Tolo Gallego, en la historia reciente pre-descenso el club lidiaba, en el mejor de los casos, con la intrascendencia, llegando a terminar en último puesto por primera vez en su historia. La tabla de promedios actual lo ubica en el sexto puesto de un conjunto ampliado de treinta equipos. Si bien la realidad futbolística mejoró, no es suficiente para alcanzar los objetivos propuestos. La clasificación a la Libertadores se esfumó, durante dos años consecutivos, de manera insólita. En los campeonatos locales se lograron dos cuartos puestos, y un tercer lugar en fase de grupos. En la Copa Sudamericana las ilusiones llegaron hasta cuartos de final en el 2015, y octavos en el 2016.
La crisis por la falta de resultados se ve agudizada por las vueltas olímpicas que se suceden alrededor. Pero ni siquiera es eso lo que más duele. En todas las eliminaciones y casi todos los partidos definitorios, la hinchada percibió que el equipo "no puso lo que tenía que poner". El paladar negro caricaturizado como un dogmatismo cappista no está en el centro del gusto del hincha de Independiente. En algunos planteles hay jugadores más o menos capaces, de mejor o peor pie. Hay una cosa innegociable: el hincha quiere ver a Independiente yendo al frente.
Para que esto suceda, todos los factores tienen que trabajar en conjunto. La realidad futbolística es mejor que hace unos años porque los Moyano encontraron la manera de conseguir que el dinero vuelva a fluir al club, hecho que se vio traducido en mejores contrataciones, la finalización de la estructura del estadio prevista para el mes que viene, y la remodelación real de todos los predios y sedes del club. En paralelo, el actual DT Gabriel Milito y Sergio Agüero contribuyeron con fondos propios para la construcción del Centro de Alto Rendimiento en el predio de Villa Domínico. Las inferiores, encargadas hasta hace semanas al histórico Jorge Griffa, fueron ahora puestas bajo el mando de Claudio Vivas, artífice de las divisiones juveniles de Estudiantes de la Plata, hoy puntero del campeonato.
En ese contexto, ¿qué falla?. El club no es un desastre. Faltan detalles, no menores. Y en ese panorama, resurge el clamor por un manager o director deportivo que ordene el fútbol del club. Pablo Moyano, sindicado como posible próximo candidato a la presidencia del club, se molestó ante la pregunta: "Tuvimos a Menotti de manager en la gestión Comparada y nos hizo un juicio por 2 millones de dólares. No siempre es la solución tener un manager. ¿Cuántos equipos lo tienen? También se pueden equivocar y después le echamos la culpa al manager. Los jugadores los ponen y los piden los técnicos. Después si no rinden no es culpa de los dirigentes. Hoy estamos haciendo un esfuerzo bárbaro para pagar el descalabro de otros dirigentes. También me hubiese gustado traer a Schunke o Pablo Pérez, pero no vamos a hipotecar el Club”.
La sintonía fina
Perico Pérez fue el primer manager del club, por el 2005 y con Julio Comparada como presidente. Se fue desaprobando negociados de la dirigencia. Cuatro años después, César Luis Menotti tomó el cargo, bajo la misma presidencia. Con el Tolo Gallego de DT, llegaron Silvera, Acevedo, Piatti, Vella, Martín Gómez, entre otros. Ese plantel realizó la mejor temporada del club en la última década. El problema con Menotti no fue el juicio posterior: el club decidió no renovarle al Tolo Gallego, y el manager impulsó a Daniel Garnero como DT, en nombre de un proyecto que no existía. "Mi relación con Gallego no era la que se pretendía en cuanto a la comunicación. No puede ser que desde la dirigencia se vaya a buscar corriendo un lateral derecho y resulta que si hablábamos con un técnico de inferiores, nos podía mostrar que tenía a su cargo uno igual o mejor", afirmaba Menotti. Las inferiores de Independiente se encontraban devastadas en todo sentido hasta la llegada de la gestión Moyano, que remodeló completamente la pensión y otorgó todas las comodidades para que puedan realizar su tarea. Los frutos de la actual coordinación de Claudio Vivas se verán recién en algunos años, razón por la cual es inútil exigirle material de Primera a las divisiones inferiores.
En los últimos años circularon los nombres de Claudio Marangoni, Fernando Redondo y Gustavo López como posibles encargados del fútbol. Por supuesto que tener un manager no es una solución mágica. Pero tampoco lo es cambiar de técnicos cada 9 meses, con los jugadores que "ponen y piden los técnicos". Inclusive, cada fracaso futbolístico eyecta al DT pero también pega de lleno en los Moyano, quienes son apuntados como los que consiguen recursos pero "no saben de fútbol".
Repasando las contrataciones de la gestión Moyano que aún continúan en el plantel, pueden considerarse a Campaña, Cuesta, Tagliafico como aciertos indudables. Albertengo y Leandro Fernández estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellos, pero ambos sufrieron lesiones de ligamentos cruzados y se encuentran en recuperación. Emiliano Rigoni, de gran nivel en la primera mitad de año, hoy es suplente. El Torito Rodríguez y Diego Vera son jugadores capaces que últimamente no rinden como deberían. Germán Denis, con poco, le ganó la titularidad a este último. El Cebolla Rodríguez es la gran decepción: un jugador hábil y con carácter, permanentemente lesionado, que deja un hueco asumido por un pibe de 17 años, Ezequiel Barco.
Esta política de incorporaciones necesita una sintonía fina para conformar un plantel campeón. Existe un déficit en la generación de juego, y si el Torito Rodríguez se resfría no existe absolutamente ningún recambio. No es necesario barrer con todo y empezar de cero, sino reforzar gradualmente, con nombres de peso o promesas viables, en puestos clave. En diciembre, como adelantó Pablo Moyano, habrá una limpieza necesaria de jugadores que claramente cumplieron un ciclo en el club. Con predios renovados, cancha terminada, centro de alto rendimiento, un manager dedicado a acertar con los refuerzos y ayudar a definir un proyecto futbolístico, Independiente puede pensar en estar a la altura de lo que pretende su hinchada. Y los propios Moyano, que miran con un ojo a las elecciones del club en 2017, y con otro a un competidor que resurgió en las últimas semanas: Daniel Grinbank. Una figura que ayude a corregir el rumbo implicaría, posiblemente, una voz discordante dentro de la mesa chica del Club. Pero puede evitar que, en medio de un nuevo fracaso futbolístico, el empresario capitalice el descontento de los hinchas y se quede con todo.