El final del reformismo en América Latina
Por Lois Pérez Leira
En los últimos años se realizaron distintos ensayos para torcer la voluntad de los pueblos y gobiernos latinoamericanos, que están construyendo “la Patria Grande Bolivariana”. Hondura y Paraguay fueron los primeros países en ser desestabilizados, terminando en sendos golpes de estado parlamentarios. Venezuela sufrió en carne propia el intento de golpe cívico militar contra el presidente Chávez. El que fue secuestrado y liberado por su pueblo. Luego le toco al Ecuador con la revuelta policial.
Desde los EEUU el imperialismo no ha cesado en planificar la recomposición geopolítica de la región, apelando a todos sus recursos económicos y su larga experiencia conspirativa. Para ello el amo del norte ha contado siempre con las oligarquías cipayas y las distintas capas burguesa temerosas de los cambios sociales, que terminan jugando contra sus propios interesases en muchos casos, como las clases medias.
El éxito electoral obtenido por la reacción en la Argentina por poco margen, ha acelerado toda la ofensiva norteamericana en la región. En pocos meses el gobierno de Macri, pudo demostrar al mundo lo que es capaz de hacer un gobierno dependiente de los EEUU, que regresa a las políticas neoliberales. En el caso argentino la inmediata movilización popular está generando una importante resistencia social y política.
Ahora le toco el turno a Brasil con el golpe parlamentario que se ha consumado contra Dilma Rousseff y el Partido de los Trabajadores.
Este avance del imperialismo en la región pone en cuestionamiento un modelo político y de gestión de la izquierda, que ha concluido con un temporal retrocesos de las fuerza populares. Estamos terminando un ciclo del reformismo progresista, en el marco del capitalismo.
La actual situación de Venezuela y su revolución bolivariana está padeciendo un ataque brutal tanto desde afuera como desde adentro del pais. El Partido Socialista Unificado no ha podido o no ha querido avanzar en el legado revolucionario de Hugo Chávez. El carácter multiclasista de esta organización política y la falta de medidas que atacaran profundamente el poder de la oligarquía, avanzando seriamente hacia el socialismo, han generado una situación que puede ser irreversible.
El presidente Maduro tiene un sola opción, avanzar en la revolución y para ello se necesita nacionalizar la industria y las palancas fundamentales de la economía. El comercio exterior y la banca deben estar en manos del pueblo. Se debe garantizar de forma urgente el abastecimiento de alimentos para el conjunto de la población y hacer los esfuerzos necesarios con la ley en la mano, para que los especuladores de alimentos sean condenados.
Continuar por la vía de las simples declaraciones, sin tomar las medidas necesarias que conduzcan a Venezuela al socialismo, es continuar con esta agonía que terminara con el fracaso y derrota de la revolución bolivariana. Hoy más que nunca se debe dar el poder a los trabajadores y a las fuerzas armadas patrióticas bolivarianas. Esta alianza debe ser el motor revolucionario que garantice una Venezuela dueña de su destino. De lo contrario tenemos a la argentina para poder ver cuál es el futuro que le repara.
Nos espera una etapa de resistencias populares y de profundos debates en el marco de la izquierda. La fuerza revolucionarias de Europa y del Estado español no estarán ajenos a este debate. El reformismo y la socialdemocracia ya han demostrado en toda su historia, que solo sirve para perpetuar el sistema capitalista, legalizando su propia existencia.