Medios, edición, concreción
Por Gabriel Fernández*
Todo medio tiene un lineamiento editorial. Es un lugar desde el cual observar y narrar la realidad. Eso define la selección de los materiales, el enfoque de las coberturas, las prioridades informativas, la presentación de las noticias.
Esa línea es determinada por la empresa que controla el medio. Se la traslada concretamente a través de las secretarías de redacción y las jefaturas de sección. Así se disponen los pasos a seguir en general, como trazo grueso, y a diario, con cada suceso.
Nosotros, en La Señal Medios, hemos elegido observar y narrar el país y el mundo desde el Pueblo y desde el Sur. Resulta, podríamos indicar, un posicionamiento forjista, jauretcheano. Los medios concentrados, aunque no lo admitan, visualizan la actualidad desde el empresariado y desde el Norte.
Hay matices, claro, pero no son tan importantes como puede suponerse. En esa dirección, es preciso que el trabajador de prensa deje de lado la idea de un espacio comunicacional neutral, que percibe la realidad desde arriba, sin ubicarse ni perfilarse en ninguna dirección. Una cosa es que un lector desprevenido lo crea; otra, que un periodista lo admita.
En la plasmación de ese lineamiento, emerge el estilo. Es otro plano, otro nivel. Puede ser un formato sobrio, puede tratarse de una presentación espectacularizada. Y más variantes. También esa decisión está ligada al interés empresarial y a la zona del público a la cual está dirigido el medio en cuestión.
No hay identificaciones plenas en ese sentido: pueden cruzarse, contra las previsiones, orientación y estilo. Un medio puede ser editorialmente conservador y estilísticamente popular, o viceversa. En buena medida los intereses empresariales definen ese camino.
Cuando nos referimos a línea editorial y empresa no estamos hablando únicamente de firmas privadas monopólicas; todos los medios poseen una definición y un estilo. Desde los concentrados hasta los cooperativos, desde los estatales hasta los medianos privados. No hay modo de evitar esa realidad, pues quien invierte y concreta el medio, determina su camino.
Así como me fui de Clarín porque se negaba a publicar un texto mío en defensa de la inversión social, que los liberales argentinos suelen identificar como “gasto público”, en los medios que he dirigido y dirijo me niego a difundir la reivindicación de la dictadura y los planes de ajuste. Sólo por brindar un ejemplo, para ser sincero y evidenciar la aseveración previa.
Para la puesta en práctica de tales preceptos, los instrumentos varían pero tienen hilos comunes en todos los lugares periodísticos. Una reunión de jefaturas de sección con los responsables de la redacción a comienzos de la jornada, una puesta en marcha con instrucciones a los periodistas durante el día. El despliegue de las coberturas, con todas las variantes que ello implica. Y una reunión previa al cierre para barajar, dar de nuevo y ver qué queda y cómo se encara.
Este funcionamiento se modifica según el medio y sus características.
Finalmente, algunos datos. El periodista sigue viviendo la información permanentemente; es absurdo, más allá del convenio de seis horas, trabajar sólo seis horas diarias como periodista profesional. La noticia persiste pues es una historia con antecedentes y derivaciones. El trabajador de prensa genuino sigue enganchado y listo para cubrir y analizar.
Otro: el aprovechamiento de la web es obligatorio, pues estamos ante la primera instancia histórica universal en la cual todos podemos ser emisores. Las plataformas multimedia son posibles gracias a internet. Su devaluación, argumentando que los soportes tradicionales son más “nobles” es un disparate arcaísta que otrora hubiera negado el surgir de la imprenta.
También: se puede hacer buen periodismo en todos los formatos. Web, textos gráficos, radio, televisión. Es injusto condenar a un soporte por una moda o predefinirlo por su llegada eventual. Los materiales de calidad, transitan los tiempos y arriban a destinatario. En esa dirección, es pertinente saber que el periodista es canalizador de información, no figura de la misma.
Estamos acostumbrados a valorar al profesional por su fama televisiva, lo cual devalúa a la televisión como soporte, y entroniza animadores como si fueran colegas. Es pertinente recordar que la matriz del periodismo es la elaboración gráfica.
Leer y escribir son la base y sin esa base, no existe el valor agregado que realza la tarea.
*Director La Señal Medios ( www.laseñalmedios.com.ar ) y Área Periodística Radio Gráfica ( www.radiografica.org.ar )