¡Uruguay que no ni no!
Por Pablo Rodríguez Macena*
Esto lo escribo antes del partido y sin importarme el resultado posterior.
Uruguay es un milagro futbolístico. No hay que olvidarlo. Su liga es semi profesional, sólo Peñarol y Nacional, lejos Defensor y Danubio y el resto casi amateur... su ascenso es directamente amateur…sus canchas parecen potreros… además somos un poco más de 3 millones de personas… su dirigencia futbolística, tampoco escapa a los desaguisados de cualquier dirigencia, que Paco Casal, que Tenfield, que el Pato Celeste, que la injerencia del Pepe, que Bauza, que la televisión y los jugadores enfrentados por la imagen. Nada que no conozcamos.
¿Qué tiene de distinto entonces?
Lo distinto señores, es que Uruguay se reencontró, desde la conducción del maestro Tabárez, con la mística de la identidad celeste. Esa identidad que le permite a un pueblo, que vive entre gigantes, sentirse parte y orgulloso. Una identidad que viene de la historia, que viene de glorias y fracasos, pero que recupera siempre el sentido de pertenencia a un país que, quizá no debió haber existido y que pelaa día a día por diferenciarse.
La reconstrucción de la mística de ponerse la celeste renació luego de los desastres de los ochenta y de sentirse campeón sin jugar. Hoy reconocemos el esfuerzo de participar y de hacerlo con nuestras armas: la fortaleza anímica, la garra que significa buscar la pelota en las difíciles y a la solidaridad colectiva sumada a la calidad individual. Uruguay es un equipo, que tiene algunas estrellas, pero que se supeditan a un equipo que por definición es colectivo, que no buscan sobresalir por sí mismos. Cuando juega Uruguay, juegan tres millones, con el corazón y es literal. Jugamos todos.
Hoy nos jugamos una parada difícil, como tantas veces, y siento el orgullo de saber que el equipo, la celeste, deja todo y más. En ese sentido, no me importa perder, porque es un juego, me importan las formas.
Vamos de punto, como más nos gusta. Pero tenemos una historia y un hambre de gloria, que no se si la tienen los demás y eso hace que cabecen desde el piso, que corran como siempre y que se potencien las fortalezas individuales y eso se ve en el grito de gol, que nunca es individual sino que nos abraza a todos en el “uruguay nomá”, que es lo primero que nos surge, te llames Suárez o estés en el rincón más alejado de Australia, Alaska o Argentina.
Hoy, los orientales que estamos desperdigados por el mundo, volveremos a ponernos la celeste, volveremos a ser parte de ese milagro y volveremos a gritar “uruguay nomá”. Sí, ¡hoy celeste regalame un sol!
¡Uruguay que no ni no!
* Politólogo uruguayo.